Entrevista > Saúl Vicent Martínez / Mecánico de motos (Monóvar, 3-octubre-1997)
Alguna vez, viendo las carreras de motociclismo, nos habremos preguntado ¿cómo será vivirlo desde dentro? Saúl Vicent Martínez es la persona adecuada para responder esa cuestión. Es mecánico del equipo Fau55 Tey Racing en el Campeonato de Europa de Moto2, siendo uno de los dos asistentes del talentoso piloto polaco Piotr Bielsiekirski.
Este campeonato continental -anteriormente llamado de España- es la base, el trampolín perfecto para lograr el sueño de competir en el Mundial. Se corre, de hecho, en circuitos sumamente habituales, todos ellos ubicados en la península ibérica: València, Barcelona, Jerez, Portimao, Aragón…
El presente es el segundo año en el equipo, después de una temporada de prueba procedente del Aspar KSB Technical Academy de nuestro municipio. “La gran diferencia con otros centros es la parte práctica, muy similar a los profesionales”, expone. Es plenamente consciente, no obstante, de que su trabajo se fundamenta en la formación continua y en aprender día a día.
¿De dónde procede tu afición por las motos y la mecánica?
Realmente de mi padre, que toda la vida ha montado en motos. Se la arreglaba él mismo y yo desde pequeño siempre he tenido moto y he entrenado en circuitos. Me entró entonces el gusanillo de la mecánica, más incluso que competir.
Mis referentes como pilotos eran Jorge Lorenzo, Dani Pedrosa y Valentino Rossi.
«En esta profesión cada día se aprende algo, por muchos años que lleves en las carreras»
¿Cuál es tu función en el equipo?
Soy el responsable de la parte trasera de la moto de Piotr Bielsiekirski en el Campeonato de Europa, el FIM, y de los neumáticos. De delante se ocupa mi compañero, Jaime Palazón.
¿Cómo es trabajar en una escudería de primer nivel?
El equipo en el que estoy es muy familiar: todos nos ayudamos constantemente. Pero sí hay mucha presión, porque en nuestra mano está la vida de una persona.
Por ello trabajo con mucha tensión, muy centrado, con el reto de que salga todo perfecto. No cometer ningún error, que puede costar una caída en la que se lesione el piloto o se pierda mucho dinero. Incluso, en el peor de los casos, su vida.
¿Aprendes cada día cosas nuevas?
Por supuesto. Al principio todo era nuevo y los nervios aparecían. Poco a poco el equipo me dio su confianza, también en mí mismo, y ahora salen las cosas mucho mejor. Cada día se aprende algo, por muchos años que lleves en el sector.
¿Para ti es casi como estar en un parque de atracciones continuo?
Es un trabajo, pero también mi afición, las motos y las carreras. Poder hacer lo que me gusta es una cosa única, lucho por demostrar que valgo.
«Es básica la confianza del piloto, pues sale a la pista pensando que has hecho bien tu trabajo»
¿Cuáles son los objetivos del equipo?
Llegar al Mundial en la categoría de Moto2, donde también debes tener un presupuesto alto y que Dorna Sports -firma organizadora del campeonato- te dé la plaza. Hay unos puestos límites y si no hay algún equipo se deje el Mundial no puede entrar otro nuevo.
¿Dónde te has formado?
En el Aspar KSB Technical Academy de Alfafar, donde destaca el apartado de prácticas, aunque yo llegué ya con una buena formación.
Seguidamente ellos me ayudaron a realizar prácticas en circuitos cerca de València (Chiva, por ejemplo) con pilotos jóvenes, para ir soltándome.
¿Hacia dónde están evolucionando ahora las motos?
Mecánicamente ya no hay mucha evolución, centrada ahora en la parte ciclo, es decir, chasis y basculante. El desarrollo está ahí, más que en los motores.
La vida en el paddock, ¿es tan emocionante como parece?
Se respira un ambiente muy bueno, en el que puedes pedir ayuda a cualquier equipo. El año que viene, si alcanzamos el objetivo del Mundial, será diferente: allí es todo mucho más reservado y cerrado, también por la propia imagen.
«Lo mejor es cuando te felicita el piloto; mientras que lo peor cuando nada sale bien, es frustrante»
¿Qué es lo más importante de la relación piloto-mecánico?
Sin duda, la confianza. El piloto sale a la pista pensando en que he hecho bien el trabajo y la moto está en perfectas condiciones.
Lo mejor y lo peor de tu trabajo.
Lo mejor, cuando te felicita el piloto. Has estado trabajando toda la semana, llega el domingo de carrera y la moto va de diez; es un momento muy especial y gratificante.
En cambio, lo peor son los días que no salen las cosas, cuando la moto tiene un problema o se producen caídas durante la carrera. Esos instantes son difíciles de gestionar, me crean frustración, pero sabemos que este mundo es así.
Por último, ¿estás mejorando en el inglés?
Sí, me entiendo perfectamente. Lo más importante es la comunicación con el piloto, y es fluida.