Nacho Ruipérez / Director de cine
Nacho Ruipérez (València, 9-febrero-1983) es el director de ‘L’Alqueria Blanca’, serie de época “a la valenciana” que tiene enganchados a miles y miles de espectadores todas las semanas. Sin embargo, este director de origen manchego tiene entre manos muchos más proyectos, como una película de terror y dar clase de guion en la Universidad Politècnica de València.
Se inició como actor de teatro, pasando después detrás de las cámaras, primeramente en una road movie hispano-alemana, “donde hice las prácticas”. Seguidamente llegó a colaborar en la cuarta entrega de ‘Piratas del Caribe’ y en ‘Luces rojas’, dirigida por Rodrigo Cortés -“todo un hombre del Renacimiento”- con un destacado elenco internacional. “Todavía conservo una foto con Robert de Niro”, apunta orgulloso.
Ya en solitario, tras debutar en la dirección mediante diferentes cortos y la película ‘Blue lips’ (codirigida entre seis) en 2018 presentó su primer largometraje, la premiada ‘El desentierro’. “A mis alumnos les recalco que todo parte desde abajo, porque donde realmente se aprende es en el set de rodaje”, sostiene.
¿Cuáles fueron tus inicios en el mundo artístico?
De joven quería ser actor, sobre todo de teatro, pero poco a poco fui estudiando otras cosas y me di cuenta que realmente quería hacer cine. Después, el haber hecho tanto teatro me fue muy bien a la hora de dirigirme a actores y actrices.
También descubrí que no me sentía cómodo delante de una cámara, mientras sí lo hacía sobre los escenarios, especialmente ante un público infantil. Realmente no me gustaría dejarlo, tengo muchísimo ‘mono’ de teatro, pero las obligaciones laborales muchas veces mandan.
¿A quién imitabas o te fijabas?
Fui mucho al cine en los noventa y me gustaban las películas de directores como Steven Spielberg, de aventuras. Asimismo pronto descubrí la fascinación de JP Simón (Joan Piquer), antes de saber que era valenciano.
En teatro comencé muy pronto en el colegio, y de la mano del magnífico profesor Pepe Santafé disfrutábamos mucho de ‘La Cubana’ o ‘Dagoll dagom’, ambas de origen catalán, en aquellos momentos el epicentro teatral de nuestro país. Todo lo que llegaba de Europa pasaba primero por Barcelona.
«’L’Alqueria’ es una producción muy bien tratada, muy de la tierra, que no ofende a nadie»
Creas tu propia productora para hacer, en principio, cortos.
Sí, junto a compañeros de la universidad. Hicimos los primeros cortos invirtiendo aquello que teníamos, inventándonos campañas, como la de ‘Apadrina un frame’. De este modo empezamos, como otros muchos grandes a los que admiro, perdiendo dinero pero sacando adelante los proyectos. Era una inversión.
¿Qué significó ‘El desentierro’?
Mi segunda película, después de ‘Blue lips’, rodada en varios idiomas por seis directores/as en plenos Sanfermines de Pamplona. ‘El desentierro’ fue el resultado de un guion que llevaba arrastrando muchos años atrás y se pudo materializar cuando entró una productora, que es la misma con la que trabajo para ‘L’Alqueria Blanca’.
Los plazos para hacer una película son muy largos, no hay que desesperar, porque se trata de una carrera de fondo en la que debemos tener mucha tolerancia a la frustración y a que te digan que no. Una negación no significa que el proyecto sea malo, sino que a esa productora no le encaja.
¿Cuál es tu estilo como director?
Uff, no lo sé. ¡Y sería un error saberlo!, porque sería algo demasiado autoconsciente. Conozco el cine que me gusta, los referentes que manejo y mi predilección por el cine fantástico, de género, de terror, al puro estilo David Lynch. Tampoco pienso que tenga estilo, pues he pasado de la comedia al drama, después televisión o una película de terror, ‘La elegida’, que estoy preparando ahora mismo.
«Los plazos para hacer una película son largos, debes tener mucha tolerancia a la frustración»
¿Puedes salirte del guion en ‘La Alquería Blanca’?
No, pero sí poner tu impronta. Recordemos que es una serie histórica, de más de veinte años, superando ya los quinientos capítulos. Paró con el cierre de Canal 9 y se retomó después, con la llegada de À Punt y gracias al trabajo de Ximo Pérez, productor.
¿Nos podrías decir cuál crees que es el secreto del éxito?
La peculiaridad que el tiempo no pasa, está estancada entre finales de los sesenta y principios de los setenta, es como un Sprinfield -ciudad de los Simpsons- valenciano. Fue determinante que los espectadores lo aceptaran, como demuestra la audiencia, que no falla.
Se produce un pacto de ficción, porque cuando queremos ver algo, creérnoslo, asimilas muchísimas cosas.
¿Estáis ya rodando la nueva temporada?
En breve. Ha costado confirmarla, por el cambio político, pero es una serie muy de la tierra, muy bien tratada, que no ofende a nadie, casi un culebrón, con muchos más valores, como por ejemplo el sainete. ¡Tendremos ‘L’Alqueria Blanca’ para largo!