Los adoquines no son para los españoles. Esa máxima, tatuada a fuego en el imaginario del ciclismo español, ha tenido algunas honrosas excepciones a lo largo de la historia, pero no han dejado de ser la excepción que confirma la regla. Remotos son ya los tiempos, por no irnos a momentos antediluvianos, en los que Óscar Freire y Juan Antonio Flecha hacían soñar a la afición española en las mitiquísimas Vuelta a Flandes o París-Roubaix. Luego, sólo alguna incursión esporádica de Imanol Erviti o el propio Alejandro Valverde remontaron el interés por el bello ciclismo ‘clasicómano’ en nuestro país.
Pero eso puede que esté a punto de cambiar. Así, al menos, puede derivarse de la fabulosa victoria del alfasino Héctor Álvarez, este domingo, en la segunda y última etapa de la Guido Reybrouck Classic, disputada con salida y meta en Damme y sobre un recorrido de 122 kilómetros con hasta 14 tramos de adoquines que sumaron más de once kilómetros sobre esa superficie.
En una jornada marcada por el típico tiempo ‘pestoso’ de las grandes citas primaverales belgas, esas en las que se forjaron en el pasado algunos de los más grandes mitos del ciclismo, el pelotón decidió no darse ninguna tregua y rodó a un fortísimo ritmo desde el inicio mismo de la carrera.
Fueron incontables los intentos de formar la fuga buena del día, pero el gran grupo, congelado por las bajas temperaturas y la lluvia que no cesó en ningún momento, se empeñó en echarlos todos abajo imprimiendo una velocidad que desanimaba a cualquier valiente que pensara en llegar en solitario.
Así las cosas, la selección española se plantó en los kilómetros finales pensando en lanzar el sprint para el que, sobre el papel, debía ser su hombre rápido, Marcos Freire, hijo del triple campeón del mundo, que se quedó sin opciones debido a un contratiempo mecánico del que, en todo caso, acabó reponiéndose para firmar un muy buen top10 en meta.
Y ahí fue donde Héctor Álvarez hizo valer su magia. Forjado en la pista, donde es campeón de Europa de Ómnium, y ausente el claro jefe de filas en una llegada masiva, el de l’Alfàs del Pi se echó el equipo a la espalda y con un sprint portentoso, pura fuerza y convicción, se impuso ante algunos de los mejores Júnior del panorama internacional en una etapa en la que, además, Roger Parera hizo cuarto.
Con ese triunfo, Álvarez se convirtió en el mejor español de la general final firmando un 13º puesto en una carrera que, desde su nacimiento en 2015, ha visto vencer a figuras tan destacadas como Jasper Philipsen (vencedor este sábado de la Milán-Sanremo) o Remco Evenepoel, campeón del mundo en 2022, poseedor de dos Lieja-Bastoña-Lieja, tres Clásicas de San Sebastián o cinco etapas y una general en la Vuelta a España entre otros muchos triunfos.