Agua, azúcar y esencias naturales. Esa es la magia que desde mediados del siglo XIX expende la albaceteña Hellín en formato caramelo generoso y bien vestido. Bueno, aparte de aceite de oliva, arroz ‘bomba’ y artesanías de esparto o cerámica. Pero los caramelos (también sus tambores artesanales) se han mimetizado con la Semana Santa, convirtiéndose en ejemplo de ella, en referente semanasantero allá donde vayas.
Aunque no es lo único, en realidad. La pregunta, para nosotros, resulta obvia: ¿posee la Semana Santa de la Comunitat Valenciana una industria, siquiera manufacturera, dedicada especialmente a la conmemoración católica de Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, que de eso va el asunto? ¿O una en que, extendida a todo el año, sus productos cobren relevancia por estas fechas? Quizá no en el ámbito nacional, como los caramelos, pero sí, haberla hayla.
Alimentos típicos
Por supuesto, hablamos de productos comercializados, no de lo que cada quien se fabrique en casa. No nos extenderemos aquí, pues, en toda esa gastronomía doméstica asociada a nuestras Semanas Santas, como las torrijas, esas rebanadas de pan empapadas en almíbar, leche o vino, después rebozadas en huevo, fritas y endulzadas con azúcar o miel, más canela. Un postre romano que, en algunos sitios como Aspe (Vinalopó Medio), toma consistencia casi de leche frita.
O de los pepitos valencianos, ‘ximos’ castellonenses, cuando cogemos unos panecillos, los vaciamos de miga, los rellenamos de un pisto o ‘titaina’ (atún, cebolla, huevos duros, tomate y lo que la imaginación y las artes culinarias nos aporten), los rebozamos en leche y huevo y los freímos. Que sí, que está muy bien, pero ¿qué otras necesidades tenemos en estos días para tener que acudir a un establecimiento comercial?
Vall d’Albaida ha conseguido un notable prestigio fabricando velas
Iluminando las calles
¿Y qué precisamos para la Semana Santa? A bote pronto, cirios y velas, vestimentas especiales, los pasos procesionales (tanto los catafalcos como la imaginería, las figuras, que portan), los arreglos florales (generalmente, por parte de las personas que integran cofradías y hermandades, pero también hay empresas especializadas en ello) o los instrumentos musicales de las bandas que acompañan las procesiones.
El uso de cirios, velas y velones proporciona una dramática iluminación que prácticamente ubica narrativamente lo representado en los pasos procesionales. Se fabrican a lo largo y ancho de la Comunitat Valenciana: Agullent, Albaida o Atzeneta d’Albaida (Vall d’Albaida, comarca que ha conseguido un notable prestigio en ello), Altea (Marina Baixa), Ibi (la Foia de Castalla, subcomarca de l’Alcoià) o incluso las capitalinas València y Alicante.
Famosas son las vestimentas valencianas, alcoyanas y ontenienses
Los arreglos externos
En cuanto a las vestimentas, en una región histórica tan textil como esta, es algo también extendido por toda la rosa de los vientos autóctona. Con merecido reconocimiento, incluso más allá de nuestras fronteras, en zonas como la Vega Baja o el Vinalopó, aunque las más famosas mediáticamente son las confeccionadas en el ‘cap i casal’, en Alcoy o en Ontinyent (y de nuevo nos vamos a la Vall d’Albaida).
La universalidad, en todo el territorio español, del Día de Todos los Santos ha puesto a disposición de cualquier habitante de la Comunitat Valenciana una nutrida manufactura local, doméstica, del arreglo floral. No obstante, ya se señaló que las más de las veces esta labor se efectúa en las propias hermandades y cofradías, y a las tiendas lo que les queda es el suministro de la materia prima.
Había más de un millar de bandas en 2022, con 550 federadas
Viento y percusión
Pero las procesiones también precisan de música, notoriamente importante. Y más donde casi cada localidad parece contar con al menos una formación musical (en torno al 95 por cien de ellas, según la Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana o FSMCV), con 533 bandas registradas en 2021 por la Confederación Española de Sociedades Musicales (COESSM) y más de un millar en 2022 para la FSMCV (que tenía federadas ya 550).
Una banda musical depende generalmente de las secciones viento-madera (clarinetes, flautas, oboes…), viento-metal (cornetas, trompetas, tubas…) y percusión (bombos, tambores, timbales…). ¿Y qué tenemos por aquí? Por estas tierras, priman los talleres de guitarra y de instrumentos de percusión. Abundan por València ciudad y su zona metropolitana, pero también se fabrican en l’Alcoià, el Medio Vinalopó o la Vega Baja.
Imaginería autóctona
Entrar en la imaginería, aparte de que es un tema ya tratado en otras ocasiones desde estas páginas, sería materia que excedería el espacio de este reportaje. Digamos que la Vega Baja resulta pródiga al respecto, quizá fomentado por la internacionalización, incluso, de algunas de sus procesiones. Y el Vinalopó (de donde vienen las palmas ilicitanas). Pero no hay que desdeñar la existencia de talleres por buena parte de la Comunitat.
Tampoco nos olvidemos de que, en cuanto a la producción de catafalcos, donde montar la imaginería, existen aportaciones provenientes de unos gremios muy festeros, el de los constructores de fallas y hogueras y, especialmente, el de carrozas y otros carruajes. Aunque en Semana Santa muchos de los pasos no van sobre ruedas, sino al hombro o, ya en filigrana, con ‘trabajaderas’, al estilo andaluz, al cuello. El asunto va de Pasión.