Entrevista > Alejandro Castilla / Capitán de barco (València, 30-agosto-1974)
Alejandro Castilla viaja por Europa para recoger un barco y llevártelo al náutico de tu localidad. Este marino valenciano también patronea tu embarcación si quieres irte de vacaciones con amigos o en familia y olvidarte de las obligaciones del mar.
Si se da la situación, también se pone a los fuegos y cocina para la tripulación. Ha sobrevivido a tormentas. Ha gozado de la belleza de las calas más hermosas del Mediterráneo. A días, vive la soledad de la inmensidad del mar. Pero no puede pasar un largo periodo alejado de los suyos.
¿Cuántas semanas a lo largo del año no estás en casa?
Unos 120-140 días al año estoy fuera de València.
Supongo que esos días se concentrarán más en algunas épocas del año.
Sí, sí. Unos cien de esos días son en verano.
¿Es más hogar el barco que patroneas o tu casa en València?
No lo considero así. Paso mucho tiempo en un barco, pero me gusta estar cómodo. Soy muy hogareño y muy de mi casa, y como en casa no se está en otro sitio.
«Hay un dicho marinero que afirma que si no crees en Dios, basta con hacerte a la mar»
El mar, la naturaleza en general, es muy bonita en los anuncios de televisión… pero la realidad es otra. El mar puede ser muy hostil, ¿verdad?
Conozco sitios en el mar o pegados al mar más bonitos incluso que los que se ven en los anuncios de la televisión. La mayoría del tiempo el mar lo es, pero hay momentos muy duros.
¿Cómo de duros?
De hincar la rodilla. Se dice que si no crees en Dios, basta con hacerte a la mar. Es un dicho marinero que decora y encabeza incluso algunos cuadernos de bitácora. Y es verdad que en ocasiones me he encomendado a él.
Y eso que con el desarrollo de la tecnología parece muy difícil que uno pueda caer en desgracia: GPS, distintas aplicaciones…
Es cierto que gracias a las nuevas tecnologías sabes lo que va a ocurrir en todo momento. Las aplicaciones se han desarrollado muchísimo; sobre todo en meteorología son casi infalibles. Pero aun así y todo a veces te ves en alguna situación de riesgo.
¿Qué tal convives con la soledad en mitad del mar?
Me siento solo cuando echo de menos a los míos, a la familia, los amigos… cuando llevo mucho tiempo fuera. De media suelo estar seis días fuera y uno en casa a la semana. No obstante, la soledad del mar también se disfruta.
«Me encanta el atardecer en el mar, y he tenido la suerte de ver dos veces el rayo verde»
¿De qué modo se disfruta?
Se trata de una soledad que es muy auténtica. Uno cuando está en casa siempre tiene a su vecino a mano; a tu padre o a tu madre, a un hermano al otro lado del teléfono… Pero en el mar, cuando estás sin cobertura, te encuentras solo de verdad.
Es una soledad abrumadora. Pero es una soledad que también es agradable.
Un buen marinero se curte en el mar más que en los despachos. ¿Hasta qué punto la formación académica resulta útil?
El marinero se curte en el mar al cien por cien. Aquí la titulación sirve de poco. La experiencia en el mar te lo da y enseña todo. Para que veas hasta qué punto esto es así, nosotros hacemos cursos para capitanes que se acaban de sacar el título.
Más allá de la práctica presencial obligatoria para la obtención del título, no han hecho nada más. Incluso las prácticas que se hacen durante el curso son muy cortas y no dan para hacer una toma real del mar… o incluso, además de cortas, se marean en ellas y ni las aprovechan.
¿Existe solidaridad en el mar? ¿Es igual que la de la carretera?
Es aún más solidaria que la de la carretera. Es una solidaridad amplificada. Es una pasada.
¿Dónde has visto más suciedad, en el mar o en tierra firme?
En el mar no se ve nada de suciedad. Es inmenso. Alguna vez alguna botella en superficie, pero no se ve nada. He visto alguna publicación que hablaba de algunas playas sucias y culpaban a los barcos. Esto es falso.
«En el mar se curte el marinero al cien por cien. Aquí la titulación sirve más bien de poco»
¿Crees que se os quiere criminalizar?
Mira, cuando el viento va a hacia una playa, es decir, cuando el viento viene del mar, en esa playa o bahía no hay barcos, porque ese efecto produce mucho movimiento y no se puede fondear ahí.
Además de eso, está totalmente prohibido. Para eso hay WC y depósitos. La gente del mar cumple la normativa a rajatabla. La verdad es que a veces se publican cosas no sé por qué.
¿Cuál es el destino más complicado donde has navegado?
Administrativamente, en España (risas). Pero para fondear, por ejemplo, Croacia es difícil. Hay mucha roca. Has de fondear con mucha profundidad, soltar mucha cadena sin ver el ancla y claro, si estás acostumbrado a Baleares, por ejemplo, es un engorro el cambio. Además se cogen con una cuerda a un árbol. En fin, es un poco difícil.
También es verdad que los puertos no tienen tan buenos servicios como aquí. Aunque muchos son gratuitos, no hay ‘muertos’ donde amarrar y apenas existe marinería.
¿Y lo de la proliferación del pabellón belga en los barcos españoles…?
