Ya lo había hecho muchas veces y nada hacía presagiar que no fuera a ser otro día cualquiera en el mar. En la mañana del 5 de febrero Eduardo Siquier salió a navegar con su kayak desde Playa Lisa de Santa Pola. Este jubilado residente en Alicante aparenta unos cuantos años menos de los que tiene, y probablemente su gran pasión por los deportes náuticos contribuya bastante a ello.
Sin embargo aquella navegación no salió como esperaba. En un momento dado Eduardo se vio atrapado por el mar a demasiada distancia de la costa como para volver por sus propios medios.
Nadie sabe a ciencia cierta si el karma existe, pero quizás a los defensores de esta filosofía cósmica les guste leer esta historia. Porque toda la solidaria devoción que en el pasado nuestro protagonista había mostrado por ayudar a los demás… de repente dio un giro de 180 grados.
«Todos deberíamos dedicarnos a los demás durante alguna etapa de nuestra vida» E. Siquier
Ayudar a los demás
A pesar de ser originario de la Mancha, la vida de Eduardo ha estado estrechamente ligada al mar. Hace ya más de tres décadas que emigró a Alicante, y durante 26 años trabajó en el Puerto de esta ciudad dedicándose a labores de mantenimiento y reparación de las infraestructuras portuarias.
Tantos años practicando este arduo trabajo acabó haciendo mella en sus rodillas, hasta que se prejubiló al serle reconocida una discapacidad. Sin embargo, no quiso quedarse en casa.
“Siempre he pensado que cada uno de nosotros deberíamos dedicarnos a los demás durante al menos una temporada. Y sin esperar ningún tipo de interés a cambio. Si todos lo hiciéramos así, la sociedad estaría totalmente cubierta. Porque no puede ser que sean dos los que ayuden a cien mil. Es verdad que muchos ya lo hacen ejerciendo su propia profesión. En cuanto a las demás personas, si disponen de suficientes recursos y salud como para poder permitírselo, les recomiendo que den el paso” nos manifiesta.
Etapa en la Cruz Roja
Así pues Eduardo ingresó voluntariamente en la Cruz Roja para dedicarse a conducir vehículos adaptados a discapacitados físicos o psíquicos. “Básicamente mi labor consistía en transportar a personas que no puede moverse por sí mismas. Organizábamos excursiones, comidas, eventos, etc. Por ejemplo un par de veces a la semana íbamos a la playa, y los bañábamos en el mar” nos recuerda.
De igual forma les ayudaba a realizar desplazamientos rutinarios. “En algunas ocasiones les llevábamos una silla eléctrica especialmente habilitada para salvar las escaleras de los edificios y yo mismo les subía a ella. Porque sino no podían salir de su casa para visitar al médico, o ni tan siquiera para darse un simple paseo” nos comenta.
Eduardo realizó esta voluntaria labor durante tres años, hasta el comienzo de la pandemia de la covid que paralizó en gran medida todo este tipo de iniciativas.
Además de su labor en Cruz Roja, Eduardo también había rescatado a dos personas en el mar
Salvamento marítimo
Precisamente Cruz Roja también es la agrupación encargada de realizar las labores de rescate de embarcaciones pequeñas en las costas de Santa Pola, merced a un convenio firmado con la empresa pública Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima (SASEMAR) dependiente del Ministerio de Transportes.
Juan López Palao es el técnico que coordina todo el equipo de treinta voluntarios que realizan esta función. “Empecé trabajando de socorrista, y luego ya me saqué la titulación de la marina mercante. Ahora llevo ya años en este trabajo” nos cuenta.
Listo para navegar
Y ahora regresamos al presente. Concretamente a ese miércoles 5 de febrero, cuando a primera hora de la mañana Eduardo cogió su kayak eléctrico con la intención de navegar un buen rato por el mar. Hace años que practica este deporte náutico, normalmente por la zona de la Almadraba cerca de La Albufereta de Alicante. Sin embargo en esta ocasión quiso probar suerte por Santa Pola.
“Ya sé que suena a tópico, pero a veces las cosas suceden justo cuando menos te lo esperas. Aquel día el mar estaba totalmente en calma con un viento de apenas dos nudos. Eso sí, hacía bastante frío. Al pasar por las Salinas a las 6:15 horas el termómetro de mi coche me marcaba un solo grado sobre cero” nos recuerda.
Según nos cuenta, por la zona de playa Lisa es necesario navegar bastante hacia dentro para coger al menos unos siete u ocho metros de profundidad. Así lo hizo.
El kayak se hundió demasiado lejos de la costa como para poder regresar
El kayak se hunde
Cuando estaba ya considerablemente lejos del litoral, de repente empezó a notar algo raro. “El kayak iba demasiado lento, así que miré hacia detrás. Entonces lo vi. Me estaba hundiendo por la popa. Rápidamente di la vuelta y puse el motor a toda pastilla… pero me di cuenta de que ya era imposible llegar a tierra” nos señala.
Afortunadamente Eduardo llevaba el móvil en el bolsillo, a buen recaudo del agua. A las 8:26 horas llamó al 112. “Me voy a hundir. Ahora os puedo decir mi posición, pero en breve voy a volcar y tal vez no os pueda llamar más” exclamó al servicio de emergencia.
Ayuda en camino
A continuación el servicio de emergencias del 112 se puso en contacto con la central de Salvamento Marítimo, desde donde a su vez contactaron con la agrupación santapolera de Cruz Roja para informarles de la emergencia.
