Entrevista > Cristina Rodríguez / Actriz y directora de doblaje (Alcoy, 19-enero-1961)
Vemos numerosas series y películas -uno de los grandes entretenimientos actuales-, en ocasiones en versión original, pero la mayoría dobladas. ¿Sabemos cómo se realizan o cuáles son las técnicas que emplean los profesionales? Cristina Rodríguez, una de las pioneras del sector en la Comunitat Valenciana, nos contará detalles de este apasionante trabajo.
Si pensamos que varios actores están doblando al mismo tiempo una escena, como pasaba hace unos años, estamos equivocados. Ahora desarrollan su labor de forma individual, en sala, y es el director de doblaje el que les va orientando, para que hagan una voz temblorosa, enfadada o se muestren conmocionados, por ejemplo.
Actriz y directora de doblaje, se licenció en Arte Dramático en València, antes de trasladarse diez años a Madrid, “porque aquí no había nada”, asevera. Sus comienzos en el sector fueron en la capital, pero tras la inauguración de Canal 9 regresó, conociendo poco después a su marido, Rafa Contreras, otro ilustre del doblaje.
¿Cómo recuerdas tus inicios en la profesión?
Duros, en Madrid, donde me fui para, entre otras cosas, formarme como actriz de doblaje. Era todo tan puro como hacer sala, observando a los mejores y esperando que te dieran alguna cosa, en los ochenta durante la etapa del boom del vídeo (VHS y Beta).
Coincidí con grandes del doblaje, como Ramón Langa, Juan Perucho o Isabel Donate, realizando algunas voces de la serie infantil ‘David el gnomo’.
«Me inicié en Madrid, coincidiendo con grandes profesionales como Ramón Langa o Isabel Donate»
¿Por qué regresaste a València?
Fundamentalmente por cuestiones personales, y aprovechando que acababa de abrir la televisión pública. Pero fue muy complicado, porque debíamos doblar en un valenciano estándar y cada uno de los actores venía de un municipio distinto, con los dejes y acentos del lugar.
Recuerdo que para el valenciano teníamos al director y al corrector lingüístico: era horroroso, muchísimo más lento y lo pasábamos mal, incluso tener que salir con ganas de llorar, de la impotencia. Era tal nuestra desesperación que le llamábamos ¡el corruptor lingüístico! (ríe).
Aparte de pionera, eres un referente.
Es una exageración, porque la nuestra es una labor en la que cada día aprendes. No sé si he sido un referente para los más jóvenes, intento ser una compañera más, sobre todo ahora que ejerzo como directora. Busco que haya buena armonía y darles confianza a los que empiezan.
¿Qué momento vive el doblaje en la Comunitat Valenciana?
Muy malo, en el sentido que si tenemos que vivir de À Punt… la profesión se muere de hambre. Ahora mismo mucho de lo que se emite es en castellano, teniendo los usuarios la posibilidad -mediante una función del mando- de pasarlo a valenciano, pero ¡nadie lo hace!
Si la televisión valenciana se creó con la idea de fomentar el idioma no entiendo por qué toman este tipo de decisiones. Se están cargando directamente muchos programas en valenciano.
«Si he sido un referente no lo sé, intento ser una compañera más, que haya armonía, sobre todo cuando dirijo»
Entonces ¿para quién trabajáis?
Para otras cadenas nacionales o plataformas, tipo Netflix. Precisamente acabo de finalizar cuatro películas para Televisión Española, obviamente en castellano.
Vienen a nosotros firmas exteriores, de Madrid o Barcelona, porque somos algo más baratos, igualmente competitivos y ofrecemos la misma o mejor calidad de trabajo.
¿Tienes algunas actrices asignadas a ti?
Hago la voz de Oprah Winfrey, que aparte de presentar programas de televisión (cancelado), también es actriz. La doblé al valenciano en ‘El color púrpura’ (1985) o ‘El mayordomo’ (2013), porque tengo una voz y tesitura muy característica, de señora potente.
Háblanos de las nuevas generaciones.
Las veo muy preparadas, aunque hoy en día la industria demanda mucha rapidez, además que esté bien hecho, por supuesto. En València contamos con varias escuelas de doblaje y están saliendo grandes profesionales, tenemos una muy buena cantera.
«No es mala la competitividad, aunque uno debe adherirse a las singularidades de su voz e interpretación»
¿Hay mucha competitividad entre los propios actores?
Siempre la ha habido y eso no es malo, pero uno debe saber dónde está y adherirse a las singularidades de su voz e interpretación. ¡Todas las voces son válidas!, excepto las que tienen defectos.
¿Hasta qué punto ha cambiado vuestro modo de trabajar?
Uf, mucho. Nosotros hacemos de espejo de los actores originales, intentando mantener su esencia. Antes teníamos el ocho pistas y estaban varios actores en el atril, al mismo tiempo, mientras ahora -por cuestiones técnicas- está solo uno, con el director marcándole directrices y escuchando al compañero en el caso de estar grabado.
Entre actuar y dirigir, ¿con cuál te quedas?
Actuar, sin duda, porque estás creando. Dirigir es mucho más sacrificado, tienes mucha más responsabilidad, debes estar pendiente de miles de cosas y se cobra bastante menos. ¡Me parece injusto!