Entrevista > Jordi Gandía Navarro / Escritor y dramaturgo (Alicante, 25-febrero-1978)
Hablar de Jordi Gandía en Villena es sinónimo de cultura, inquietud y autenticidad ya que durante su carrera ha experimentado diversas artes. Junto a su padre, el reconocido Eleuterio Gandía, ha publicado ‘La sombra del albatros’, una recopilación de las cartas que comenzó a cruzar con el ilustre Alfredo Rojas cuando apenas era un adolescente.
Un nuevo giro en su obra donde ya figuran la poesía, el teatro o los relatos, con la que nos reconcilia con ese género en peligro de extinción que fueron las cartas manuscritas.
Tu último libro sorprende al gran público por el estilo y la temática de este. ¿De qué trata ‘La sombra del albatros’?
Reúne principalmente las cartas que Alfredo Rojas me escribió durante siete años. Son cartas en las que habla de literatura, de la juventud, de Villena, del dolor, de paso del tiempo y de la vida. Además, se pueden leer algunos poemas y cuentos que yo le enviaba y que ayudan a situar el contexto de la relación.
Todo el trabajo de recopilación, conservación y el estudio que te permite adentrarte en sus cartas lo ha hecho mi padre, Eleuterio Gandía. Yo solo pasaba por allí.
¿Cómo llega un adolescente de dieciséis años a cartearse con una figura como Alfredo Rojas?
Bueno, le hice llegar un cuento a través de mi padre, porque ellos eran amigos. Alfredo me escribió una carta a raíz de ese relato. Y así comenzó un cruce de cartas y una amistad que marcó mi vida para siempre.
«Así comenzó un cruce de cartas y una amistad que marcó mi vida para siempre»
¿Fue imponente para ti dirigirte a alguien con su trayectoria?
Quizá al principio sí, por eso intentaba deslumbrarle con mis palabras. Luego, con el paso de los años, simplemente éramos amigos, a pesar de que nos separaban cincuenta años de vida. Siempre que veníamos a Villena, intentaba irme con Alfredo y estar con él.
¿Qué consejos literarios recuerdas?
Siempre me decía que para escribir bien había que leer mucho. Eso estaba constantemente en su mente. De una manera más profunda, creo que él intentó acercarme a la vida de las personas, a observarlas y compartir sus sueños y sus fracasos. Para él, escribir era una manera de observar el mundo, en el sentido más ampliamente humanístico.
¿Cómo era Alfredo Rojas en la intimidad?
Alfredo era amable, divertido y muy inteligente. Le gustaba conversar. Siempre me trató con mucho cariño y siempre estuvo atento a todo lo que me pasaba en la universidad, en París, en mi vida.
«La última vez que estuve con él fue dos meses antes de que muriera; solo su muerte nos separó»
¿Hasta cuándo duró vuestra relación?
La última vez que estuve con él fue dos meses antes de que muriera. Solo su muerte nos separó.
Las nuevas tecnologías han arrinconado a las cartas como forma de comunicación. ¿Qué hace especial esta forma de expresión?
Era emocionante recibir una carta y era emocionante escribirlas. Alrededor de la carta había una serie de rituales, que formaban parte de la comunicación. Abrir una carta, esconderte para leerla, abrir el sobre, aquellas cosas tenían mucha magia. Y cuando escribías pues te esforzabas en que las palabras volasen.
El ‘fast food’ de las redes sociales está transformando el entretenimiento. ¿la cultura se encuentra en crisis?
Si entendemos como crisis una fase de transformación, sí. La forma de consumir la cultura ha obligado a cambiar también los procesos creativos. Como en toda transformación hay formas que mueren y formas que están por nacer, y eso es excitante. Donde uno se queja de que las cosas ya no son como antes, alguien encuentra una manera salvaje y espontánea de expresarse. La vida.
«Donde uno se queja de que las cosas ya no son como antes, alguien encuentra una manera salvaje y espontánea de expresarse»
Los Juglares del Lute que diriges estrenaron en las últimas Fiestas del Medievo ‘Momo y las estrellas’, ¿una obra más cercana al teatro infantil o una bofetada para los adultos?
Los Juglares del Lute siempre nos dirigimos a los adultos. Solo que utilizamos un lenguaje teatral muy cercano a la mente infantil, como son el clown, las máscaras y el teatro de calle. Eso sí lo tenemos en cuenta y cuando hay escenas violentas siempre pasamos por un proceso creativo sobre cómo hacerlas sin que los padres se lleven a sus hijos.
Desde el principio hemos puesto en los carteles el subtítulo “Teatro infantil para adultos”. Eso está en los tuétanos del estilo que hemos desarrollado.
Como profesor de Literatura, ¿qué libros recomiendas a tus alumnos para inculcarles el gusanillo de la Literatura?
Estoy viviendo una época en la que mis alumnos me recomiendan libros a mí. Contra la idea de que la gente joven no lee, te puedo decir que hay jóvenes que leen muchísimo. Lo maravilloso, es que ellos leen lo que les da la gana. Ya no hay un canon.
Leen libros que brotan a miles en las librerías y en internet. Los devoran. Así que he cambiado mi actitud y ahora les preguntó yo qué están leyendo. Por ejemplo, el último libro que me han recomendado es ‘Antes de diciembre’, de Joana Marcus.
¿Alguna recomendación para ellos?
Les diría que estudiasen los cuentos que Roald Dahl escribió sobre la II Guerra Mundial, especialmente el cuento ‘No llegarán a viejos’. Teniendo en cuenta sus gustos y la necesidad de despertarles ese gusanillo, el libro “Campos de fresa”, de Jordi Serra i Fabra.