Entrevista > Javier Quesada / Músico (Santa Pola, 1-julio-1987)
No tiene que ser fácil comunicar a un alumno -o a sus padres- que no alberga el nivel suficiente y es recomendable que abandone la música, pues sus habilidades son mucho mayores, por ejemplo, en la pintura. Bien lo sabe Javier Quesada, director de la escuela de la Asociación Musical Mare de Déu de Loreto.
Quesada se inició en esta disciplina con apenas ocho años, por influencias familiares: “mi padre toca la percusión en la banda”, indica, orgulloso. Comenzaron en la Unió Musical, cambiando cuando una nueva se creó. “La música da igual quién la toque”, reflexiona.
Su primer instrumento fue el piano, como afición, “hasta que me enganchó, haciéndome feliz”. Le siguió el clarinete, debido a que una prima mayor (María José) lo tocaba. “Lo que deseaba era tocar en la banda, hacer nuevos amigos”.
¿Qué te fascinó del clarinete?
Me gustó desde el primer momento, su sonido y su color negro, me llamaba la atención. También debió influir tener un clarinete en casa, el de mi prima, era el que primero cogía…
Sin embargo, el instrumento que siempre supe que deseaba acabar era el piano. En el Conservatorio de Alicante completé ambos, además de cursos superiores de Pedagogía de la Música en el de Murcia.
«Más allá de director, imparto clases de piano, clarinete, lenguaje musical, de cámara y de música y movimiento»
¿Volviste entonces a Santa Pola?
Exacto, en 2014, para incorporarme a la escuela de música de la asociación, denominada ‘La Constancia’. Poco a poco fui evolucionando, igualmente por ser un enlace entre la banda.
Era lógico que estuviera en la directiva, primero en la secretaria, hasta que en el curso 2018-2019 me nombraron director de la escuela.
¿Impartes también clases?
Muchísimas. Soy el profesor de piano, clarinete, lenguaje musical, de cámara -o banda juvenil, para nosotros, la mini banda- y música y movimiento, para chicos de entre cinco y siete años.
¿De dónde sacas tanto tiempo?
Es algo habitual si estás en una asociación: nunca sabes cuándo finaliza tu jornada. Pero poco importa, la música es mi pasión y trabajar con niños te llena de satisfacciones. Es lo mío, soy docente, en contacto con ellos incluso en vacaciones.
«Puedo saber una cosa, pero de treinta formas distintas, para explicárselo a cada alumno de un modo diferente»
Precisamente, ¿cuál es el nivel de los alumnos?
Contamos con uno muy alto. La mejor prueba es que cada año casi todos superan la prueba de acceso a los conservatorios (San Vicente, Elche o Alicante). Estoy muy contento, tanto yo -que llevo la parte teórica- como el resto de los profesores de instrumentos.
Apreciamos que hay nivel, y continúan, anhelan proseguir, porque sabemos que la música es muy larga, son muchos años.
Debes ser un profesor exigente.
Me considero de la vieja escuela. En música es determinante la disciplina; si no la tienes, no acabas la carrera. A los niños les cuesta especialmente la teórica, ninguno la quiere, prefieren la práctica, es normal.
Doy clases a alrededor de cien alumnos, intentando ser empático con cada uno. ¡Ahí entra mi parte pedagógica!, para que lo entiendan. Puedo saber una cosa, pero de treinta formas distintas, para explicárselo a cada uno de un modo diferente.
Intentamos, del mismo modo, que los grupos sean reducidos, de ocho o diez alumnos, para que puedan asimilar los conceptos más rápidamente. Prefiero ir uno a uno explicándole que no hacer un masterclass a todos.
¿El modo de transmitir la música ha variado?
En la forma pedagógica pienso que sí, sobre todo por las nuevas tecnologías. Ya no existe el típico libro de solfeo, sino que intentamos trabajar mucho más con juegos, pues el objetivo es que los niños se enganchen a la música y deseen continuar.
La idea es que esos niños les digan a sus padres: ¡hoy toca ir a música!, y que vengan con alegría, sabiendo que deben estudiar, que no son actividades deportivas.
«Ahora trabajamos mucho más con juegos, pues el objetivo es que los niños se enganchen a la música y continúen»
¿Incluso los que no tienen el talento suficiente?
Es un tema que solemos tratar con las familias, para indicarles que no vamos a expulsar a su hijo, pero que quizás es más artista pintando o haciendo manualidades.
¿Aprecias si alguno tiene un algo especial?
Por supuesto, al instante, por el avance que tiene en positivo. La música es cuestión de práctica y muchos a la tercera ya saben. ¿Cómo puede ser?, nos preguntamos. Pues sucede.
Recientemente pasó con un chico que toca el violín, que con apenas un mes de estudio sacó un diez en la prueba para el conservatorio.
Por último, ¿participáis en conciertos durante el curso?
En varios, siendo el primero para conmemorar Santa Cecilia, la semana del 22 de noviembre. Esos días hacemos jornadas de convivencia y pequeñas audiciones, para salir un poco de la rutina. Le siguen las de Navidad, Semana Santa y final de curso.