Entrevista > Carlos Cipelletti / Músico (La Nucía, 1-febrero-1996)
Cualquier amante de la buena música ha soñado, al menos alguna vez, en convertirse en el protagonista de esas películas en las que, en mitad de una fría y oscura noche lluviosa -habitualmente, poco después de que la última mujer u hombre de su vida hasta ese momento le haya roto el corazón-, uno abre una portezuela casi clandestina.
Luego baja algunos escalones y se adentra en el tenebroso y humeante garito de pequeñas mesas redondas con una tibia lámpara encima, y se sienta, dando largos tragos de fuerte licor, a escuchar a la sempiterna banda de jazz que improvisa al fondo del local.
Fusión de estilos
Esa imagen, tatuada en el subconsciente colectivo, puede que sea realidad en algún lugar del mundo; pero lo cierto es que el jazz, sin llegar a ser ‘mainstream’, es mucho más luminoso, alegre y vital que todo eso.
Músicos como el nuciero Carlos Cipelletti, todo un renacentista que sueña con ser diplomático y mejorar el mundo a través de la palabra y la música, lo demuestran con su trabajo. El jazz, dice, es para todos los públicos, y para demostrarlo, en su repertorio se encarga de fusionar ese estilo tan ecléctico con otros ritmos y sonidos con los que le arrullaron cuando era apenas un bebé.
«El jazz es para todos los públicos y para todas las edades. Es una música universal y global»
¿El jazz es para todos los públicos?
Es para todos los públicos y para todas las edades. Es una música universal y global. Y eso es lo que la hace precisamente tan especial. Es cierto que en los últimos tiempos necesitamos, todos los músicos de jazz, acercar este género a generaciones más jóvenes y que vengan a escuchar esta música, porque no deja de ser música popular.
En su caso, ¿con cuántos años empezó a escuchar jazz?
Bueno, la música en mi casa siempre ha estado presente. Mi padre era cubano, por lo tanto, por esa parte, escuchábamos mucha música cubana, mucha rumba, salsa. El jazz me llega, sobre todo, por la parte materna, pues principalmente lo escuchaba por mi madre, que lo ponía mucho en el coche y en la casa. Miles Davis, John Coltrane, música jazz, afroamericana.
De hecho, en sus composiciones se dejan notar mucho todas esas influencias venidas de sus raíces familiares.
Queremos llegar a la gente joven. Hay quien considera la música jazz no sólo no de jóvenes, sino intelectual, elitista, y eso se puede derribar a partir del componente cubano. Lo que trato de hacer es fusionar distintos estilos, distintos géneros.
Eso es algo que lleva haciéndose mucho tiempo, pero yo lo hago introduciendo ciertos elementos que pueden resultar atractivos también para las generaciones que no están tan familiarizadas con este género o que no lo han vivido; no han vivido su desarrollo y que pueden sentirse identificados con algunos ritmos, algunas sonoridades o algunos timbres.
Mi objetivo, principalmente, es hacer de puente entre varias culturas, que al final es representar un poquito toda mi herencia cultural, principalmente entre España, Latinoamérica, Iberoamérica y Norteamérica. Y es por eso que, sin duda, la música que trato de hacer intento que abarque al máximo número de público, de edades y, en fin, que sea lo más diversa posible.
«Es muy importante que las nuevas generaciones sepamos garantizar un futuro sostenible para la cultura»
Pero usted sigue siendo insultantemente joven.
Tengo veintisiete años.
¿Y con veintisiete años se puede haber estudiado y se puede haber preparado una oposición para ser diplomático y, además, haber encontrado tiempo para componer tanta música?
Bueno, al final creo que requiere de mucha investigación y, sobre todo, de paciencia. Creo que hay que viajar, hay que salir de la zona de confort, eso sin lugar a dudas. Es lo que la gente llama perseguir los sueños.
Trato de adelantarme mucho, de visionar mis objetivos. Eso me permite, de alguna manera, observar y anticiparme. Creo que anticiparse es muy importante y que en el contexto sociocultural en el que vivimos, es fundamental que las nuevas generaciones, tanto de artistas como de no artistas, sepamos garantizar un futuro sostenible para la cultura.
Habla de la importancia de viajar. Vives en La Nucía, pero menos en el municipio nuciero, da la sensación de que ha estado en casi todas partes.
Sí, en los últimos diez años he estado poco.
«Viajar permite comprender nuestros propios objetivos y cuál es nuestra misión en este mundo»
Se lo ha ganado, porque ha podido viajar tanto gracias a haberse hecho merecedor de importantes becas.
Así es, gracias a ellas es realmente por lo que he podido realizar mis estudios. La beca de la Fundación Cultural Latin Grammy, la Asociación de Artistas e Intérpretes y, por último, la beca con la que regreso actualmente de Nueva York, que es la beca Fulbright. Animo a todos los jóvenes a buscar este tipo de becas, sea de la disciplina que sea.
