Las últimas semanas de 2024 han sido una auténtica montaña rusa de emociones para el sector pesquero de la Unión Europea y, muy especialmente, para la flota del Mediterráneo. Sobre todos ellos pesaba la amenaza, que casi se tornó en realidad, de una reducción de los días de faena a sólo veintisiete jornadas anuales, un “sinsentido”, en palabras de los propios representantes del sector, que abocaba a la totalidad de la flota “a la ruina y la bancarrota”.
Esos días previos a los opíparos festines navideños, en los que el pescado y, sobre todo, el marisco son los reyes de las mesas, deberían de haber sido, como siempre, momento para que los armadores y pescadores pudieran redondear sus siempre complicadas economías gracias al aumento de la demanda. Lejos de ello, fueron jornadas en las que, incluso, se llegó a valorar de forma muy seria, un parón total.
Esperanzados
Tras el acuerdo alcanzado en el seno de la Comisión Europea a última hora, la sensación es, como tantas veces en alta mar, de tensa calma ante un temporal que no se sabe si ha terminado de pasar por completo.
“Estamos esperanzados porque la negociación fue bastante dura y ahora empezamos a ver algo de color”, explica Joan Mulet, secretario general de la Federación Provincial de Cofradías de Pescadores de Alicante, la entidad que agrupa a un total de seis cofradías provinciales en las que, junto a la de Altea, también se cuentan las de Santa Pola, La Vila Joiosa, Calpe, Dénia y Xàbia.
Todas ellas suman cerca de 120 embarcaciones de arrastre, la modalidad de pesca que estuvo en el punto de mira del Comisario de Pesca de la UE. Las tripulaciones (y todos esos trabajadores que depende de manera indirecta de esos buques) de ese centenar de arrastreros tuvieron que aguantar la respiración durante unas horas que se hicieron eternas.
«Estamos esperanzados porque la negociación fue bastante dura y ahora empezamos a ver algo de color» J. Mulet
30 horas interminables
Todo acabó decidiéndose en Bruselas como, y nunca deja de ser sorprendente, se deciden estas cosas en la capital comunitaria: a altas horas de la madrugada. Como recuerda Mulet, fue “una negociación de más de treinta horas” de las que el propio Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, aseguró que fueron “de las más complicadas que había abordado”.
La conclusión resumida es que la Comisión Europea suavizó las exigencias previas. Así, en 2025 “se mantendrán los mismos días de pesca que en 2024 mediante la aplicación de ciertas medidas de gestión, para hacer más sostenible la pesca de arrastre en el Mediterráneo”, afirmó un visiblemente agotado Planas a su salida del cónclave. Ahora, y todavía no se ha hecho en profundidad, hay que traducir a lenguaje real esas ‘ciertas medidas’.
«Con esa propuesta no se hubiese podido aguantar, por eso nosotros pedíamos una moratoria» J. Mulet
Nuevos plazos
El secretario general de la Federación Provincial de Cofradías de Pescadores de Alicante, eso sí, tiene muy claro que lo que se pedía inicialmente “era una barbaridad”. De haberse aprobado esa reducción a veintisiete jornadas anuales “no hubiéramos podido mantener las circulaciones, era imposible, no se hubiese podido aguantar, por eso nosotros pedíamos una moratoria”.
Ahora, tal y como insiste Mulet, la flota alteana, como la del resto del Mediterráneo, debe de ser capaz de adaptarse a la nueva realidad para, al menos, mantener los días de pesca de 2024. Y para ello, critica, “el plazo será muy corto” y, además, “tendremos que ver el coste”.
Los pescadores esperan ahora conocer qué ayudas europeas llegarán para adaptar sus buques y redes
Pérdida de capturas
Yendo a lo concreto, el acuerdo alcanzado por la Comisión Europea establece que, partiendo de esos veintisiete días propuestos y viajando hacia la cantidad total actual, se podrá recuperar un 30% de las jornadas si se realiza un cambio de malla a los 45 milímetros para la pesquería de la costera. Una cantidad que se eleva al 50% en el caso de la flota de profundidad, para la que se establece una malla de 50 milímetros.
Esas redes, consideran en Bruselas, serán más respetuosas con las especies (y tamaños) que no deberían acabar en las lonjas. Más días, sí; pero Mulet avisa de que no todo es la jornada ya que esas mallas más grandes producirán que “las capturas se vayan a reducir mucho dependiendo de las zonas”. Así, y sin tiempo apenas para un análisis más detallado, valora la reducción en “hasta un 30%, porque se va a perder todo el pescado pequeño”, es decir, la morralla, unas capturas que “siendo legales no pasarán por las mallas”.
Costes disparados
Cambiar las mallas conllevará un coste económico todavía indefinido. También lo supondrá la adaptación a otra de las nuevas exigencias y es que, para sumar otro 3% de jornadas los buques deberán instalar puertas voladoras.
El coste de esas puertas se movería, según las cifras que aporta el propio Mulet, en una horquilla que va de los 50.000 a los 60.000 euros. Es por ello que, de nuevo echando mano de las primeras estimaciones, “un barco debería invertir entre 80.000 y 90.000 para asumir todos los gastos” que le permitirían faenar como hasta ahora.
Ayudas europeas
Es por ello que los pescadores piden algo más de tiempo para hacer una lectura sosegada del acuerdo y, de esta manera, poder hacer una lista de peticiones con las que paliar esa inversión millonaria a la que les obliga la normativa ahora aprobada.
Una lista que, eso sí, tienen claro que deben de encabezar las ayudas económicas que, según se deriva de las palabras del Ministro español, saldrán de fondos europeos a través de distintos mecanismos de la Unión, pero que Mulet y los suyos miran como miran al mar en los días grises, con recelo.