Existen varios detalles que llaman la atención de Massalfassar. Uno es lo reducido de su casco urbano, apenas una cuadricula de cuatro calles paralelas. Otro es la limpieza de sus calles, todo impoluto allá donde uno vaya. Un tercer elemento resulta de la hospitalidad de sus gentes, todo el mundo te saluda y pregunta cómo estás pese a ser un desconocido.
Massalfassar se localiza en mitad de la marjal, como quien dice. De hecho, el marjal se transformó artificialmente, al haber sido rellenado y elevado su nivel. Flanquea este pequeño casco urbano un potente centro comercial, una ITV e incluso a golpe de vista las oficinas centrales de una de las empresas más potentes de España. Pertenece al municipio, además, un pequeño tramo de playa, algo distanciado, eso sí, del núcleo urbano.
El señorío de Albuixech
El topónimo deriva del árabe ‘manzil Haṣṣār’, que en castellano significa “parador de Hassar”. En 1240 Jaime I repartió sus tierras entre distintos señores y caballeros, entre ellos Domènec, que era de Barcelona. La alquería en sí, no obstante, no se donó hasta 1266, cuando se le concedió a Berenguer Dalmau en calidad de señorío. Más tarde pasó a la familia Codinacs, que señoreaba también Albuixech.
En 1359 el rey Pedro II hizo entrega de la alquería a Antolí de Fortillach, y al año siguiente el rey Martín I el Humano concedió el diezmo a la Cartuja de Vall de Cristo. Los años posteriores fueron de malas cosechas.
Coincidiendo con la peste negra, la población de Massalfassar se vio muy afectada. Ya en el siglo XVII la sociedad prosperó y llegaron al pueblo nuevas generaciones de familias que continúan hoy en el municipio.
Durante el siglo XVII la sociedad prosperó mucho y llegaron nuevas generaciones de familias
La parada del tren
Uno de los motivos que dispara los alquileres de las viviendas en esta comarca de l’Horta Nord pasa por disponer de una parada de tren, ya que el transporte y las conexiones resultan fundamentales para las familias y trabajadores. Massalfassar y su vecina Albuixech gozan, afortunadamente, de parada de tren. Más hacia Museros, la de Metrovalencia.
En 1510, Massalfassar tenía diecisiete viviendas habitadas, que se redujeron a solo seis (unos 25 habitantes) en 1610 tras la expulsión de los moriscos. En 1877, gozaba ya de casi setecientas personas y al comenzar el siglo XX superó el millar. Las mejoras de las vías de comunicación, a finales del siglo pasado y los recientes años, han duplicado la cifra de vecinos.
En 2001 sólo un 3% de la población trabajaba en la agricultura, con 189 hectáreas cultivadas
Del campo a la industria
Este municipio valenciano representa el claro ejemplo del tránsito económico de la agricultura a la industria. Ya en 2001 apenas un 3% de la población ocupada trabajaba en la agricultura, con 189 hectáreas cultivadas. Cítricos, hortalizas (sobre todo alcachofa y cebolla) y patatas forman el primer perímetro del casco urbano.
Sin embargo, la industria y la construcción se han convertido en protagonistas. Por un lado, el polígono industrial del Mediterráneo, del que Massalfassar dispone de un 25% y que constituye una de las mayores concentraciones industriales de toda la comarca. La otra gran zona industrial, junto al ferrocarril, se conoce como el Plexí.
En conjunto, la construcción de maquinaria, la madera, los productos metálicos, la alimentación y el textil son los sectores más representados en la estructura industrial de Massalfassar. A ello se debe sumar el potente centro comercial y la ITV situada en su municipio, donde trabajan algunos de sus vecinos. Ahora, además, se está terminando una pasarela que conectará el municipio a la playa por encima de la carretera.
Llama la atención los modernos y señoriales portales de algunas de las pequeñas viviendas
La vida, junto a la Iglesia
Pese a que existen dos o tres bares alejados del Ayuntamiento, el pulso social se respira junto a la Iglesia. Su parte posterior aloja naranjos y flores silvestres que sirven de adorno a una de las terrazas de los pocos bares del lugar. Una pequeña fuente en una de la paredes del consistorio sirve para refrescar a los muchos ciclistas de este municipio.
A un lado de la Iglesia aparece, con el símbolo taurino, el espacio municipal para toros y vaquillas. El sonido de las campanas de la Iglesia de San Lorenzo Mártir marca el ritmo de la vida de este pueblo tan acogedor y hospitalario. Son cuatro sus campanas, y por cierto que una de ellas posee origen francés, ’Paula’, fundida en 1920 en Morez Du Jura.
Estellés, por doquier
A pesar de lo moderno de muchos de sus edificios públicos y promociones, como el enorme complejo de viviendas en la salida hacia Albuixech, destaca su cuidado por la tradición. Por un lado su ‘trinquet’. Espléndido. Junto a él se ha levantado un moderno polideportivo adornado con un gran mural presidido por una jugadora de ‘pilota’.
Pero luego la tradición recorre el municipio. Desde los versos de Estellés por doquier, hasta su lavadero y secadero de cebollas; éstos, fuera del núcleo urbano. En el mismo, además, llama la atención los modernos y señoriales portales de algunas de las pequeñas viviendas. Sin duda, Massalfassar se antoja pequeño ‘parador’ de l’Horta Nord.