Evidentemente, los músicos estarán más familiarizados con algunas de ellas, pero animo a todos los jóvenes a presentarse al máximo número de becas, porque son las que te permiten viajar, ver el mundo con otros ojos y, al final, entender y comprenderlo, así como nuestros propios objetivos, y cuál es nuestra misión en la sociedad.
¿Escucha otros tipos de música más actuales?
Trato de escuchar de todo. Creo que es importante. Al final, hay que estar muy conectado con el presente. Y sí, por supuesto, escucho también reggaetón. Cuando estoy en el gimnasio escucho rap, que me da un poco más de rabia para terminar los ejercicios.
«Resulta crucial cuidarse. Hay que tener un equilibrio entre la mente, el cuerpo y el alma»
¿Es importante mantenerse en forma para tanta actividad creativa e intelectual?
Es importante cuidarse. Hay que tener un equilibrio entre la mente, el cuerpo y el alma. Trato de ir al gimnasio cinco veces a la semana y, por supuesto, escucho también hip hop. Me gusta mucho. Y el neo soul también, con artistas como Robert Glaser, incluso artistas de jazz que conocemos precisamente hablando de ese elitismo que mencionábamos antes. Miles Davis, que es sin lugar a dudas uno de los embajadores más grandes del jazz. Es brutal.
Él fue uno de los artistas que trató, precisamente, de popularizar otra vez el jazz, participando con artistas, con raperos, con artistas de hip hop. Y eso es lo que permitió acercar esa música a una generación más joven.
Hay temas en su disco, como ‘Ilé-Ifé’, con nombres, cuanto menos, muy curiosos.
Es la tierra para los yoruba, donde comenzó el mundo. Los yoruba son una cultura que viene de Nigeria, y en Cuba, en la diáspora, fueron principalmente la población africana que fue esclavizada allí, en Nigeria y en Congo.
O ‘Lu-Fuky’.
Se trata de la palabra de la que supuestamente viene funky, que realmente significa mal olor. Viene de una palabra del Congo.
«Empecé a sentarme delante de un piano cuando tenía unos cinco años»
Vamos de nuevo al inicio. Si la música, contaba, le viene prácticamente desde el útero materno, ¿lo de ponerse frente a un piano cuándo empieza?
Pues esto comienza cuando tengo unos cinco años. En casa tenemos un piano que era de mi bisabuelo, porque él era compositor y pianista. Creó la cátedra de piano en Teruel. Se llama Ángel García Arévalo y bueno, la música siempre ha sido algo que ha estado ahí. Así, a los cinco años comencé a estudiar música… ¡y hasta ahora!
¿Cuándo publicó su disco?
Salió en 2021.
Hasta el pasado mes de enero no había tocado nunca ‘en casa’. Antes de enfrentarse a ese recital que dio en el salón de actos del Ayuntamiento de Benidorm, ¿sintió nervios por aquello de presentarse ante el público local?
Lo cierto es que sí que transmite un cierto respeto, sobre todo porque es mi casa, pero al mismo tiempo me crea una ilusión tremenda, porque es verdad que he tenido la suerte de poder viajar, de recorrer los Balcanes de gira y también he podido girar por Estados Unidos y Europa.
«Mi labor y la que quiero que sea mi misión es hacer de las artes un vehículo de paz»
Me hablaba antes de influencias musicales de la época de la diáspora y del esclavismo. En definitiva, de música en tiempos convulsos. Está usted preparándose para ser diplomático, una figura y una profesión que parece ser más necesaria que nunca desde el final de la Guerra Fría. ¿Cómo ve el panorama internacional en este momento?
Evidentemente, estamos en una situación internacional bastante conflictiva. Da la sensación de que vivimos en un conflicto internacional constante. Al final, mi labor y la que quiero que sea mi misión es hacer de las artes un vehículo de paz, y que las artes sean ese mecanismo que, en mi opinión, siempre han sido.
¿A qué se refiere?
Representan una cultura y es un lenguaje universal. Precisamente creo que hace falta más cultura en el mundo para comprendernos mejor. Es necesario que las artes estén más presentes dentro de la sociedad y creo que sin duda lo pueden estar, si las desarrollamos un poco más y las acercamos tanto a la gente desde un punto de vista popular como desde un punto de vista más gubernamental.
Pueden alcanzar unos objetivos que pienso que son primordiales para este mundo, que son los de la paz entre sociedades, entre culturas y entre países.
Ha rodado usted algunos videoclips con la compañía de músicos realmente envidiables.
He tenido la suerte de que algunos de ellos fueron mis maestros y que me ayudaron a desarrollar ese disco, aunque las composiciones son mías. Sin lugar a dudas, la interpretación de cada uno de ellos ha sido la que ha marcado el resultado de esta grabación. Está Bobby Martínez al saxofón o Manuel Machado a la trompeta. Está Rainer, el del Negrón, al contrabajo; José Luis Picó a la batería, Lluís Aguilar… en fin, podría seguir. Además, he tenido también artistas invitados.
Quise que fuese un proyecto de colaboración, que no estuviese solamente el foco en mí como solista. Quiero que todos mis proyectos se basen un poco en un espíritu de colaboración artística.