Las necesidades de la administración pública son insaciables: cada vez precisan de más gente para desarrollar un trabajo. La Taula de Canvis o Canvi de València, su tabla (o mesa) de cambios y depósitos, operativa desde 1407 a 1416, resucitada entre 1519 y 1649 y de nuevo en marcha desde dicho año hasta 1719, requirió más de una decena de personas, al menos, para poder desempeñar su función.
Esta institución, basada de forma muy física en una mesa y unos libros de contabilidad, funcionó durante varios siglos en un contexto, una València (que también disfrutó de su Siglo de Oro, entre el XIV y el XV) convertida en importante puerto de la Ruta de la Seda (desde el XIII hasta el XVII, especialmente), hasta el punto de que la Lonja de la Seda fue una de sus sedes.
Oficios varios
Bastantes eran los oficios desarrollados en la Taula. Primero nos encontrábamos, en lo alto de la pirámide laboral, con oficiales mayores: el Escrivà o escribano (notario a cargo de los ‘Llibres manuals’, libros manuales, donde se anotaban entradas y salidas de dinero y joyas) y el Tenedor del Llibre Major (este mercader consignaba los nombres de quienes realizaban operaciones en la Taula para guardarlo en la Caixa, caja, de Gros).
Luego, los Caixers (cajeros) de Gros (‘gros’, grande; generalmente unos tres, que examinaban el balance de la Caixa de Gros) y de Menut (pequeño; mercaderes que pagaban y cobraban todas las cantidades operadas en la Taula). Después, otra escala en la pirámide, los oficiales menores, dos: el Verguer (vigilante) de la Taula, quien custodiaba al Caixer de Menut, y el Bastaix (porteador, el que llevaba la Caixa de Menut).
Necesitó de más de diez personas para desempeñar su función
Más trabajadores
No acababan aquí los oficios. Había una serie de técnicos que se encargaban de poner al día aquí y allá. Y por si faltaba alguien, además faenaba por aquí el subsacristán de la Catedral de València, la Seu. La Caixa de Gros se guardaba nada menos que en la sacristía del templo, ‘en sagrado’.
Parece, pues, que todo el mundo tenía clara su misión, aunque no deje de gravitar la Ley de Parkinson (formulada por el historiador Cyril Northcote Parkinson, 1909-1993, en su libro satírico de 1957) de que el trabajo se expande “hasta llenar el tiempo disponible para que se termine”, y si un administrativo decide que se contrate a otro para ser más eficiente, el nuevo hará lo mismo, y todo se ralentizará.
Faenaba por aquí el subsacristán de la Catedral, La Seu
Otros tres ejemplos
¿Aparecían registrados muchos desmayos en la funcionalidad de esta Taula de Canvis? Se dio uno bien feo que llevó a acabar con su segunda etapa, al detectarse la falsificación de albaranes en un momento en que la economía ciudadana renqueaba debido a los disparados gastos por la visita, en 1585, además de a Zaragoza y Barcelona, de Felipe II (1527-1598).
Esto ayudó a la paulatina desaparición de la entidad. No era la única en territorio español, en puertos de siembra occitana. En concreto, además de València, había en Gerona o Girona y en Barcelona. Esta última Taula abrió en la Lonja de la Ciudad Condal el 20 de enero de 1401 para convertirse en el primer banco público europeo.
Se detectaron albaranes falsificados en su segunda etapa
La decadencia
Así pues, nos encontramos ante una institución foral (basada en un derecho histórico y propio) que funcionó en tres etapas: la de la Taula propiamente dicha, la nueva o Nova Taula y, finalmente, la Novíssima Taula, que alcanzaba hasta unos años después de la parte que nos afectaba directamente de los Decretos de Nueva Planta (1707-1716), con los que Felipe V (1683-1746) finiquitaba la Corona de Aragón (1164-1707) y, con ella, sus reinos asociados.
Como el de Valencia (1238-1707), que verá desaparecer la Taula hasta su total liquidación. Tengamos en cuenta que el absolutismo de Felipe V, primer rey Borbón en España, estaba enfocado hacia una centralización del Estado, en vez de la estructura medieval del monarca como un señor de señores o, más propiamente, rey de reyes, con la consiguiente pérdida de poder debida a la segmentación territorial y política.
Fin del servicio
De esta forma, la Taula de Canvis o Canvi valenciana dejaba el camino expedito, por ejemplo, para que entrase la ‘banca particular’, lo que hoy llamaríamos la banca privada. Y cabe recordar aquí que las Cortes Valencianas, las Corts, nacidas en 1238 como una asamblea normativa basada en los estamentos real, eclesiástico y militar o nobiliario, habían decretado el 7 de noviembre de 1585 que el ‘cap i casal’ quedaba libre de bancas particulares.
La reunión, por cierto, había tenido lugar en Monzón (Huesca), convocada por Felipe II (el nueve se lo dedicó a los aragoneses y el catorce a los catalanes), lo que podría haberle dado más alas a la Taula valenciana, para una ciudad donde, además del agro, se comerciaba con cerámica, curtidos, muebles y seda. Pero hubo que esperar al 20 de marzo de 1900 a que se fundara el Banco de Valencia. No hubo más etapas para la Taula.