Resulta muy fuerte y arraiga aún hoy, entre tanta internacionalidad visitante, el apego benidormense, en la Marina Baixa, por su patrona (desde 1930), la Virgen del Sufragio o Naufragio, que sobrevivió en 1740 a la quema de la embarcación que la contenía (al arribar sin tripulación, las gentes del lugar, sobre todo pescadores, creyeron que aquella había fallecido por la peste). Siempre en noviembre, el futurista municipio se engalana de tradición.
Pero en el fondo estas fiestas patronales se celebran en un momento especial: al terminar la faena en la almadraba. Cuando regresaban los pescadores del mar. Porque el gran secreto a voces de las costas de la hoy Comunitat Valenciana es este: antes que agrícola, que también, nuestro litoral fue, como en buena parte del Mediterráneo, pesquero. Y esto marcó.
Pretérito arranque
Para cuando llegaron los romanos por estos lares, allá por el siglo III a.C., nuestras riberas océanas eran más bien ensenadas con islas interiores. Bahías gigantes tipo el primitivo Golfo de València o el que desde el Imperio bautizaron como el Sinus Ilicitanus o Golfo de Elche. El alimento llegaba sobre todo desde el mar, y existe un interesante registro fósil al respecto
Hacia el Eneolítico (de ‘aenĕus’, cobre, y ‘líthos’, piedra) o Calcolítico (de ‘jalkós’, cobre, y ‘líthos’), o sea, hacia la Edad del Cobre (entre el 8000 y el 3500 a.C.), en su parte final, se fechan los restos de anzuelos, arpones y otros avíos semejantes, de sílex, hallados en la Ereta del Pedregal, en el municipio de Navarrés (Canal de Navarrés). Que sí, que está allí arriba, pero recordemos que entonces pillaba más cerca el ahí abajo.
Los primeros avíos del oficio encontrados son de la Edad del Bronce
Lugares donde amarrar
De aquellos momentos, los actuales. Aunque la pesca está resultando un sector en especial castigado por las polémicas confluencias europeas para alcanzar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible impulsada desde 2015 por la Organización de Naciones Unidas (ONU), o al menos por su controvertida aplicación española, lo cierto es que esta actividad sigue constituyéndose en un importante sector económico en nuestra Comunitat.
En la actualidad, aún se mantienen operativos varios puertos pesqueros en nuestras costas, tanto en Castellón (Vinarós, Benicarló, Peñíscola, el capitalino y Burriana), València (el Port de Sagunt, el titular, Cullera y Gandía) y Alicante (este más Dénia, Xàbia, Moraira, Calp, Altea, Benidorm, la Vila Joiosa, El Campello, Santa Pola, Tabarca, Guardamar y Torrevieja), según el listado elaborado por la Generalitat.
El pasado año se llegaba a las 17.233,4 toneladas
Toneladas de capturas
Esto aún se traduce en un volumen de capturas ciertamente importante. De nuevo, según los datos aportados por la Generalitat para 2022, nada menos que 17.233,4 toneladas (tasados en 86.789.000 euros) en toda la Comunitat Valenciana (de las 807.195.472 toneladas en toda España, según los apuntes del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, dentro de los 184,5 millones de toneladas en todo el mundo, incluida pesca y acuicultura).
Por provincias, al frente queda la alicantina (10.099 toneladas, traducidas en 54.200.600 euros), seguida de Castellón (5.680, 5 toneladas, 23.784.400 euros) y València (1.453,8 toneladas, 8.804.000 euros). Quizá sorprenda el relativamente bajo (unas mil toneladas y media de capturas no dejan de ser una apreciable cantidad) valenciano, pero la provincia, en este caso, apuesta más por lo turístico, quizá producto de su orografía, y en potenciar las mercancías.
La pesca por arrastre es la mundialmente más usada
Cifras y leyes
Ya vimos que el del ‘cap i casal’ es el segundo puerto comercial en España, tras el de la gaditana Algeciras, el cuarto en el ámbito europeo y el vigésimo mundial. Pero en cuestiones pesqueras en 2022 ‘solo’ movió 285,7 toneladas de capturas (2.033.400 euros), frente a las 2.595,7 de Torrevieja (5.525.400) o las 2.460,9 (8.972.700) de Castellón. Alicante ciudad, por cierto, cuyo puerto se orienta también a mercancías y yates, se ‘quedaba’ en 377,9 toneladas (1.063.300).
Pero ello no deja para que la aplicación española, a la que se le acusa de ser la más rígida y, al contrario que otras, elaborada al margen del colectivo afectado, como ya se ha señalado en estas páginas (por ejemplo, en ‘La flota santapolera, en la cuerda floja’, septiembre de 2021), haga peligrar su volumen y aún la capacidad económica de encarar el oficio.
Palangres y redes
Se ha citado antes la almadraba, el sistema de pesca más tradicional por estos pagos, consistente en la instalación de un laberinto de redes; pero también se usa el palangre, que contiene una buena cantidad (pueden ser millares) de anzuelos. Este elemento, el palangre, puede colocarse en el fondo o flotando. Y finalmente, el de arrastre, con redes. Es el sistema mundialmente más usado, el más peliculero incluso.
Señalemos que actualmente ha sido muy perfeccionado, con aportes científicos al diseño de las redes y la adición de mejoras, como los dispositivos de escape para liberar especies no deseadas en la faena. No obstante, desde el estamento político la ‘solución’ obligada pasa únicamente por la reducción de días de pesca anuales (un 30% entre 2020 y 2023). Quién iba a pensar en ello en el Eneolítico, cuando fabricábamos anzuelos de sílex.