Decían que sabía mucho, pero mucho, de plantas el botánico, médico y farmacólogo romano, procedente de las costas meridionales de la península de Anatolia (la antigua Cilicia), Pedaneo Discórides Anazarbeo, quien vivió aproximadamente entre el año cuarenta y el noventa. Y también aseguran algunas crónicas, aunque esto quizá quede hoy, a decir de los historiadores, en terreno legendario, que paseó por estas tierras de la hoy Comunitat Valenciana.
Aquí tenía dónde elegir, desde luego, quien fuera médico del ejército romano (pero no, como suele aparecer en muchas referencias, galeno personal del emperador Nerón, nacido en el 37 y autoinmolado el 68), y efectivamente plantas levantinas encontramos entre las 579 especies vegetales, 102 sustancias minerales, 61 productos animales o derivados y 72 preparados medicinales que incluye ‘De materia médica’, su célebre tratado.
Capítulos ilustrados
Los 957 capítulos ilustrados, distribuidos en cinco tomos (árboles, plantas aromáticas, aceites y perfumes, el primero; plantas no arbóreas y remedios derivados de animales, el segundo; plantas no arbóreas, tercero y cuarto; y vinos, aguas y remedios minerales, el quinto; Gredos los tiene recopilados en dos libros), tan importantes durante el Medievo y el Renacimiento, recopilaban las observaciones botánicas y biológicas de Discórides junto a las huestes latinas.
Con ellas, elaboró un nutrido nomenclátor de, sobre todo, vegetales y sus usos. ¿Qué tenemos en la actualidad? ¿Existe algún ‘De materia médica’ oficial u oficioso al que acudir? Refiriéndonos, naturalmente, al asunto desde un aspecto científico y no a estrellerías varias, del tipo de póngase perejil machacado bajo las axilas en luna llena (esta receta, por cierto, existe).
Aquellas más clásicas, las de nuestros abuelos, están ahora protegidas
Referencias clásicas
Por ejemplo, hay dos libros muy recomendables al respecto: el publicado por l’Ordit (un sello editorial-colección de la Universidad de Alicante), ‘Plantas valencianas: Descripción y usos tradicionales’ (2022), obra de los biólogos Antonio Belda Antolí, Antoni Conca Ferrús y Daniel Climent Giner; y el a estas alturas ya clásico ‘Plantas medicinales de la Comunidad Valenciana’ (1998), editado por la Generalitat y escrito por Gerardo Stübing y Juan Bautista Peris.
¿Tantos árboles o matas existen aquí que puedan servir para curarte de algo, o al menos para usarlas en modo paliativo? Si seguimos libros como el de Stübing y Peris, que puede decirse que posee un claro precedente con la ‘Guía de las plantas medicinales de la Comunidad Valenciana’, de los mismos autores más Ramón Figuerola (se publicó también en fascículos en prensa), o el de Belda, Conca y Climent, más de trescientos.
Discórides preparó ‘De materia médica’ como médico del ejército romano
Multas generosas
Estamos salvados, ¿no? Bueno, tengamos en cuenta que bastantes de las más clásicas, aquellas de las que tanto sabían nuestros abuelos y tanto nos recomendaban, se encuentran ahora protegidas. Que pillarlas sin más, sin tener en cuenta usos permitidos y restricciones, nos puede acarrear hasta multa. Y eso incluye algunas tan comunes como el antiinflamatorio y digestivo rabo de gato (‘Sideritis chamaedryfolia’).
Hasta 100.000 euros, partiendo de un mínimo de treinta, nos puede costar la broma, nos advierten. ¿Pero qué tiene el rabo de gato que tan bien se cotiza? Bueno, contemporicemos: no existe una legislación punitiva exclusiva para la recolección de esta planta. En realidad, se encuentra acogida a la legislación general para la flora protegida. Si llevas más de seis kilos, se supone que ya no estamos ante uso propio.
Tenemos endemismos como el altramuz valenciano o el tomillo de yesar
Infusiones variadas
Si te pasas de la cantidad permitida, lo cierto es que has de poseer permiso expreso del propietario o la administración correspondiente. No nos apuremos: Discórides seguiría anotando especies sin más, ya puestos. Conforme comenzó a aplicarse la ley, hubo en ocasiones exceso de celo y tocó recurrir, pero algún caso sonado escondía bajo el drama mediático un motocarro cargado de hierbas.
Que lo de las infusiones llama mucho, y por estas tierras abunda el digestivo y antirreumático laurel (‘Laurus nobilis’); la antiinflamatoria y sedante lavanda (‘Lavandula spica’); la hipotensora (disminuye la presión arterial) y diurética retama (‘Cytisus scoparius’); el antiséptico y expectorante romero (‘Rosmarinus officinalis’); la reguladora de azúcar, y desinfectante bucal, salvia (‘Salvia lavandulifolia’); el antioxidante y relajante tomillo (‘Thymus vulgaris’)
Ejemplares endémicos
Hasta la pebrella (‘Sedum sediforme’), complemento alimenticio además de digestiva y antitusígena (atempera la tos seca), nos cabe en un listado protegido, además de por la Conselleria de Medi Ambient, Infraestructures i Territori, por entidades como el Centro para la Investigación y la Experimentación Forestal (Cief), creado por decreto (desde Conselleria) en 2005, o la Asociación Valenciana de Plantas Medicinales (AVPM), surgida un año antes.
Al cabo, gestionan y protegen un patrimonio biológico bien amplio, que incluye endemismos como el depurativo y diurético altramuz valenciano (‘Lupinus mariae-josephae’), la astringente y cicatrizante saladilla de Dufour (‘Limonium dufourii’) o el antiséptico y digestivo tomillo de yesar (‘Thymus lacaitae’), por cierto que parte importante en la mezcla de especies para cocinar conocida como ‘zaʿatar’. Y muchas de estas plantas, con sus respectivos usos, las conocíamos desde los romanos.