Este 2025 ha sido histórico para los festeros de San Vicente del Raspeig ya que hemos celebrado el cincuenta aniversario de la fundación de los Moros y Cristianos en nuestra localidad. Y ahora venimos de vivir la 78ª edición de las Hogueras, la otra gran fiesta mayor de la ciudad.
Hablamos pues de dos festejos que ya cuentan con un gran legado de décadas a sus espaldas. Desde que surgieran a mediados del siglo XX esta ciudad ha crecido considerablemente, y con ello a la vez también el número de comisiones o comparsas.
¿Significa esto que en los años anteriores a que estas fiestas se fundaran oficialmente, San Vicente era un remanso de paz donde nunca se tiraba un petardo ni se celebraba una verbena? Evidentemente no. En realidad todo es fruto de una misma evolución. Porque nuestra historia festera ha ido siempre de la mano a la historia del propio pueblo, y es digna de ser contada.
San Vicente Ferrer
Como casi todo lo relacionado con el pasado de nuestra localidad, esta historia también empieza teniendo de protagonista al mediático santo que le da nombre. Tradicionalmente se ha dicho que San Vicente Ferrer pasó por aquí a predicar hacia 1411, cuando marchaba desde Xixona hasta València.
Supuestamente la visita del santo habría causado tal impacto en las gentes del Raspeig, que desde entonces decidieron construir una ermita en su honor e incluso incorporar su nombre al pueblo.
La veracidad de esta versión popular ha sido puesta en duda por algunos historiadores contemporáneos. Aún con todo lo seguro es que, ya fuera algunas décadas antes o después, San Vicente Ferrer se acabaría convirtiendo en el santo y seña de esta localidad.
El origen de las fiestas patronales es anterior al propio Ayuntamiento de San Vicente
Fiestas patronales
Y como no podría ser de otra manera en esta tierra, este hecho originó una fiesta. Desde una fecha indeterminada (póngale el siglo XV, XVI, XVII…) surgió la tradición de celebrar el día del patrón. Probablemente en los primeros años fueran celebraciones meramente religiosas, pero con el paso del tiempo fue generándose también cierto jolgorio alrededor de la iglesia cada primavera.
Por tanto la trayectoria de las fiestas patronales sanvicenteras abarca bastante más tiempo que cincuenta años. ¿Cuánto más? Pues realmente es imposible saberlo.
Unas niñas sanvicenteras ‘construyeron’ la improvisada primera hoguera en la calle
Origen incierto
Cabe señalar que hasta principios del siglo XIX este municipio ni siquiera se había independizado oficialmente de Alicante, así que no existen actas municipales anteriores donde pudiéramos encontrar referencias de estas fiestas. Tampoco es posible consultar fuentes periodísticas, ya que la primera prensa escrita de la zona comenzó a surgir precisamente por esa misma época.
La razón por la que la festividad de San Vicente Ferrer se celebra en el segundo lunes de Pascua, en lugar del 5 de abril -cuando es su día litúrgico-, básicamente es para asegurar que no coincida nunca con la propia Semana Santa. Ahora bien, cuándo se tomó exactamente tal decisión… pues tampoco está muy claro.
Los Moros y Cristianos surgieron por iniciativa de unos barraquers
Hogueras
Desde luego lo que sí podemos asegurar es que en el siglo XIX estos festejos ya estaban completamente consolidados en nuestra localidad. De hecho entonces solían durar varios días porque el programa de actos estaba bien cargado. Había redoble de campanas, pasacalles, conciertos de música, fuegos artificiales, competiciones de carreras para adultos y niños, mercadillo y por supuesto… una procesión en conmemoración al patrón.
El siguiente capítulo de esta historia festera se produce en 1933, cuando varias niñas del pueblo deciden construir una hoguera para conmemorar San Juan amontonando varias cajas de zapatos en la calle Alfonso XIII. En Alicante las Hogueras se venían celebrando desde hacía solo cinco años, y aquellas pequeñas sanvicenteras quisieron imitar esta divertida fiesta a su manera.
Aquella curiosa iniciativa hizo gracia a otros vecinos del pueblo, que durante los siguientes años apoyaron a esas niñas con otros objetos que añadir a esa improvisada hoguera. En 1936 llegó incluso a construirse un primer monumento artístico sufragado por varios particulares. Pocas semanas después estallaría la Guerra Civil, y ya nadie estaría para fiestas durante los siguientes años.
Sin embargo afortunadamente el espíritu de aquellas jóvenes no pereció en la guerra. Tras unos años de dura Posguerra, en 1947 el Ayuntamiento cedió a las presiones populares y accedió a que el municipio tuviera una segunda fiesta mayor. Se constituyeron las primeras cinco comisiones, y se optó por plantar en julio para no coincidir con las fiestas sanjuaneras alicantinas.
Moros y Cristianos
Y ahora sí, llegamos a los Moros y Cristianos. Todo ello surgió precisamente por iniciativa de un grupo de barraquers que integraban una barraca -hoy desaparecida- llamada ‘I deien que no podiem’. Se conoce que estos jóvenes no tenían suficiente marcha con las Hogueras, y a raíz de un viaje a Villena se propusieron exportar esta tradición también a su pueblo.
Tras conseguir que el Ayuntamiento autorizara meter un desfile de moros y cristianos en el programa de las fiestas patronales de 1975, se constituyeron tres comparsas. Dicen las crónicas que aquel día solo desfilaron 33 hombres, una mujer de abanderada y tres niños. Hoy ya hay veinte comparsas dentro de la Federación Ber-Largas, con un censo de festeros que supera las 4.500 personas.
En definitiva, tanto las Hogueras como los Moros y Cristianos cayeron de pie en San Vicente desde su misma puesta en marcha. Y eso sin duda ha sido así gracias a que ya existía una enorme tradición festera arraigada en esta localidad desde siglos atrás.