Entrevista > Juan Ramón Adsuara / Diputado provincial y alcalde de Alfafar (Vilavella, Castellón, 29-julio-1974)
Durante los últimos meses hemos comprobado como la sociedad se ha volcado ante la emergencia generada por la DANA. Sin embargo, durante el duro trago vivido, especialmente las primeras semanas, podemos llegar a olvidar algo difícilmente visible: la salud mental.
Hablamos con Juan Ramón Adsuara, diputado provincial y alcalde de uno de los municipios más golpeados, Alfafar, quién reivindica la necesidad de poner en el foco este tema, para que la sociedad reciba ayuda no sólo en lo estético, sino también en las heridas interiores.
¿En qué situación crees que estamos actualmente en materia de salud mental, especialmente tras la DANA?
La salud mental ha sido la gran olvidada. Hemos tenido emergencias por diversos motivos, pero nunca se ha hablado públicamente de una emergencia de salud mental. Nos han reforzado los asuntos sociales con ayudas para planes de empleo y con personal de Cruz Roja, pero son medidas paliativas. No se trabaja la salud mental de manera integral, y la salud mental abarca todos los aspectos de nuestra vida.
Aún hoy, meses después de la catástrofe, vemos imágenes y nos estremecemos. Niños vuelven a tener problemas, personas mayores tienen pánico a salir cuando llueve. No tenemos la misma alegría.
«Para muchas personas la salud mental es un lujo que no se pueden permitir»
¿Cómo se refleja eso en los municipios más afectados, como es el caso de Alfafar?
A diferencia de otras poblaciones, aquí hemos perdido mucho. Las instalaciones deportivas, por ejemplo, son fundamentales para la conciliación familiar y el desarrollo de las personas, pero llevamos meses sin ellas.
Lo mismo ocurre con las actividades para mayores, como clases de informática, lectura, poesía, escritura y actividades como Alfafar camina. Todo eso se ha perdido, y ningún político que no sea municipal ha hablado de esta salud mental.
¿Qué acciones se han tomado desde las altas instituciones para abordar esta situación?
Cuando decidieron bajarnos del nivel 2 al nivel 1 de emergencia, sentí que se iban a olvidar de nosotros, y así ha sido. La salud mental, para muchas personas, es un lujo que no se pueden permitir. A nivel local, actuamos como podemos y con los medios que tenemos, pero no nos permiten ampliar más.
¿Recuerda a la situación que se vivía tras la pandemia?
La salud mental se ha convertido en algo imprescindible de trabajar continuamente. Tras la pandemia surgió la necesidad de talleres y actividades culturales en las calles, así como programas de conciliación y ludotecas para niños. Si todo esto surgió tras la pandemia, ¿por qué no hemos podido arrancarlo después de siete meses de la DANA?
A nivel municipal hemos hecho lo que hemos podido, pero en asunto de recursos económicos proactivamente no se ha hecho nada en salud mental. Reivindicábamos antes de pandemia, después de ella con más motivo y ahora debería haber una intervención grandísima en la población, pero es que estamos todos afectados.
«Por ejemplo, la falta de ascensores genera soledad en muchas personas»
Además, la salud mental no distingue de clases sociales…
El impacto que ha tenido esto en nosotros no distingue a familias con riesgo de exclusión. Esto nos ha afectado a todos los que hemos vivido esos días. Necesitamos perder tabúes y buscar ayuda. Sabemos que tenemos montañas rusas de emociones, que un día parece que todo va bien, pero luego vemos los accesos a nuestra población en ruinas y nos venimos abajo.
¿Tanto afecta la falta de algunas infraestructuras?
La realidad nos golpea de frente. Vemos los barrancos y el río con restos de la DANA. Esto nos recuerda lo que sufrimos. Bajar de nivel 2 a 1 ha hecho que de esto no se hable. En Alfafar se han perdido parques, y la burocracia para reconstruirlos es enorme. Que un parque esté lleno de niños es salud mental.
¿Por qué crees que se toman decisiones como bajar el nivel de emergencia?
Porque lo emocional no se tiene en cuenta, solo lo tangible. Se considera el estado de las calles, pero no el subsuelo ni el daño en la hiperestructura hidráulica. Lo emocional no es un factor para subir o bajar una emergencia. Todos los alcaldes coincidimos en que echamos de menos un consorcio y que los gobiernos presionen al sector de los ascensores para que la gente pueda salir de sus casas.
«Es necesario recuperar las infraestructuras y sentir esa normalidad»
¿Cuánto impacto tiene la falta de ascensores en la salud mental de las personas?
La falta de ascensores genera soledad en muchas personas. Tenemos que destinar recursos para visitarlos y darles conversación. La lucha contra la soledad no deseada es una de nuestras banderas, y ahora debemos doblar esfuerzos.
¿Qué esperanzas tienes para el futuro en cuanto a la recuperación de la normalidad y la salud mental de la población?
Es necesario recuperar las infraestructuras y sentir esa normalidad. Las fiestas pueden ayudar, pero este año nuestro Ayuntamiento priorizará las ayudas a familias, autónomos y pymes, así como la retirada de enseres y la fumigación.
¿Te gustaría enviar un mensaje a las administraciones superiores sobre la salud mental?
Creo que deberían escuchar a los departamentos de asuntos sociales de los ayuntamientos y a las ONG que están actuando sobre el terreno. Que escuchen y lean sus informes, que se basan en lo que viven todos los días. Estos informes valen más que un puente, porque son la vida de las personas.