Las inquietudes artísticas de Miriam Barea le proceden de todas aquellas manualidades que realizó de pequeña, junto a sus padres y abuelos principalmente, porque su arte es tan diferente como singular.
Trabaja, de hecho, con piezas que encuentra en el campo o le proporcionan sus propios amigos o familiares, elaborando esculturas con hierros, en las que sobresale el bordado, “al que quiero llevar a otro nivel”. Ese bordado, insiste, debe tener su protagonismo.
Formada en Bellas Artes en la Universidad Miguel Hernández de Elche, con sede en Altea, cuenta también con un máster en Diseño Gráfico y sendos cursos de Fotografía y Vestuario-Confección a Medida. También es fundadora y vicepresidenta de la asociación DAMAC de mujeres artistas de la Mancomunidad l’Alcoià i El Comtat.
¿Desde cuándo esa pasión por el arte?
Quizás desde siempre. En mi familia no hay creativos como tal, pero mi trabajo viene un poco inculcado por parte de mis padres y abuelos.
Mi padre, por ejemplo, ahora jardinero, trabajó durante mucho tiempo el hierro (soldador) e hizo labores más artesanas, y esa parte manual ha estado muy presente en mi vida.
¿Tu discurso artístico gira en torno a la mujer?
Sí, a sus diferentes roles. He notado en mi día a día que hay disciplinas -e incluso herramientas- que están socialmente vinculadas a un género o a otro.
En mis piezas intento crear un nuevo mensaje, una nueva identidad, mostrando técnicas asociadas a un género, pero que las puede emplear el otro. Unir estas dos técnicas me pareció muy interesante.
«En mis piezas, mis esculturas, intento crear un nuevo mensaje, una nueva identidad»
¿Qué objetivo tenías?
Generar un nuevo diálogo y un nuevo abanico de posibilidades, porque no todo tiene que estar definido. Rompo con lo establecido.
¿Con qué material trabajas?
Sobre todo con objetos encontrados que sean metálicos y que estén perforados, o perforados posteriormente por mí.
Me gusta que las piezas estén oxidadas, por la textura y color que genera el paso del tiempo, que dicen muchas cosas del propio objeto.
¿Cuánto tardas en elaborar una obra?
Es difícil responder, porque únicamente lo trabajo los fines de semana; el resto de días soy diseñadora gráfica.
Para una obra que exhibí en el proyecto Inflexions estuve más de tres meses, entre diseño, boceto y luego la realización en sí.
«Trabajo sobre todo objetos encontrados que están perforados o lo estarán por mí»
¿En qué estás trabajando ahora?
Principalmente una serie de esculturas que aparecerán en futuras exposiciones del colectivo DAMAC, compuesto por un grupo de mujeres artistas de la zona.
¿Cómo te inspiras?
La creatividad se entrena, porque al final del día tenemos muchos estímulos. En mi faceta como diseñadora gráfica busco ideas, tengo referentes; consumo un contenido que después me produce inspiración.
En cuanto a mis esculturas, el trabajo es distinto, mucho menos metódico. Me permito más el error, me distrae y permite que desconecte de todo lo demás.
¿Tus obras se pueden comprar?
Por supuesto. Es cierto que todavía no he vendido ninguna escultura, pero a raíz de la Mostra d’Art i Disseny -organizada por el ayuntamiento- hice una serie de grabados y funcionaron muy bien, con algunas ventas y diversos encargos.
Hasta ahora no me había enfocado en vender, sino que desarrollaba mi arte porque me gusta, me relaja, expresando lo que siento, mis emociones…
«Estoy realizando obras que aparecerán en futuras exposiciones del colectivo DAMAC»
¿El hecho de que valoren tu obra siempre sube la autoestima?
Sí, obviamente, a todos los artistas nos gusta sentirnos valorados, porque en ocasiones dices ¿gustará?, ¿no gustará?
Muchas veces tenemos muchas inseguridades y somos muy críticos con nuestro propio trabajo, si somos buenos o no. Quizás debemos hacer más las cosas que nos apetecen, sin pensar en los demás. Es importante saber gestionar emocionalmente los mensajes que te llegan, algunos de ellos negativos.
¿De cuál de tus obras estás más orgullosa?
Quedé muy contenta con la pieza que hice para Inflexions, ‘Despunta’, comisariada por Maria Guillem. Gustó mucho y durante la exposición sorprendió especialmente a los visitantes.
Era una reinterpretación de una obra de la colección de arte de Alcoy, ‘Religioses’, realizada en 1926 por Pedro Antonio Martínez Expósito. Me agradó cómo estaba representada la mujer, en este caso tres monjas, muy diferente a cómo suelen aparecen en los temas religiosos.
Finalmente, también eres una amante de la fotografía.
Es otra de mis pasiones. Me apunté a la Asociación de Fotógrafos de Alcoy y acudía, desde bien joven, por las tardes, tras finalizar en el instituto.
Recuerdo que me inicié con una cámara analógica, con carrete, de mi padre. A raíz de la carrera pude desarrollar esta faceta mucho más, profundizando más en la técnica, para mejorarla. Ahora no puedo tocar mucho la cámara, porque apenas tengo tiempo, pero antes me encantaba pasear y fotografiar las flores. Conservo muchas fotos de temas botánicos que no ha visto nadie.