Adán Rodríguez / Actor, docente y dramaturgo
A lo largo de más de tres décadas de carrera, el actor Adán Rodríguez (Alicante, 28-diciembre-1970) ha combinado la interpretación con la dirección, la dramaturgia, y en los últimos casi veinte años la docencia en la universidad Miguel Hernández, donde dirige el Taller de artes escénicas y la ‘Compañía de teatro UMH’.
Le hemos conocido especialmente a través de la televisión, por sus papeles en series tan conocidas como ‘El Comisario’, ‘Desaparecida’, ‘El Caso, ‘UCO’ o ‘Cuéntame’ entre otras.
Constante aprendizaje
Desde Alicante ha levantado su propia escuela de artes escénicas, una compañía lírica, y ha demostrado que también se puede vivir del teatro fuera de Madrid.
En esta entrevista nos habla de sus inicios, de su forma de entender el éxito, de su nuevo musical de boleros, y de cómo la docencia se ha convertido en parte esencial de su vida y de su constante aprendizaje.
Parece que le has cogido el gusto a la docencia, ¿pero hasta ese momento tu vida como actor ha dado muchos giros?
Bueno… ya sabes lo que es la vida de un actor, tienes que hacer malabares. Yo empiezo a buscarme la vida en el año noventa. Giro por todo el país con una compañía que era ‘Teatre de L’Aigua’, y voy conociendo a todo el mundo de la farándula y de los medios, hasta prácticamente el año 2000 que arranco con mi productora.
¿Y a partir de ahí?
Hasta ese momento he hecho mucho recorrido tanto en teatro como en televisión, pero la gente me reconoce sobre todo por mis papeles en series de tanto éxito como ‘El Comisario, ’Cuéntame,’ El Caso’ o ‘Desaparecida’ entre otros.
Luego empiezo a compatibilizar trabajos de freelance con mi productora. En 2010 monto mi escuela, y ya había entrado en 2008 a dar clases en la universidad. Ahora también estoy dirigiendo una zarzuela y preparando un musical de boleros.
«Al expresar con palabras lo que haces en el escenario, lo aprendes de verdad»
¿Estas combinando por lo que veo tus dos pasiones que son la interpretación y la música?
Pues sí, empecé cantando. Toco la guitarra, compongo, canto, y ahora estoy con mi compañía lírica dirigiendo una zarzuela y montando un musical. Estoy con diez mil cosas en paralelo, pero las que salen son las que me dan de comer.
¿En qué fase se encuentra el musical de boleros?
El proyecto se llama ‘Sí tú me dices’, y va a ser espectacular, pero no te puedo decir mucho más porque no queremos desvelar detalles todavía.
¿Se va a estrenar en Alicante?
Claro. La idea es estrenarlo en un teatro grande de la provincia y luego girarlo.
No te puedo decir fecha, pero me encantaría estrenarlo en Semana Santa. Estoy terminando el texto, lo estoy escribiendo yo, y en tres meses, una vez cerrado el texto, lo tendría.
Otra cosa es hacer un preestreno y conseguir los teatros adecuados, que tienen que ser de formato grande. La idea es que en 2026 hagamos entre tres y seis funciones para rodarlo, promocionarlo bien y lanzarlo.
«Me doy cuenta de que en realidad tengo un docente dentro»
A nivel personal ¿cómo te ha marcado la docencia y qué te aporta en tu carrera?
Si te soy sincero, cuando empecé decía: No quiero acabar de profesor, quiero actuar, vivir del teatro. Todo empezó como una necesidad.
Aparezco en la UMH hace casi veinte años y me digo: Me gustaría montar un laboratorio, jugar con la gente, investigar. Al final, más que enseñar, era aprender con la ayuda de los alumnos, porque hay una máxima muy buena, y es que el profesor aprende enseñando. Cuando tienes que expresar con palabras lo que haces encima del escenario, terminas de aprenderlo de verdad.
¿Cómo has programado este curso en la universidad?
El primer curso está vinculado a la improvisación teatral, que nosotros llamamos ‘un arte para la vida’. Proponemos una analogía entre el teatro y la existencia: si la vida fuese una representación, la improvisación nos ayuda a comprender muchas cosas. Es un ejercicio terapéutico, porque nos muestra cómo sobrevivimos y luchamos, igual que en la vida, porque la vida es una lucha constante.
Por otro lado, el segundo curso se centra en la voz, que consideramos una potente herramienta de comunicación, y lo impartiremos en el segundo cuatrimestre.
