Entrevista > Javier Juan / Presidente del Centro Instructivo Musical Alfafar (Alfafar, 11-septiembre-1959)
Han transcurrido algo más de tres meses de la trágica DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) y son muchos los medios que ya ni la mencionan. Nosotros no vamos a caer en el olvido, como nos solicita encarecidamente Javier Juan, presidente del Centro Instructivo Musical de Alfafar (CIMA).
El dirigente nos recuerda cómo fue esa jornada, las siguientes, “desastrosas, ¡para vivirlas!”, y todos los trabajos realizados. “Especialmente dañados fueron el frontón, donde realizamos un sinfín de actividades, y los almacenes”, apunta. El primero se pudo acondicionar la misma tarde del 30 de octubre y sirvió seguidamente como punto de necesidades básicas.
En la actualidad, matiza, viven una mediana normalidad, “para no caer en la depresión”, regresaron a los ensayos e incluso ya celebraron un primer concierto benéfico, el 5 de enero a las doce de la mañana en la Plaza del Ayuntamiento, “con un lleno total, fue precioso”.
¿De qué modo vivisteis la desgracia?
Nos encontrábamos en nuestro centro de estudios, aunque a los más jóvenes les habíamos avisado por la mañana de que no vinieran, por las alarmas que estábamos recibiendo.
Tras ver imágenes del barranco del Poyo y el puente de Picanya envié a todos para casa, porque era inminente que el agua llegara a Alfafar. Sin embargo, nadie podía imaginar lo devastador que fue.
¿Temiste por tu vida?
No, porque vivo en la parte más alta del municipio. Yéndome vi que el agua alcanzaba la calle del CIMA, pero no con mucha fuerza; sí fue tipo tsunami en las calles más bajas.
Por la noche, a las once, regresé al centro, pasando por zonas menos inundadas y el frontón acumulaba medio metro de fango. Estuve allí, pese a estar sin luz -mediante linternas- hasta que comenzó a bajar el agua, alrededor de las dos de la madrugada.
Regresé a mi casa, en un octavo piso, y lo que aprecié con los prismáticos fue de locos, ¡para vivirlo!, de mucho impacto físico y psicológico.
«Pusimos inmediatamente nuestras instalaciones, incluido el frontón, al servicio del Ayuntamiento»
¿Cuáles fueron las zonas más dañadas?
El frontón, los almacenes, en el que había instrumentos, muchísimos archivos y ordenadores, y la parte trasera de la CIMA. La entrada principal, más elevada, apenas sufrió daños.
Al día siguiente, 30 de octubre, quise contactar con el Ayuntamiento para poner nuestras instalaciones a su disposición. Envié igualmente un WhatsApp a toda la directiva de la banda y esa misma tarde ya limpiamos todo el frontón.
¿Qué utilidades le disteis?
Organizamos allí, el mismo 31 de octubre, un punto de entrega de comida, ropa y productos de higiene, gracias a la colaboración de amigos que lo veían todo por la televisión, ¡porque nosotros seguíamos sin luz, todo era un caos!
Nos dimos cuenta que el pueblo no tenía nada, con todo cerrado, y comenzaron a llegar cargamentos, el primero procedente de Elche. También estuvimos durante las siguientes tres semanas llevando desayuno, almuerzo y comida a los domicilios más próximos, porque continuaban atrapados.
«El primer ensayo tras el drama fue muy emotivo, preguntándonos unos a otros cómo lo habíamos vivido»
La moral de la banda se habrá visto afectada.
Los primeros días no, pues la adrenalina hacía que estuviéramos activos: sabíamos que debíamos ayudar a las personas más afectadas, limpiar, reconstruir… Después llegaron instantes mucho más tristes, sobre todo en Navidades, ¡no ha sido lo mismo!
No he sufrido daños personales, pero otros compañeros se han quedado literalmente sin hogar y duele mucho. Quisimos entonces celebrar un puchero típico de esas fechas para los más perjudicados.
¿Cómo es ahora vuestro día a día?
De una aparente normalidad, pero ya nada es igual: todo es sumamente extraño. Intentamos forzarnos a hacer vida normal, como decía, para no caer en una depresión, pues las ayudas prometidas no han llegado.
Sí pudimos volver a ensayar a principios de diciembre, un momento agridulce, porque por un lado todos estábamos bien, pero apenados.
«Hemos visto lo mejor del ser humano, la solidaridad; pero también lo peor, mediante saqueos, pillajes…»
Háblanos de ese momento.
Más que un ensayo fue una charla continua, preguntándonos unos a otros cómo lo habíamos vivido. Al menos podíamos juntarnos, y nos dábamos ánimos mutuamente, pues había sido muy fuerte, no únicamente para nosotros sino para toda la Horta Sud.
Nos reconforta la solidaridad que hemos recibido, por parte de numerosos puntos del país. Vimos la parte más bonita del ser humano, pero también la más fea.
¿En qué sentido?
Saqueos, pillajes, gente que aparentemente venía a ayudar y lo que quería era robar… Entraban en casas, estancos, supermercados o joyerías, ¡ya la misma noche del 29 de octubre, horrible!
El problema es que durante tres-cuatro días a nuestra zona no vino nadie, más allá de componentes de la Asociación de Regantes, que con sus tractores limpiaron nuestras calles. Estamos sumamente agradecidos.