La elección de la Bellea del Foc, el concurso oficial de mascletás en Luceros, las barracas, las hogueras infantiles, la canción de ‘A la llum de les Fogueres’… Pareciera que estos elementos tan emblemáticos de las Hogueras de San Juan existen desde el mismo momento en que se inventaron estos festejos en 1928. Sin embargo esto no es así. En realidad todos fueron añadidos posteriores.
Y es que en la vida todo evoluciona o desaparece. Afortunadamente las Hogueras han tomado el primer camino, y a lo largo de estos 97 años los foguerers alicantinos han ido creando nuevas costumbres para enriquecer estas fiestas sanjuaneras. Así es como hemos llegado al punto en el que las conocemos y celebramos hoy en día.
El ciclo de las Hogueras
Eso sí, en el fondo nuestro ADN fogueril de 2025 sigue siendo exactamente el mismo que en 1928… Plantar, premiar y quemar. Casi un siglo después, todo continúa girando en torno a esta misma trilogía.
El estilo de los monumentos tampoco ha escapado a esta evolución. Desde aquellas primeras hogueras que se plantaban a principios del siglo XX, mucho ha cambiado la moda… a la par que la propia sociedad. Por eso es interesante echar la vista atrás para repasar cómo fueron las antiguas ganadoras del Primer Premio.
Primera etapa con Gastón
La comisión de Benalúa tiene el honor de ser la primera en alzarse con el máximo galardón. En aquella primera edición de 1928 solo se plantaron nueve hogueras en Alicante, y la suya fue elaborada por los artistas Gastón Castelló, José Such y José Merced.
Esa obra representaba uno de los típicos tranvías públicos que circulaban en los años veinte, décadas antes de que entrara en funcionamiento el servicio de autobuses que tenemos hoy. Ya en esta pionera hoguera estuvo presente un santo y seña de nuestras fiestas como es el humor. Los artistas representaron al conductor durmiendo, mientras que el Santo Job (patrón de los pacientes) espera su llegada. Una crítica evidente a la lentitud y los retrasos del servicio.
Hay que decir que en aquellos primeros años las hogueras eran bastante más modestas que en la actualidad. Era raro que un monumento superara los cinco metros de altura, y el nivel de detalle en los ninots no tenían comparación con los contemporáneos.
A pesar de todo, ya hubo un artista entonces que se caracterizó por incorporar innovaciones en los monumentos como fue Gastón Castelló. El alicantino logró ganar el Primer Premio hasta en diez ocasiones, la última en 1945 con la comisión del Mercado.
Luchando contra la censura
Las Hogueras tampoco fueron inmunes a los cambios políticos, y con la llegada del Franquismo se persiguieron las críticas políticas habidas en los monumentos. De hecho, en 1940, la Rambla ganó el concurso con una hoguera propagandística del nuevo régimen.
Ni siquiera este monumento elaborado por Manuel Baeza y Agustín Pantoja se libró de la censura franquista, dado que el Ayuntamiento ordenó quitar el águila imperial dibujada en el boceto original al considerar una ofensa política que fuera quemada en la Cremà.
Mucho más polémica fue la edición de 1947, quizás la más conflictiva de la historia fogueril. Ocurrió ese año que las dos hogueras favoritas –Mercado y Benito Pérez Galdós- fueron descalificadas por sus críticas hacia el hambre y el estraperlo propios de la Posguerra. Finalmente se resolvió darle el primer premio a la comisión de Gabriel Miró, cuando ésta ni siquiera pertenecía a la categoría especial.
Ramón Marco y Pedro Soriano
Apodado ‘el Mestre’, Ramón Marco, se convirtió en el gran dominador de los premios durante los años cincuenta y sesenta llegando a ganar el primer galardón hasta en veintidós ocasiones.
Es difícil resumir todas las aportaciones que este gigante de las Hogueras realizó al estilo artístico de las fiestas, pero es de común parecer que las llevó a un nuevo nivel con sus nuevas técnicas de modelado. Quizás, por destacar una, sea especialmente recordada su hoguera de 1965 para Ciudad de Asís por su espectacular remate inspirado en la Antigua Roma.
Su sucesor sin duda fue Pedro Soriano, a quien se le suele considerar como el gran impulsor del ‘estilo alicantino’ e incluso dio nombre a toda una corriente artística propia como es el ‘sorianismo’. Algunos de sus monumentos desafiaron seriamente las leyes de la gravedad, lo cual le costó varios disgustos pero también la consecución de ocho primeros premios.
De igual forma Soriano ha obtenido muchos ninots indultados, entre ellos el que le dedicó al propio Gastón Castelló en la hoguera de Benalúa de 1981 (que además también ganó el Primer Premio).
Irrumpen los valencianos
Quizás el último gran artista alicantino que consiguió marcar una época fuera Paco Juan, quien ganó el máximo galardón hasta en seis ocasiones durante los años noventa.
Desde entonces los artistas valencianos han irrumpido con fuerza en los premios de Hogueras, lo cual no ha sido del agrado de algunos foguerers que consideran que el estilo artístico alicantino está mutando demasiado hacia el fallero.
La polémica sobre las decisiones de los jurados también ha sido una constante hasta la actualidad. La última más sonada sucedió en 2023, cuando hubo un empate a puntos entre Florida-Portazgo y Diputación-Renfe resolviéndose finalmente a favor de esta última mediante unas formas que no dejaron precisamente muy satisfechos a los de la comisión perdedora.
Esperamos que este año no corra la sangre al río, y que todos disfrutemos en armonía de este arte efímero. Sea como fuere, desde este periódico os deseamos a todos los alicantinos unas felices Hogueras 2025.