Se ofrecen en los cuatro campus de la Universidad Miguel Hernández. Son gratuitos, primero para alumnos universitarios y, si quedan plazas, se abren al público general en cada ciudad donde está presente la universidad.
¿Y qué diferencia observas entre los actores de ahora y los de tu generación?
No sabría decirte. Lo que sé es que cuando empiezo a dar clases en la universidad disfruto muchísimo intelectualizando todo esto, y me doy cuenta de que en realidad sí tengo un docente dentro.
Para mí, la universidad es el templo del saber, y ahí aprendemos todos. En cuanto a la diferencia entre generaciones, diría que es lo mismo, gente con ilusión. Generalizar es imposible, porque cada persona es distinta. Sí hay quienes se apuntan para ‘famosear’ y otros que lo hacen porque realmente les gusta actuar. Hay idealistas que me recuerdan a mí, otros más divos, otros más superficiales. Hay de todo.
«Para mí la universidad es el templo del saber, y ahí aprendemos todos»
¿Cuándo decidiste que era el momento de montar tu propia escuela de artes escénicas?
La universidad me pagaba por tener un aula permanente donde ensayábamos una vez a la semana, y conforme se acercaba el estreno ya ensayábamos dos o tres veces por semana, pero para ellos era insuficiente. Entonces monté una pequeña academia en Elche, que más tarde trasladé a Alicante.
Háblame de tu trabajo como actor. ¿Cuál ha sido el papel que más te ha marcado a nivel personal?
En audiovisual, cine y televisión, he hecho más de cuarenta repartos: Televisión Española, Antena 3, Tele 5… Hice un par de telemovies como protagonista con el director Joan Marimón, que confió mucho en mí.
Además, en teatro encarné al sujeto peligroso de ‘El deseo de ser piel roja’. Un ensayo filosófico de Miguel Morey, dirigido por Pepe Jiménez. Lo interpreté durante ocho años en escenarios de España, Milán y Santiago de Chile. Era un papel que denunciaba el sistema comparándolo con los campos de concentración nazis, y que me permitió profundizar mucho en la filosofía.
¿Anhelas tus papeles en televisión?
He estado en muchas series como antes hemos comentado, y casi siempre con papeles de reparto, pero normalmente de duro o de chulo. Hace diez años que me dedico solo a mi compañía porque para sacar proyectos adelante hay que centrarse. Solo dejaría mi compañía por un papel protagonista realmente importante.
«Solo dejaría mi compañía por un papel protagonista realmente importante»
Dicen que para triunfar como actor hay que irse a Madrid. Tú llevas más de veinte años trabajando en Alicante…
Sí, lo mío es una heroicidad. Mucha gente no se cree que viva exclusivamente del teatro en Alicante. Hay profesionales que lo compatibilizan con otros trabajos, pero en mi caso me he mantenido solo con teatro, y eso, aquí, es casi un milagro.
¿Has tenido algún conflicto por el ego de algunos actores famosos?
Ten en cuenta que hablas con Adán Rodríguez, que soy director, productor y dramaturgo. Si no quiero trabajar con alguien, no trabajo, elijo con quién hacerlo. Y suelo elegir gente guay, gente bonita, que quiere aportar, sumar, sin divismos, sin egos ni famoseo.
Eso no significa que ser famoso sea incompatible, puedes ser muy famoso y ser muy buena gente. Recuerdo, por ejemplo, a Fele Martínez o a Felipe Quintana, con quienes he trabajado y con quienes volvería a trabajar sin problema, aunque estén en un nivel altísimo.
¿Qué consejo esencial le darías a quienes sueñan con hacer carrera en este mundo?
Estudiar y prepararse es lo más importante, eso es fundamental. Y lo segundo, que tengan un plan B, porque el plan B me ha salvado mil veces.
Recuerdo que una vez le pregunté a un alumno: ¿Qué es para ti el éxito? Y me dijo que era proponerse algo y conseguirlo a toda costa. Yo le respondí: Y si te propones ser actor y no lo consigues, si lo pasas mal tú y tu familia, ¿eso es éxito?
Quizá el verdadero éxito es encontrar la forma de vivir de aquello que amas, pero de manera sostenible, en un lugar seguro. Hay una imagen que vi en Facebook de dos barcos navegando en direcciones opuestas, que simbolizaba que el único rumbo imposible es el que va contra el viento.