Es una cuestión administrativa. En parte muchos lo hacen para ahorrarse dinero y normativas, ya que la bandera española te obliga a llevar a bordo un número de elementos que otros países no te exigen. Las leyes de Bélgica son más laxas.
¿El destino más bonito por el que has navegado?
Te diría muchos, pero no somos conscientes de lo que tenemos aquí cerca. Baleares para mí es el paraíso. Pero la Costa Esmeralda también es una maravilla. Croacia es una pasada. Todo el Mediterráneo es un gran paraíso que no te acabas.
«Una solidaridad amplificada es la que se produce en el mar; es una pasada»
Para ti, ¿cuál es el mayor problema para un patrón?
Como problema lo único que me fastidia es estar muchos días fuera de casa. Más de diez se me hace muy duro.
¿Involucras a los clientes o sólo te piden que los lleves en el barco a destino sin más?
En la navegación a vela les gusta participar. Suele ser gente muy educada y que les gusta compartir y estar todos en la misma familia. Muy pocas veces hay clientes que te dejen un poco de lado o se pongan ‘snobs’. Te preguntan y te piden que participes en sus cosas.
Además de patronear la embarcación, ¿qué otras tareas sorprendentes te ha tocado hacer a bordo?
Normalmente mi obligación es llevar el barco y velar por la seguridad. En ocasiones, con barcos grandes, me ha tocado dejar al cocinero y a las camareras en puerto, porque para los clientes no daban la talla y me tocaba a mí luego asumir esas funciones….
¿Y…?
Pues mira, cuando eso ha sucedido todo ha ido de maravilla. Los clientes terminaron con unas vacaciones perfectas. Yo cocino muchas veces por placer, así que me gusta compartir lo mío con los demás.
«Baleares para mí es el paraíso; todo el Mediterráneo lo es»
¿Cuáles son las ventajas de viajar en barco para ti?
Fíjate que se trata de unas vacaciones en las que vas con tu maleta, con tu casa, por así decirlo, a un montón de sitios. Pero siempre con todas tus cosas a bordo; no has de mover la maleta. Te cambias, te duchas, sales… lo tienes todo a mano.
Desmontemos tópicos. ¿Es cierto que lo ideal es tener un amigo que tenga barco y no tenerlo tú?
Nunca tendría un barco y mira que me gusta el mar. Me parece un disparate por economía y por el uso que le vas a dar al final. Lo mejor creo yo es el alquiler. Vuelas al destino y allí alquilas el barco. Existe mucha oferta en todo el mundo. Y cada vez mejor y muy fiable.
¿Qué me comentas de ese romanticismo que envuelve la estampa marinera?
Los momentos románticos los vives varias veces, claro que sí. Imagínate la estampa en plena mar, en Cala Saona viendo un atardecer, con una copa en la mano y escuchando buena música… Es idílico, ya te lo aseguro.
Pero la cantidad de trabajo y quebraderos de cabeza que te da tener un barco en propiedad, por volver a la pregunta de antes, yo creo que no compensa. De hecho, la mayoría de la gente que conozco lo ha terminado vendiendo. Otra cosa es que lo tengas en gestión de ‘charter’ y te vaya dando ingresos.
¿Es para clientes exclusivos o cualquiera se puede permitir un viaje en barco privado?
Es la forma más económica de irte a Baleares, por ejemplo. Alquilar un barco de tres dormitorios entre tres parejas viene a ser unos setecientos euros por persona. Luego aparte el patrón. Una semana a ese precio allí son unas vacaciones de hadas. No es para gente VIP. Yo siempre lo he hecho desde jovencito.
«Cala Saona viendo un atardecer, con una copa y escuchando buena música… eso es idílico»
¿Hasta qué edad te ves a la caña de un barco?
Esa pregunta me la hago yo también. Veo gente con bastante edad patroneando aún. Creo que mientras te encuentres fuerte. Para llevar un velero tú solo has de estar en forma. Tengo un cliente de 72 años que me ha dicho que este año será su última vez.
¿Has vivido alguna situación de riesgo real?
Sí, en alguna ocasión. Por ejemplo, una vez cortando el Jónico hacia Grecia en un ‘delivering’. Contaba con que hubiera veinticinco nudos de viento y luego hubo rachas de 35. Un mar de mucha ola. Mis compañeros ‘palmaron’ de mareos y vomitaban en el suelo. El piloto automático no podía con las olas y el barco se salía de su rumbo.
Tuve que tomar el timón a mano. Era diciembre y así estuve casi cuarenta horas sin soltar el timón: olas, peleas con el mar y ninguno de la tripulación sin poder sustituirme porque estaban Knock Out (KO, fuera de combate). Luego pasé tres días con agujetas de tanto temblar.
¿Algún libro, película que recomendar?
Aunque no del modo vocacional que lo hago yo, que es llevar a la gente a las islas, que es algo seguro y tranquilo, pero hay un libro de una pareja que navega con su velero por el mundo que es una novela chula y muy real: ‘El cazador de barcos’.
A bordo, ¿es más bonito un amanecer o un atardecer?
Para mí el atardecer. No soy muy de madrugar (risas). Además, he tenido la suerte de ver dos veces el rayo verde. Hay mucha gente que lleva años en el mar y nunca lo ha visto. Yo en Cala Saona los he visto.