Entrevista > Carmen Belmar / Corredora de montaña (Carrión de Calatrava, Ciudad Real, 21-mayo-1969)
Las carreras trail, por la montaña, son tan duras como gratificantes, especialmente los metros finales de la prueba. ¿Se imaginan realizarlas con únicamente un cinco por ciento de visión? Esas son las sensaciones que percibe en cada competición Carmen Belmar, cinco veces consecutiva campeona de España de la especialidad.
De origen manchego, se siente plenamente afincada en la Comunitat Valenciana, tras cerca de un cuarto de siglo en Llíria. Ama por encima de todo la sierra, donde es feliz, porque “me aporta olores, sonidos, pues si no ves escuchas mejor, como el canto de los pájaros o el ruido del viento en los árboles; maravilloso”.
Recientemente la Federació d’Esports de Muntanya i Escalada de la Comunitat Valenciana (FEMECV) le otorgó un premio al Mérito Deportivo. Lo recibió con una “enorme satisfacción”, porque le da todavía más fuerzas para seguir con su sueño: el de correr mientras las fuerzas le acompañen.
«Una de las mejores cosas que me ha proporcionado la enfermedad es conocer gente maravillosa»
¿Qué magia tiene la montaña?
La montaña lo tiene todo, y la diferencia de correr por ella respecto al asfalto es abismal; siempre digo que en la sierra es donde más feliz me siento.
Es mi hábitat, lo necesito como el aire, ¡me produce un bienestar general tan grande, a todos los niveles! Aunque deje de correr, por favor, que me sigan sacando allí con la barra.
¿Cuáles son los valores que allí se obtienen?
Solidaridad, compañerismo, amistad… Una de las cosas que me ha regalado la enfermedad es conocer gente maravillosa, muy especial, generosa y altruista, que te regala lo más preciado que tenemos después de la vida, que es el tiempo. Mis guías disfrutan ayudando, algo muy poco habitual en la sociedad actual.
Explícanos tu deficiencia en la visión.
Tengo dos enfermedades: retinosis pigmentaria y miopía magna, ambas genéticas, de nacimiento y degenerativas. De niña, lo máximo que he llegado a ver ha sido un cuarenta por ciento, que he ido perdiendo a lo largo de los años.
Es una patología cuya mayor parte de los casos acaba en ceguera, como sucede con mi hermano mayor, Ángel, que solo ve una mínima luz.
«Mi intención es seguir corriendo mientras tenga fuerzas; dependo más de disponer o no de guías»
¿Lo mismo sucederá contigo?
Se supone que sí, aunque cada persona desarrolla la enfermedad de una forma diferente y algunas llegan a la vejez viendo algo.
Mi intención es seguir corriendo hasta que tenga fuerzas, pero mi carrera depende incluso más de disponer o no de guías. Por ejemplo, otro de mis compañeros, Juan Menor, está totalmente ciego y continúa corriendo.
¿Cómo es una de tus carreras?
Difícil, porque aparte que veo poco, mi retina necesita unos instantes para captar una imagen y estar muy cerca, por la miopía magna.
Al correr, cuando veo esa imagen, ya la he pasado, por la velocidad que llevo. Tengo muchos momentos en los que no veo nada y, con piedras o trepadas, lo dificulta todavía más. Debo confiar totalmente en las indicaciones de los guías -que son varios, como Vicenta del Camp Castell y Pepe Martínez Sanz-, que no se despisten, y sujeta a la barra para no caer.
¿Llegas a pasar miedo?
No soy de las que más cae, pero en las bajadas técnicas sí que llego a pasar miedo. Es entonces cuando más sufro, bajando: llevo mucha tensión y temor, sobre todo en los momentos que vamos deprisa.
Les grito a los guías que vamos muy acelerados, y me contestan que confíe en ellos. Pero tengo pánico a torcerme un tobillo, hacerme un esguince…
«Disfruto de muchos momentos, cómo me cuidan o me gastan bromas y, sobre todo, al llegar a meta»
¿Cuáles son los instantes más felices en la montaña?
Son varios. Primero cuando disfruto de las sensaciones, además de cómo te ayudan y te gastan bromas los guías, especialmente en los momentos de bajón o en una caída. Ves de qué modo se esfuerzan por ayudarte y te da una satisfacción muy grande.
Y, por supuesto, cuando terminas la carrera, ver que has llegado a meta, sea en el puesto que sea. ¡Me sale una sonrisa enorme!
¿Qué ha significado el premio recibido por la FEMECV?
No me lo esperaba y ha sido una gran alegría. ¡Me llevé una ilusión enorme!, porque siempre me gusta estar en un segundo plano.
Sé, asimismo, que lo que hago puede ayudar a otras personas que padecen una enfermedad similar.
¿Y tus próximos retos?
Después de realizar una carrera de veintiséis kilómetros por el País Vasco a principios de mayo, ya estoy preparándome para los siguientes objetivos: la media y la maratón de València; una carrera en Bronchales (Teruel), a finales de junio, que todavía no sé si correré; y Campeonato Nacional de Deportes de Ciegos, que tendrá lugar en noviembre.