Aurelio Blasco Grajales tuvo una vida apasionante, llegando a ser jurista, diputado provincial, abogado, político -vinculado a la República-, periodista y masón. “Fue muy importante dentro del libre pensamiento valenciano”, relata Pilar Maestre, su biznieta.
Nacido en València en 1850 en el seno de una familia acomodada, pronto se trasladó a Faura, donde el joven Aurelio comenzó a mostrar interés por la política. En 1859 ya era miembro de la Juventud Republicana y años más tarde (1868) acompañó a su padre durante la Revolución Gloriosa.
“Verdaderamente fue su padre el que le introdujo en la política. De hecho, mi tatarabuelo había pertenecido a los carabineros de Garibaldi, estando presente en la Unificación de Italia”, señala. Sin duda, Aurelio iba asimilando las ideas liberales que le llegaban.
Política y abogacía
Afiliado al Partido Republicano Demócrata Federal en 1869, estudió Derecho en València, Madrid y París, “logrando un gran prestigio, pues fue considerado el número uno del Colegio de Abogados de València”.
Desarrolló su labor, explica Pilar, en numerosas ubicaciones (Barcelona, Xàtiva, Sueca, Alzira…), protagonizando el famoso caso de los siete presos de Cullera. “Se celebró un juicio militar a consecuencia de ese motín y mi bisabuelo fue el único abogado civil presente”.
Igualmente popular fue su participación en la Noche de San Daniel, cuando los estudiantes se sublevaron ante el Ministerio de Educación por la destitución del catedrático de la universidad.
Excelente letrado, llegó a ser considerado el número uno del Colegio de Abogados de València
Masón
Se inició en la masonería en 1885, siendo determinante en ello su exilio en Bruselas (acompañando a Sagasta). Bajo el nombre de Danton, fundó en 1887 una nueva logia en València llamada Puritana, de la que fue el primer vigilante.
“Era un librepensador y producto de eso también fundó el grupo ‘El independiente’”, rememora Pilar, quien nos remarca que en esos años la masonería estaba muy enlazada con la política, sobre todo con los republicanos, “que partían de los mismos ideales”.
Así, como masón participó en diversos congresos, como el que los librepensadores organizaron en Roma en 1889 para homenajear a Giordano Bruno, ante cuya estatua Blasco Grajales defendió sus ideas, acción que le ocasionó una dura crítica de Antolín Monescillo, entonces cardenal-arzobispo de València.
Como masón fundó una nueva logia en València, llamada Puritana, de la que fue el primer vigilante
Anticlerical
Casado con Josefa López, tuvieron cinco hijos: Josefina, Aurelio, María del Socorro -fallecida con doce años-, Giordano y Mª Estrella. No obstante, y debido a su fuerte sentimiento anticlerical, pronto dejaron de vivir juntos, manteniendo eso sí el contacto con sus hijos.
El mayor exponente de su anticlericalismo lo encontramos en la publicación de ‘La antorcha Valentina’ (1889-1903), periódico quincenal, librepensador, que presidió y contra el que el arzobispo de València, Ciriaco Sancha, firmó un decreto de excomunión en noviembre de 1894.
Anteriormente, en 1887, había fundado el periódico ‘La revolución’, al tiempo que en 1891 fue nombrado segundo teniente de alcalde de València. Gran activista, se presentó a las elecciones legislativas de 1893, no logrando el anhelado escaño, aunque dos años después sí se convierte en diputado provincial.
Se casó con Josefa López y tuvieron cinco hijos, distanciándose por su fuerte sentimiento anticlerical
Familia eldense
Blasco Grajales nunca llegó a residir en Elda, pero sí gran parte de su familia, “especialmente su extensísima descendencia”, expone Pilar Maestre, nacida en nuestra localidad en agosto de 1962.
“Estrella, mi abuela, se quedó viuda con 34 años y cuatro hijas a su cargo”, manifiesta, en una época en la que la mujer no podía trabajar y tenía muy pocos derechos. Se fueron a vivir, junto a su madre Josefa, con su hermano, Aurelio hijo, policía destinado en Reus (Tarragona).
Al estallar la revuelta en Barcelona, al inicio de la Guerra Civil, pidió traslado a su tierra. “Se lo concedieron a Elda, donde se desplazaron”. Lamentablemente, Aurelio fue abatido unos meses más tarde, en 1937, en una redada en la calle Jardines.
Los últimos días de Aurelio
Concluida la Guerra Civil, un Aurelio que vivía en la penuria -con pequeños ingresos por la venta de sus libros-, se domicilió en Torrent. Muy enfermo, a los 89 años, fue acogido en el asilo de las Hermanitas de los Pobres de València, donde parece ser que recibió presiones para hacerle abjurar de sus ideas.
Pilar nos confiesa que siempre llevaba encima un dietario -dentro de su calendario-, donde escribía todos los días de 1939, su último año de vida. “Su postrera anotación fue el 20 de octubre, falleciendo tres semanas después, el 13 de noviembre”, suspira.
Pero curiosamente, añade, el 10 de noviembre el abogado Pascual Serrano mandó una carta a Salamanca a Marcelino de Ulibarri, amigo personal de Francisco Franco, diciéndole que le devolvía la documentación del venerable que siempre andaban buscando, Aurelio Blasco Grajales. Fue enterrado en la fosa común, sección séptima, del cementerio de València.