Entrevista > Jesús García / Rey Cristiano de las Fiestas de Altea 2025 (Benidorm, 14-junio-1981)
Jesús García, el próximo Rey Cristiano de las fiestas de Moros y Cristianos de Altea, vive con orgullo y emoción este nombramiento. Nacido en Benidorm pero alteano de toda la vida, reconoce que representar al bando cristiano es un honor que combina responsabilidad y cariño de toda la comunidad.
Para él, la esencia de la fiesta se refleja en la embajada, acto en el que se enfrentan el bando moro y el cristiano en un duelo de interpretación y tradición. Aunque la memoria del texto es un reto, Jesús se siente preparado y comprometido, consciente de la magnitud de actuar ante 3.000 personas.
Destaca también la singularidad de Altea, su plaza y avenida, y el equilibrio que la fiesta mantiene entre diversión y cultura. Para los visitantes, recomienda no perderse las embajadas, los desfiles y los actos más representativos de cada jornada
Si eres nacido en Benidorm, la primera pregunta es obvia: ¿qué pinta uno de Benidorm siendo Rey Cristiano en Altea?
(Ríe) Bueno, en aquel entonces mi madre eligió la Clínica Benidorm o de la Virgen de Fátima, que es como se llamaba, y nací allí. Pero en realidad ya vivíamos en Altea.
O sea, eres de toda la vida de Altea. ¿Qué significa para ti ser rey cristiano?
La verdad, se traduce en dos palabras: orgullo y cariño. Orgullo, por representar al bando cristiano, y cariño por las muestras que recibes durante todo el año, incluso de personas con las que no tienes una relación cercana. Te sorprenden, sí.
¿Siempre para bien?
Sí, de momento sí.
«La embajada es el acto que más disfruto cada año»
¿Cómo recuerdas el momento en que te eligieron?
Tardamos bastante porque no teníamos un reglamento interno que aclarara nuestro reinado. Como somos una compañía joven y este es el segundo reinado, primero se debatió y acordó esa normativa. Después, fue mano alzada y todo el mundo aplaudió. Se hizo votación para los tres cargos, incluido el mío.
¿Y qué pensaste en ese momento? ¿No te dio un poco de vértigo?
A lo largo del año, a veces piensas ‘madre mía, la que me ha tocado’. Pero también es un compromiso con tu peña y con tu pueblo, y lo sacaremos adelante. Es una forma de vivir la fiesta.
¿Tus padres o familiares habían sido reyes o cargos antes?
No, todo lo contrario. Mis padres son de un pueblecito de Granada y vinieron aquí jóvenes. Yo pertenecía a la peña Corsaris, de piratas, y en 2007 me cambié a esta peña porque iba a haber un cargo y teníamos amigos allí. Desde entonces he estado todos los años, incluso como presidente. Mi mujer y mi suegro sí han estado vinculados a la fiesta, pero en mi caso fue una decisión propia.
¿Qué hace especiales las fiestas de Moros y Cristianos de Altea respecto a otras de la comarca?
El pueblo en sí y el emplazamiento de las embajadas, en la Plaza de la Iglesia, son únicos. El desfile por la avenida también tiene un valor especial, sobre todo la acústica de la música. He visto desfiles en otros pueblos que son preciosos, pero aquí la música y la ambientación tienen un plus.
«El equilibrio entre diversión y tradición se mantiene»
En las fiestas, hay que equilibrar diversión y tradición. ¿Crees que ese equilibrio se mantiene entre la gente joven?
Se mantiene y cada vez se le da más importancia. Cuando empezamos éramos muy pocos, casi no alcanzábamos el número para estar en federación. Hoy somos casi 100 adultos y 120 con niños, y el compromiso de la gente con los trajes y los actos es mayor que nunca. El equilibrio entre diversión y tradición sigue creciendo.
¿Cuál es el momento de las fiestas que más esperas o disfrutas?
La embajada. Siempre he disfrutado mucho ese acto. No solo es recitar un texto, sino analizarlo, interpretarlo y entenderlo. Es la esencia de por qué existe la fiesta.
¿Cómo funciona la Embajada?
Hay una Embajada Mora el sábado, donde la Embajadora viene a por mí, y otra el lunes, con mi Embajador contra el Rey Moro. Los reyes estamos arriba del castillo y los embajadores abajo. Al final, el lunes, gana siempre el bando cristiano.
¿Ya tienes memorizado el texto?
Sí, cuando firmas el protocolo del cargo te dan el texto para estudiarlo. Desde junio hemos trabajado con la Federación de Altea para memorizarlo e interpretarlo correctamente.
«Para los visitantes, no se pueden perder los desfiles y la mascletá»
¿Habrá que llevar chuleta?
No, no se puede. Es como el Padre Nuestro: si te lo sabes, aunque tengas 3.000 personas delante, no hay problema. Es un reto, pero estamos mentalizados para hacerlo lo mejor posible.
¿Eres de lágrima fácil?
Más o menos.
¿Crees que te podrías emocionar durante las fiestas?
Sobre todo al final de la Embajada. Hay recuerdos de familiares y amigos que se han ido, y momentos personales que emocionan. Este año, en especial, será emotivo para muchos de nosotros.
Para los que no viven en Altea o son turistas, ¿qué actos no se pueden perder?
Lo más representativo son las embajadas y los desfiles. Además, están la mascletà, la procesión del domingo y otros actos cada día. Si alguien se queda entre el casco antiguo y el ayuntamiento, verá fiesta todos los días y disfrutará de la esencia de las celebraciones.