Entrevista > Paloma Cuadrado Román / Jueza de paz (Petrer, 3-abril-1994)
Figura cercana y conciliadora, muy habitual en municipios que carecen de Juzgado de Primera Instancia e Instrucción, la labor de un juez de paz no se limita tan solo a inscribir bodas, nacimientos o defunciones, sino que va mucho más allá porque asumen competencias específicas mediando en la resolución de disputas vecinales o familiares por hechos de menor importancia o gravedad, y promoviendo acuerdos mutuos en actos de conciliación, para no tener que llegar a un procedimiento judicial con el coste económico que ello supone.
Desde hace un año, Paloma Cuadrado es la jueza de paz de Petrer. Un cargo para el que, afirma, “la paciencia, la responsabilidad y la capacidad de empatizar con los problemas de los ciudadanos” son cualidades importantes.
Precisamente, la reforma de la justicia que está preparando el ministerio, con la futura Ley de Eficiencia Organizativa que pretende transformar los más de 7.000 juzgados de paz actualmente existentes en España en oficinas de justicia, amenaza su existencia. Un nuevo papel que no parece inquietar demasiado a Paloma, porque asegura que, sin importar el nombre que al final lleguen a tener, los hasta ahora juzgados de paz continuarán siendo fundamentales para seguir prestando servicio al ciudadano.
Desde hace un año eres la jueza de paz de Petrer. ¿Qué tal te has sentido trabajando aquí durante todo este tiempo?
Pues la verdad es que entré con un poco de miedo, porque, aunque conocía las funciones, no era consciente de todo el trabajo que se hacía en un juzgado de paz. Tan solo conocía lo relacionado con las bodas y poco más. Pero, como en cualquier lugar de trabajo, lo ideal es tener un buen ambiente y aquí ha sido genial porque los compañeros me han ayudado mucho.
«Mis compañeros me han ayudado a conocer las funciones de mi cargo»
Solemos relacionar un juzgado de paz con las bodas civiles, pero lleváis a cabo más tareas, ¿verdad?
La mayor parte del trabajo es de Registro Civil. Es verdad que se llevan a cabo expedientes matrimoniales y se celebran bodas, pero también inscribimos nacimientos, defunciones, licencias para dar sepultura, e incluso ahora se está realizando todo lo relacionado con el cambio de género y de sexo.
También se realizan citaciones, ya sea para informarte de que has sido denunciado o que debes asistir a un juicio, como de que se te ha concedido algún tipo de suspensión de alguna pena que tuvieras pendiente.
También celebráis actos de conciliación para evitar conflictos vecinales. ¿Has conseguido evitar muchos juicios?
Cuando existe algún problema entre gente del pueblo intentamos mediar entre las dos partes. Aquí, el juez no se decanta por ninguna, sino que su función es la de ser un tercero neutral que ayude a que lleguen a un acuerdo. Si no lo consiguen, entonces tendrían que ir al juzgado correspondiente. Todas las conciliaciones que hemos hecho, excepto un par de ellas, han acabado en acuerdo.
Esta función se conoce menos de lo que se debería, porque hoy en día los juzgados de instrucción están saturados de temas que pueden ser resueltos en un juzgado de paz con la conciliación. Yo opino que si todos nos sentamos a hablar, los conflictos se resuelven antes y es mucho más económico. Para eso, se requiere que el juez de paz sea una persona del pueblo, para que también conozca el tipo de inquietudes que se llevan a cabo en la localidad.
«Los jueces de paz no nos sentimos para nada valorados dentro del sistema judicial español»
¿Qué otras funciones desempeñáis?
Hacemos audiencias reservadas cuando se da un matrimonio entre una persona de nacionalidad española y otra extranjera. En este caso, se hacen por separado preguntas a los dos contrayentes para ver cuál es la finalidad de ese matrimonio y que no haya fraude.
Otro tema del que también nos ocupamos está relacionado con las elecciones. Cuando al final de la jornada se cierran las mesas y se hace el recuento de los votos, cada uno de los presidentes trae aquí los sobres con los resultados para que yo certifique que están cerrados, sellados y firmados por todos los componentes de la mesa. Después, escoltada por la policía, los llevo a la junta electoral correspondiente.
¿Cuál es la mayor carga de trabajo que se realiza en un juzgado de paz como el de Petrer?
Las bodas, porque cada viernes tenemos mínimo dos. Pero también se trabaja mucho con las citaciones, porque debes salir a la calle y llevárselas a las personas a su domicilio. Si está lejos o es un barrio conflictivo, contactamos con la policía y es ella la que las lleva.
«Es importante que el juez de paz sea una persona del pueblo»
¿Los jueces de paz os sentís valorados dentro del sistema judicial español?
Pues debo decir que para nada. De hecho, la anterior jueza de paz ha estado demandando que se nos diera de alta por parte del Ministerio de Justicia. Hoy en día, ni cotizo las horas que trabajo aquí, ni estoy dada de alta en ningún sitio. El Ministerio de Justicia me paga la nómina, pero ellos lo consideran como una retribución a los servicios que doy al pueblo.
Todas las horas que trabajo aquí no me cuentan como horas cotizadas, cuando entiendo que estoy haciendo un trabajo, ya no solo para el Ministerio de Justicia, sino también para el pueblo de Petrer.
¿Sientes tu puesto amenazado por el proyecto de reforma que está preparando el gobierno de España para crear oficinas de justicia en los municipios, que van a sustituir a los juzgados de paz?
No siento temor por mí, porque yo ya tenía claro cuando cogí este cargo que tenía fecha de caducidad. Creo que lo único que va a cambiar va a ser el nombre en sí mismo, que va a pasar de llamarse juzgado de paz a hacerlo de otra manera, pero al final los trabajadores van a seguir haciendo falta.
En Petrer los trámites tienen que seguir realizándose. No se puede saturar Elda ni Alicante, así que es necesario que aquí siga existiendo una oficina de este tipo.