Entrevista > Miguel Bou / Campeón de España de aguas abiertas (La Nucía, 12-diciembre-2003)
Todavía no ha cumplido los veintiún años, pero Miguel Bou se ha convertido, gracias a sus resultados, en uno de los deportistas más laureados de La Nucía. Su logro más reciente ha sido el campeonato de España de aguas abiertas disputado en Sevilla, en pleno río Guadalquivir. Ahora, centrado a partes iguales en sus estudios y en la competición, repasa su trayectoria y habla sobre sus retos futuros.
¿Cuándo empezaste en la natación?
Compitiendo llevo desde los seis años. Empecé bien pequeñito. Pero nadando como tal, empecé a los dos años.
La natación es un deporte muy solitario, en el que aunque entrenes con más gente, el esfuerzo es tú contra ti mismo. ¿Te gusta esa sensación de soledad y de estar con tus propios pensamientos?
La verdad es que empieza a ser un poco pesado. Aunque compito con más gente, entreno solo. Desde que entré a la universidad, hace tres años, ya no entreno con el club ni con más gente, porque o no se adecuan a mí o ya son un poco más lentos. Entonces, prefiero entrenar solo y hacerlo bajo mi propia dinámica.
Pero hay días que es muy pesado, sobre todo cuando tocan series largas. Sufres tú solo y no hay nadie que te anime. Se hace bastante pesado de vez en cuando.
«Prefiero entrenar solo y hacerlo bajo mi propia dinámica»
¿Cuánto nadas de media a la semana tanto en tiempo como en distancia?
A la semana nadaré mínimo cinco horas, haciendo una hora al día, quitando las competiciones y entrenando una media de 3.000 o 3.500 metros diariamente.
¿Cómo fue el campeonato de España de aguas abiertas en el que conseguiste el triunfo?
Se disputó en Sevilla, en el río Guadalquivir. La verdad que me encontré bastante a gusto.
Supongo que el agua estaría todavía bastante fría.
Estaba como en la playa. Se estaba muy bien; nadé sin neopreno y no pasé nada de frío.
Hay quien piensa que dentro del agua no se puede sudar, pero en travesías de verano, con el agua a treinta grados, se pasa mucho calor. ¿Prefieres esas pruebas con el agua caliente o las que se disputan con temperatura más baja?
Me encuentro a gusto en el punto intermedio, en el que no está ni fría ni caliente. Esas en las que puedes ir al límite y no pasar ese calor excesivo, pero tampoco un agua fría para ir congelado nadando, la verdad.
«Nado unas cinco horas semanales y entre 3.000 y 3.500 metros diarios»
En las travesías en el mar, aunque esté algo revuelto, la visibilidad suele ser amplia, pero supongo que en un río, como en este caso, no fue así.
No, en el río no se ve nada. Y justo en el Guadalquivir, que era ‘negro’. Cuando salimos en grupo, que estamos todos pegados, debajo del agua no veía ni a quién tenía al lado. Sólo lo ves cuando respiras y levantas la cabeza, pero no se ve nada, ni peces, y es un agua bastante sucia.
Y eso, mentalmente, ¿cómo se gestiona? No sé si tienes siempre ese pensamiento de ‘a ver si va a venir algún bicho desde abajo’.
Voy más sugestionado cuando entreno, porque voy nadando solo, aunque mi padre me suele seguir haciendo paddle surf. Pero cuando voy compitiendo, como estoy a lo que estoy, que no estoy pensando en nada más que en nadar, ni me doy cuenta.
La manera de nadar en un río, por aquello de la corriente y la falta de visibilidad, ¿se tiene que preparar de alguna manera especial?
Efectivamente, no suelo nadar en ríos. Yo empleo la misma técnica que en el mar, y a diferencia de esta, levanto mucho más la cabeza para poder tener referencias.
A lo mejor, en vez de levantarla cada quince brazadas, la levanto cada siete, más que nada, para lo que hablábamos de referencias, tener controlados a mis rivales por delante y también girarme para ver a los que están detrás. Pero la forma y la técnica de nadar es como si nadara en una piscina.
Tienes muy buenos resultados tanto en pruebas de piscina corta, muy explosivas, como en las de mucho fondo. ¿Cómo planificas la temporada para poder afrontar con éxito dos especialidades tan distintas?
Se encarga de todo mi entrenador, Ángel Alfaro. Creo que gran parte de mis éxitos los tiene él, porque la planificación es perfecta. En todo momento está pendiente de mí y me pregunta sobre todo: le interesa mucho qué pruebas tengo cerca, qué distancia, qué días para ir preparándola.
Como has dicho, no se prepara un cincuenta de la misma manera que un 3.000 o una travesía.
«Gran parte de mis éxitos se los debo al trabajo de mi entrenador»
¿Prefieres piscina corta, piscina larga o las travesías?
Aguas abiertas.
¿Es menos aburrido?
Eso para empezar, porque tienes a todos los rivales alrededor y a mí me gusta. Soy como Marc Márquez. Me gusta mucho el cuerpo a cuerpo, tener un chico aquí al lado, al otro por el otro. Además, en la piscina estás tú, tu calle, y no influye nada más. No hay factores externos que puedan afectar, pero en el mar sí que hay otros factores.
Por ejemplo, yo he ganado y he perdido travesías por coger una ola bien. Son cosas que me motivan. Cuando estás dentro del agua y ves una salida con doscientas personas, evidentemente es mucho más motivador que nadar en una piscina.
¿A partir de qué distancia te empieza a gustar una travesía? ¿Y a partir de qué distancia por encima dices ‘esto se me va a hacer muy largo’?
