Como dicen los modernos, “lo petó’ en los años ochenta. Estamos hablando del squash, un deporte que se puso de moda a finales de los años setenta y durante toda la década de los ochenta en la Comunitat Valenciana y en toda España. Lentamente fue languideciendo hasta casi extinguirse en las canchas valencianas este siglo XXI.
En pleno auge de deportes de raqueta, donde el frontenis y el tenis eran los deportes entre jóvenes y deportistas de mediana edad, emergía uno que era más rápido. Más explosivo. Más calórico. Combinaba la elegancia del tenis con lo explosivo del frontón. Su raqueta, más fina y liviana que la de sus hermanos mayores, se medía a la del rival entre tres paredes y una trasera (generalmente) de cristal.
Con el asentamiento del tenis gracias a las grandes figuras de los últimos años, el squash pasó a un segundo plano. Pronto sus pistas fueron reabsorbidas por gimnasios al principio y por pistas de pádel hace ya no tanto. Sin embargo, la cita olímpica de Los Ángeles 2028 ha dado una nueva oportunidad a este deporte, que espera vivir su segunda juventud en una Comunitat que ha gestado campeones como Alex Boni, Alex Garbí o Natalia Meneu.
Carlos Sainz
En los años setenta el entonces rey Juan Carlos I junto a la estrella del tenis Manolo Santana empezaron a promocionarlo. Enseguida se unieron los hermanos Sainz. Carlos, conocido hoy en día por ser piloto de rallyes, se convirtió en el primer campeón de España de squash.
Es uno de los cinco nuevos deportes que se incluirán en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles (junto al béisbol/sóftbol, cricket, fútbol bandera y lacrosse), y el país anfitrión, que lo está potenciando mucho a nivel universitario, goza de buenas posibilidades de ganar una medalla. Deberá volver a ganarse su espacio frente a otros deportes de raqueta, como el tenis, el bádminton o el tenis de mesa.
Roger Federer lo practica y se ha manifestado a favor de su inclusión en los Juegos Olímpicos
Cárceles británicas
Sorprenderá al lector saber que el squash posee su origen en los juegos de raqueta –a su vez descendientes del tenis– que se practicaban en el siglo XVIII en las cárceles londinenses, donde los jugadores golpeaban pelotas con raquetas contra una pared o en un rincón para hacer entrar en juego una pared lateral.
Los primeros registros históricos de lo que hoy conocemos como squash tienen casi dos siglos. Vienen de Inglaterra; concretamente del Colegio Harrow, entre 1820 y 1840. Sin embargo, el juego comenzó a gestarse alrededor de una década antes, en la prisión Fleet, en Londres. Allí, los presos, casi todos condenados por deudas de impuestos, diseñaron un nuevo esparcimiento: el ‘Rackets’.
Es un deporte más calórico que combina la elegancia del tenis con lo explosivo del frontón
Deporte desde 1864
En 1864 el squash fue declarado oficialmente un deporte y se construyeron las primeras cuatro canchas en Inglaterra. Comenzó a expandirse en las colonias del Reino Unido y luego llegó a América. A Canadá en 1880. Se introdujo en Estados Unidos gracias al director de un colegio de New Hampshire quien vio un partido en Montreal; le pareció que sería un deporte ideal para sus alumnos.
El deporte se fue consolidando y personalidades de la talla del tenista suizo Roger Federer lo practican y se manifestaron a favor de su inclusión en los Juegos Olímpicos. El squash es popular en Sudáfrica, India, Pakistán, Egipto, Australia y Nueva Zelanda y es muy practicado en países como Egipto, Kuwait, Malasia y Pakistán.
Estados Unidos, país anfitrión de la cita olímpica, lo potencia mucho a nivel universitario
La era de lo fácil
La Federación Española de Squash contaba en su haber con más de 10.000 licencias en los años ochenta. Ahora apenas superan las dos mil en todo el país, cuando el pádel, deporte de de moda supera las 100.000. Menos complejo, menos exigente físicamente, menos técnico en comparación a la raqueta de cuerda, la pala del pádel tiene muchos más adeptos.
No es fácil el reto que se le pone por delante al squash. La cita en los Ángeles será clave, pero más aún las dos siguientes citas olímpicas para terminar de consolidar el regreso de este deporte a nuestro país y a nivel mundial. Ernesto Revert, tesorero de la Federación Valenciana de Squash, confirma a este periódico que el squash cuenta con unas doscientas licencias actualmente.
Pocas pistas
Hoy día hay pocas pistas para este deporte. En València las hay en la Universitat Politècnica (UPV), en el antiguo K-7 de la Pista de Ademuz, en el Olympia de Alboraya y en algunas instalaciones municipales del Cabanyal. Pero poco más.
Para mayor desgracia, el Club de Squash Algemesí, que ha sido varias veces campeón de España de clubes, había logrado que su Ayuntamiento encargara a una empresa austríaca la construcción de tres pistas que fueron arrasadas por la pasada DANA.
Las mejores raquetas valencianas tienen nombre y apellido. Por un lado Ernesto Revert, que con veintidós años y terminando sus estudios de Ciencias del Deporte en la UV, se encuentra el séptimo en el ranking español de squash. Por otro lado su hermano, tres años menor y que aborda un módulo de informática, se encuentra en la décimo tercera posición de ranking nacional.