“Yo estaba en la oficina haciendo un poco de papeleo. En cuanto recibimos el aviso movilicé al equipo de voluntarios, que a esa hora obviamente se encontraban aún en sus casas. Estaba claro que no se trataba de una falsa llamada, y actuamos con carácter urgente. Incluso nos cambiamos de ropa dentro de la propia embarcación” nos cuenta López Palao.
A las 8:45 horas el barco de la Cruz Roja partió desde el Puerto de Santa Pola con tres personas a bordo.
Eduardo permaneció unos 25 minutos en el agua hasta que llegó la Cruz Roja
Esperando en el agua
Mientras tanto el tiempo se volvía una eternidad para Eduardo. El agua estaba muy fría, y se agarró todo lo que pudo a su media hundida embarcación.
“El kayak volcó totalmente, y yo mismo le di la vuelta otra vez. De hecho me hice unas pequeñas heridas en la mano con la hélice. Los estabilizadores evitaron que se hundiera de todo, y además yo había metido un flotador debajo del asiento por si acaso. Aún así a los veinte minutos me di cuenta que estaba sufriendo una hipotermia y pensé que me quedaba poco para desmayarme. Eso sí, hasta el último suspiro sabía que debía de mantener siempre el móvil a salvo” nos cuenta.
No fue necesario hospitalizarlo dado que se encontraba en buen estado tras el rescate
Rescate con éxito
Y efectivamente entonces… su móvil sonó. Era la embarcación de la Cruz Roja que le estaba buscando. “Ese día soplaba viento norte, y había un poco de deriva. Así que quise llamarlo para confirmar si permanecía en la misma posición. Afortunadamente pudo contestarnos. De hecho él mismo nos había visto de lejos, y me gritó ‘¡Estoy a estribor! ¡Estoy a estribor!’. Giré la cabeza, y vi los estabilizadores de su kayak” nos relata López Palao.
Después de 25 minutos que debieron parecerle como 25 años, por fin Eduardo estaba fuera del agua. “Tenía una hipotermia leve, pero se encontraba en un estado tan nervioso que ni siquiera lo notaba demasiado. Lo primero que hicimos fue abrigarle, y lo siguiente fue acercarnos al kayak para remolcarlo” nos apunta el técnico de salvamento marítimo.
“Cuando ves llegar a la caballería… ves el cielo abierto. Siempre pensé que me iban a encontrar, pero con el paso de los minutos te van asaltando cada vez más dudas a la cabeza. Hasta que vi a estos tres fortachones, que además eran de ‘los míos’. Porque al llamar al 112, no me esperaba que fuera a llegar la Cruz Roja. Fue una grata sorpresa” nos comenta Eduardo.
Ya de vuelta a tierra había una ambulancia esperando para llevarse a Eduardo hasta el Hospital General de Elche, pero no fue necesario dado que se encontraba en buenas condiciones de salud. Simplemente le dieron ropa seca y una bebida caliente, antes de marcharse de vuelta a su casa. Definitivamente, todo había quedado en un susto.
El peligro del mar
Este rescate ha llamado la atención de nuestro periódico por lo curioso del hecho de que la persona rescatada perteneciera a la misma organización rescatadora. Sin embargo no es sino uno más de los que se realizan cada año en nuestras costas.
“Santa Pola es una zona que nos da bastante trabajo, dado que se practican muchos deportes náuticos y también hay muchas embarcaciones de recreo sobre todo por el entorno de Tabarca” nos explica López Palao.
Aún así, nos asegura que este caso es poco habitual. “Normalmente rescatamos a personas que se meten en el mar sin ninguna experiencia de navegación. Hoy en día te puedes comprar una tabla de surf sin que nadie te pida ningún requisito. Sin embargo Eduardo sí es un profesional que sabía lo que hacía y contaba con todo el equipo necesario en su kayak. Simplemente estas cosas nos pueden pasar a todos. Nosotros mismos también hemos sufrido algunas incidencias en nuestro propio barco” nos señala.
“Todavía no sé exactamente que ocurrió. Creo que fue un defecto de fabricación del kayak, que yo tampoco revisé bien antes de salir. Desde luego fue algo inusual” nos apunta Eduardo.
«La mayoría de nuestros rescates son a personas que navegan sin tener experiencia» J. López Palao (Cruz Roja)
El rescatador rescatado
De hecho, por si esta historia no fuera ya lo suficientemente kármica de por sí, el propio rescatado en el pasado también ejerció de rescatador. Durante años Eduardo tuvo una barca en el Club Náutico Costa Blanca con la que le gustaba navegar por la Almadraba. Y nos cuenta que en dos ocasiones ayudó a un par de personas que iban a la deriva en el agua.
“La primera vez fue a una chica que practicaba paddle surf y la segunda a una mujer mayor que iba también en un kayak. Ya ves que a veces lo que das a la vida… la misma vida te lo devuelve” nos relata.
Recomendaciones náuticas
Para todos aquellos que quieran practicar deportes náuticos, desde la Cruz Roja nos comparten una serie de recomendaciones como comprobar antes el parte meteorológico, llevar un geolocalizador y tener a mano siempre un móvil o una radio para pedir ayuda.
“Ésta es una historia con final feliz porque Eduardo tomó todas las precauciones necesarias, lo cual nos facilitó poder encontrarle rápidamente” nos apunta Juan López Palao.
“Aprovecho yo también para pedir a las administraciones públicas que pongan más recursos de salvamento marítimo. Ahora mismo solo hay un barco operando en Santa Pola. Si por casualidad hubiera estado estropeado aquel 5 de febrero… a ver a mí quién me saca” nos añade Eduardo Siquier.