Entrevista > Santi Alcaraz Martínez / Músico (Petrer, 14-julio-1973)
Santi Alcaraz Martínez, hoy simplemente clarinetista, alberga una amplísima trayectoria en la Unión Musical (UM) Petrer, donde ha ejercido de todo. En la junta directiva permaneció casi dos décadas, y ocupó la presidencia cuatro años, de 2003 a 2007.
Fue, por lo tanto, el máximo dirigente durante el centenario, en 2004, dato que quedará para siempre, además de la escuela que ayudó a potenciar y el certamen de música que se ganó. Asumió de inmediato su responsabilidad, pues “tomar las riendas es tener conocimiento de lo que vas a hacer”.
En este caso, comandar una sociedad que lleva el nombre de Petrer por toda la Comunitat Valenciana y es todo un emblema de la ciudad. “Debes saber cómo funciona y plantearte unos objetivos. No se puede ser presidente por serlo”, sostiene.
¿Músico desde cuándo?
Soy miembro de la banda grande de Petrer desde hace treinta y seis años. Mi abuelo materno, Francisco Martínez, natural del pueblo de Albatana (Albacete), sí era músico; me hablaba de sus actuaciones, pero yo, que era muy pequeño, no le prestaba excesiva atención.
Tiempo después descubrí las aventuras y vicisitudes que debieron pasar, porque antes -los años previos a la Guerra Civil- a los músicos les esperaban en la entrada de los pueblos para llevarlos en burros, de ahí nuestro nombre de Entrada de Bandas.
¿Él tocaba el clarinete como tú?
No, la trompeta. Elegí el clarinete por influencias de un profesor, que formó un coro cuando comenzábamos en la música. Coincidí allí con Paco Fernández Vicedo, hoy gran amigo, y me indujo a incorporarme a la banda del pueblo.
Comenzamos a ir juntos a la UM Petrer, uniéndose poco después el resto de compañeros del Colegio Primo de Rivera. Así empecé, en parte porque también tocaban mis amigos.
«Comencé a tocar en la banda en parte porque también lo hacían mis compañeros y amigos»
¿Qué cargo ostentabas durante el centenario?
El de presidente. En la banda se puede decir que he hecho de todo: desde pintor y albañil hasta dirigirla. Fui primero vocal, seguido de secretario, tesorero y vicepresidente.
De cara al centenario había que renovar la directiva; estaba como vicepresidente y me encargué de la comisión del centenario, sin pensar que me nombrarían presidente. Tuvieron que ‘engañar’ a alguien y ya que estaba tan metido…
¿Por qué no quisiste seguir como presi?
Básicamente porque entonces llevaba veinte años en la directiva, lo que desgasta mucho. Además, tenía una edad en la que deseaba formar una familia, y estar en cualquier cargo conllevaba horas y horas.
Hablamos de una asociación que tiene cerca de doscientos alumnos, dieciséis profesores en plantilla, administrativos, limpieza… Era como llevar una empresa, y no podía estar en primera línea. Abarqué otros retos, como adecuar las instalaciones a las exigencias académicas del momento con todo lo que implicaba.
«No seguí como presidente porque llevaba mucho tiempo en la directiva, y eso desgasta mucho»
¿Cómo ha evolucionado la propia banda?
Muchísimo, se ha profesionalizado. La mayor parte de las personas que practican música lo hacen como afición, pero algunos -sobre un 15%- le dan un carácter más profesional, es decir, una posible salida laboral.
Recuerdo que cuando entré no había ningún músico profesional en la banda, mientras que a día de hoy tenemos catedráticos en el Conservatorio de Alicante o A Coruña, además del propio director, Luis Sánchez, que comanda el de Elda.
¿La UM vive su mejor momento?
Las bandas de pueblo tienen sus subidas y también sus bajadas. En este instante estamos en el principio de una cuesta, remontando. Disponemos de muchos que estudian la música profesionalmente, pero no aquí, sino de forma dispersa.
Coincidimos en fechas muy concretas, como Santa Cecilia o el Certamen de Música Festera de Ontinyent, que ganamos. En los ensayos a lo largo del año somos 35-40, porque somos una fábrica de trabajo: gracias a la UM hay muchas personas que tienen una salida laboral. Recordemos que los músicos que tocamos en la banda no cobramos y todo el dinero que se recauda se destina a la escuela, para disponer de los mejores profesores e instalaciones.
«En una banda se adquieren valores como respeto, compañerismo, humildad y trabajo»
¿Qué enseñas a los más jóvenes?
Cuando perteneces a un colectivo, sea musical o deportivo, por ejemplo, los valores deben ser los que le muestra un padre a su hijo, véase respeto, compañerismo, sacrificio, humildad y trabajo. Con eso lo tienes todo en esta vida.
No por ganar un premio te crees el mejor; debes ser humilde porque, como indicaba, hay momentos en que estás en la cumbre y otros que no, estás abajo. Ser miembro de una banda requiere mucho compromiso: ensayamos dos-tres veces por semana, más todos los actos que realizamos.
¿En qué otros concursos habéis participado?
El más importante es el Certamen Internacional de Bandas de Música de València, que ganamos un año en Tercera Sección, con límite de plantilla.