Como buen balcánico, Haris Kapidzic (1976) es amante del mejor baloncesto, aquel que veía en su país de pequeño, con jugadores tan talentosos como Dino Radja, Sasha Djordjevic o Velimir Perasovic. “Realmente mi ídolo era Toni Kukoc, que jugaba de todo, pero no el de Chicago Bulls, sino el de Jugoplastika”, rememora, sonriente.
El propio Haris, natural de Trebinje (Bosnia-Herzegovina), se inició en el deporte de la canasta como base, aunque la guerra que asoló la antigua Yugoslavia le obligó a mudarse a Gotemburgo (Suecia), formándose allí como persona. Posee, de hecho, la doble nacionalidad, “sueco y bosnio”.
Mientras estudiaba en la universidad, en Suecia, “vine un año sabático a Alicante, a estudiar castellano, enamorándome de la zona, especialmente de Santa Pola”. Finalizada su carrera académica, se trasladó definitivamente aquí, en 2003, para proseguir también como entrenador de baloncesto.
«En España como en casa»
Haris es buen conocedor de las diferencias entre nuestro país y Suecia, focalizadas en el clima y la gastronomía, “aunque la sociedad sueca tiene aspectos muy positivos, llenas de oportunidades”. Sin embargo, reconoce que es muy mediterráneo y Alicante le encajó mucho mejor; “en España me sentí como en casa desde el día uno”, resume.
Como deportista, en Yugoslavia ya se dio cuenta que no tenía calidad para jugar en el máximo nivel, “sí en Suecia, donde estuve dos años en Primera División, la mayoría de los minutos en banquillo” (ríe).
Años después volvió a probar en España, pero las sensaciones fueron similares a las de su país de origen. “Los jugadores son muy buenos aquí, con muchísima preparación”, indica. Disputó varias campañas en Liga Nacional, lo que ahora sería la Liga EBA.
Haris Kapidzic tuvo que abandonar su país de origen (Bosnia) en 1992 por la Guerra de los Balcanes
Funda el club
En Gotemburgo ya empezó a entrenar a niños, gustándole, y en 2004 se inició en el júnior de Akra Leuka, conjunto de chicas alicantino, ya desaparecido. Seguidamente obtuvo los tres títulos de preparador que hay en España, “en 2007 el Superior”, y pasó por diversos clubes, comprobando la enorme competencia que igualmente existe en los banquillos.
Decidió entonces cerrar la puerta a esa vida más nómada -y precaria- y fundar el Club Basket El Faro, en nuestro barrio de Gran Alacant, “para devolverle al baloncesto un poco de lo que me ha dado, que no todo es elite”.
“La masa social es la que importa”, apunta. En Gran Alacant, prosigue, “no había club, poca oferta deportiva, siendo la zona relativamente pequeña, algo apartada del centro de Santa Pola”.
Todos los equipos del club realizan tres entrenamientos entre semana, compitiendo seis de ellos
Ochenta federados
A día de hoy, el club consta de unos ciento diez socios, de los cuales ochenta están federados. “Disponemos, además, de más de treinta niños que se están iniciando, son lo que llamamos el baby basket”. Junto a Kapidzic, básico en el organigrama es Miguel Salvador, ‘Miguelón’, “nuestro director deportivo”.
Les acompañan Erik Torregrossa, de veinte años, un ex jugador que desea entrenar, y Jesús Domínguez, padre de dos miembros del club, gran aficionado a este deporte. “Hace maratones y, aunque no está titulado, nos ayuda con los baby basket”, expone.
Sin ser obviamente psicólogos, Miguelón y Haris dialogan mucho con los chicos, empatizan con ellos, “porque al final el baloncesto es una excusa para trabajar y transmitir un sinfín de valores, como el compañerismo, la disciplina, saberse comportar… formamos a personas”.
El baloncesto es una excusa para transmitir un sinfín de valores: compañerismo, sacrificio, disciplina…
Tres veces por semana
Todos los equipos del Club Basket El Faro entrenan tres veces por semana, en diferentes jornadas, practicando -a lo largo de algo más de hora y media- numerosos aspectos del juego: físico, estrategia, técnica individual y colectiva, tiros…
Las competiciones se concentran los fines de semana, al formar parte de la Federación de Baloncesto de la Comunitat Valenciana. “Juegan seis de nuestros equipos, mientras otros tres no compiten, por estar en una fase de iniciación”, matiza.
Respecto al nivel, Haris confiesa que “somos un club de barrio”, en el que ganar no es la meta. “De los cuatro niveles por categoría, nos ubicamos entre el dos y el tres, con las chicas en el último al estar en el primer año”.
Deporte desvirtuado
En cuanto al deporte de elite, Haris se muestra decepcionado, “ya no es como antes, se ha desvirtuado”. El propio baloncesto, sin ir más lejos, se ha convertido en un negocio, “como hemos visto las últimas semanas con el controvertido fichaje de Luka Doncic por los Lakers”.
“Todo vale y no debería ser así”, comenta, con una pérdida evidente de emociones e identidad. Ejemplos los tenemos asimismo en nuestra zona, porque Murcia y Alicante compiten sin jugadores locales. “Si uno de nuestros chicos sobresale, enseguida un club más grande lo capta, haciendo que nunca sea un chico ‘mío’ completo”, concluye.