Aseguran que la casa del historietista valenciano José Sanchis (1932-2011) casi parecía un pequeño museo dedicado a la más famosa de sus ya de por sí generalmente exitosas creaciones, el gato Pumby, que nacía en octubre de 1954, en el número 260 de la revista ‘Jaimito’. Iba a ser también uno de los personajes clave de Editorial Valenciana (1932-1984), responsable de la anterior publicación.
La empresa, que había creado en 1932 el valenciano Juan Bautista Puerto Belda (de brumosa biografía; varias fuentes lo delimitan así: 1905-1997 pero otras lo hacen nacer o fallecer antes o después de lo anotado), se había iniciado editando folletines y, en general, todo tipo de la llamada ‘literatura popular’, aunque pronto iba a apuntarse al cómic (entonces llamado por aquí simplemente historieta), a raíz del éxito de otras firmas con el género.
Para dos firmas
La Editorial Valenciana (1932-1984) iba a convertirse, en España, junto a la barcelonesa Ediciones TBO (1928-1963; también, según épocas, Editorial Buigas, o Buigas, Estivill y Viña, o también Editorial Bauzá), que nos legó, con su principal publicación, un término para el diccionario, ‘tebeo’, en la principal competidora del gran monstruo editor español, la también barcelonesa Bruguera (nacida en 1908 como Progreso y renacida como El Gato Negro en 1910).
Ironías económicas: la revista ‘TBO’, que en realidad había nacido en 1917 en el taller Litografía Arturo Suárez (luego Imprenta y Litografía Viuda de Arturo Suárez), fue rescatada por Bruguera en 1986, en su última etapa ya, aunque se había hecho con los fondos editoriales en 1983. Por su parte, varias de las firmas estrella de Valenciana, incluido Sanchis, acabaron trabajando para la compañía catalana (aunque, como en el caso del valenciano, dibujando para ambas).
Fue gran competidora del monstruo editorial español, Bruguera
Los primeros tientos
De hecho, antes de ‘Jaimito’, que no arrancaría hasta 1944 (y perduró hasta 1985), ya hubo otro ejemplo procedente de València, la revista ‘KKO’ (1932-1937), del editor italiano afincado en el ‘cap i casal’ Enrico Guerri Giacomelli (otra de las personas a las que parece que la Guerra Civil, 1936-1939, destruyó sus datos biográficos), quien puso en marcha su imprenta en 1926. El espejo en el que mirarse era, naturalmente, el ‘TBO’, como lo fue también para Bruguera.
El motor lo puso esta última, que duraría hasta 1986 (con un breve relanzamiento entre 2006 y 2010), para ser rescatada en 2017 por la corporación alemana Bertelsmann, cosecha de 1835, a través de su subsidiaria Penguin Random House (de 2013). En 1921 creaba ‘Pulgarcito’, inspirándose en el ‘TBO’ también, aunque los cuadernos de historietas de Bruguera acabaron siendo referente.
Antes de ‘Jaimito’, ya hubo otro ejemplo valenciano, la revista ‘KKO’
El modelo Bruguera
La situación es que para cuando La Valenciana (que así se llamaba al principio la sociedad) crea ‘Jaimito’, las rivales ‘TBO’ y ‘Pulgarcito’ (más otras muchas de la firma con un gato negro como símbolo) se convertirían en dos corrientes diversas que servían de modelo a ‘KKO’ y, sobre todo, iban a hacerlo para el editor Juan Bautista Puerto. El modelo Bruguera, de todas formas, resultaba más evidente en Editorial Valenciana.
¿Cómo plantarle cara a la poderosa industria editorial barcelonesa? Bueno, al cabo aquí había tradición editora: la primera fábrica de papel europea se había creado en Xàtiva (La Costera), allá por 1174. Y editores como el valenciano Agustín Laborda y Campo (1743-1776) se habían hecho fuertes en la literatura en pliegos sueltos o ‘de cordel’ (no se encuadernaban las hojas, vendidas en tendederos de cuerdas).
José Sanchis no recuperó los derechos de su Pumby hasta junio de 2007
Errático final
La hoy Comunitat Valenciana, aunque muy por debajo de Madrid y Barcelona, digamos que hasta el pasado siglo, aún fue la tercera zona editorial española. La Valenciana mimetizaría también los estilos Bruguera con la edición de cuadernillos de aventuras. Como ‘El Guerrero del Antifaz’ (1944-1966), creación del historietista valenciano, de origen vallisoletano, Manuel Gago (1925-1980), quien compitió también como editor gracias a la firma Maga (1951-1986).
O ‘Roberto Alcázar y Pedrín’ (1940-1976), con guiones de Puerto y dibujos de Eduardo Vañó Pastor (1911-1993), de Bocairent (Vall d’ Albaida). Aunque en sus últimas etapas, la editorial (rebautiza como Ediprint desde 1974 y Edival a partir de 1975) quiso espejarse también en otros grupos barceloneses centrados en cómics fantásticos o de superhéroes. El problema es que no supo, o pudo, jugar con la nueva baraja. Errática, acabó por bajar la persiana.
Sin derechos
Pero también reflejó otras cosas de la industria editorial catalana de la historieta: cuando cerró, resultó que Juan Bautista Puerto (como hicieran los hermanos Bruguera) se había quedado con los derechos de los personajes patrios editados. Así, dibujantes que había trabajado para las revistas ‘Jaimito’, ‘Pumby’ (1955-1984) o ‘Super Pumby’ (1959-1973, con nuestro gato preferido con súper poderes gracias al zumo de naranja) se encontraron sin percibir los derechos.
Muchos de ellos acabaron por litigar. Y había nombres tan importantes como los de Rojas (Arturo Rojas de la Cámara, 1930-2019, Paterna, l’Horta Nord), Edgar (el constructor fallero Antonio Edo Mosquera, 1922-2003, València), Karpa (Rafael Miguel Catalá Lucas, 1926-2000, Nules, Plana Baixa) o Palop (José Palop Gómez, 1922-1993, Enguera, Canal de Navarrés). Sanchis, por ejemplo, no recuperó a su Pumby hasta junio de 2007.