Era partidario de hacer 5.000 metros, esa era mi distancia. Pero últimamente, como estoy entrenando también bastante piscina, hasta los 2.000 o 2.500 soy un especialista; pero hasta los 6.000 voy bien.
He llegado a hacer travesías de 31 kilómetros en el río Ebro. Acabas la travesía que no sabes ni dónde estás.
¿Cuántas horas te tiras en eso?
Bueno, hice el récord de la prueba y fueron cuatro horas y media. Eran diez kilómetros bajando, diez en recta y diez subiendo. Se hizo muy pesado.
«Me encuentro cómodo nadando travesías de hasta 6.000 metros, pero ya gané una de 31 kilómetros en el Ebro»
Volvamos a la cuestión del aburrimiento durante los entrenamientos en solitario. Hoy en día se puede ir escuchando música con auriculares acuáticos. ¿Los usas?
No. Eso lo usa mi madre, pero yo no puedo, porque hago los virajes rápidos y se me caen. Yo, por ejemplo, voy cantando en mi cabeza. Llevo el Garmin, que me va contando los metros, y voy pensando mis cosas o me pongo a cantar.
Si te quito el Garmin y nos tiramos al mar a nadar, sin referencias y sólo por el tiempo y por la cadencia que llevas nadando, ¿serías capaz de acertar los metros finales que has nadado?
Creo que sí. Llevo tantos años nadando que te podría acertar el tiempo y los metros.
Antes te he preguntado por tu preferencia en cuanto a las distancias, pero ¿qué travesías son tus preferidas?
Una de las que más me gusta nadar es la de Almassora. No tiene nada de especial, pero fue la primera vez que gané a dos personas, uno que era olímpico y otro que también ha estado en campeonatos muy importantes. Y, sobre todo, la de Tabarca a Santa Pola, que es todo un clásico.
Esa travesía es durísima, tanto por la distancia como por las condiciones que suele haber en esa zona.
Me encanta. Son 1.300 nadadores y la pude ganar el año pasado. Es pura emoción… es una locura. Y sí, es muy larga, 6.000 ‘metritos’ (ríe).
«No he tenido opción de ir a unos Juegos Olímpicos porque no he tenido padrino»
Acabas de decir que pudiste ganarle a un olímpico. Ya tenemos los Juegos Olímpicos de París a la vuelta de la esquina y la natación en aguas abiertas es deporte olímpico, pero no siempre los méritos deportivos terminan abriendo las puertas de un sueño olímpico. ¿Todavía albergas la esperanza de poder ir a Los Ángeles dentro de cuatro años?
Estaría muy bien, pero sinceramente ya es una cosa de la que he desistido. Cuando tenía que haber entrado no me cogieron por no tener padrino, por no tener a nadie dentro, y ahora estoy centrado en acabar la carrera.
¿Qué estudias?
Estoy estudiando Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la Universidad de València.
¿Y con vistas en el futuro de dedicarte a la natación o no tienes una meta concreta en este sentido?
La verdad que me gustaría bastante. Mi intención es ser docente, pero me gustaría tener como segundo oficio y más que nada como hobby un club de natación. Para eso es necesario tener la licenciatura.
Estudiar mientras uno se dedica, como en tu caso, al deporte de alto nivel requiere de muchos sacrificios. ¿Te cuesta hacerlos?
Sí. Te pongo un ejemplo. Pasado mañana tengo un examen y he estado entrenando dos horas. Son dos horas que te quita de poder estudiar. Pero también están los sacrificios a nivel personal. Algunas veces vienen mis amigos para salir un viernes y yo tengo que nadar un sábado y, claro, todo no puede ser.
«En España faltan muchas ayudas para los estudiantes que nos dedicamos al deporte de élite»
¿Te cuesta tomar esa decisión? ¿En algún momento has tenido dudas pensando que si dejases de nadar podrías pasártelo mejor? No sé si has tenido esa crisis existencial en algún momento.
Quizás, cuando tenía quince años, pero ahora, con veinte, ya lo veo diferente. Para mí nadar es mi forma de vida. Salir de fiesta tampoco me aporta mucho. Prefiero entrenar, tener mi vida, por así decirlo, saludable.
Existen pocas ayudas en España para deportistas de élite que a la vez quieran estudiar.
Faltan ayudas, y muchas. Por ejemplo, en la Universidad de València no te dan ninguna ayuda. Este cuatrimestre he tenido que faltar a un mogollón de clases por campeonatos, y no porque quiera, sino porque me tenía que marchar, ya que competía el viernes y tenía, a lo mejor, ocho horas de coche. Ni siquiera eso te justifica la falta. Tienes que apechugar y ya partes con menos nota simplemente por ser deportista de élite.
¿Cómo es el nivel de la natación en España comparado con el resto del mundo o, por lo menos, con nuestro entorno más cercano en Europa?
No te diría que seamos los mejores, porque los nadadores alemanes o italianos son muy rápidos. A España la situaría en un top 3 o top 4.
En ese mismo sentido, pero a título personal, ¿cómo te has visto en competiciones internacionales?
Muy bien, sobre todo en mundiales como los de Dubái, Grecia y demás, donde no nadaba sólo con gente de mi edad. Había gente desde dieciocho hasta cincuenta o sesenta. Gracias a Dios he tenido suerte de ganar. Entonces, muy contento.
Todo esfuerzo tiene su recompensa. Llevo entrenando toda mi vida muy duro, con muchos sacrificios y, por así decirlo, en gran parte me lo merecía.