Elena Rayos / Actriz
Siendo adolescente Elena Rayos (Orihuela, 26-diciembre-1976) jamás hubiera imaginado que su vida iba a girar, las siguientes tres décadas, alrededor de ensayos, obras de teatro y series de televisión. Pero se cruzó en su camino el actor Alejandro Sigüenza, se enamoraron y quiso seguir su estela.
Ambos residen desde hace años en Madrid, “ahora mi casa”, expone Elena, quien confiesa seguir descubriendo rincones a diario, “también por ser tan despistada”. Actriz puramente teatral, su talento le ha llevado a ser reconocida con diversos premios.
“Las tablas poseen algo místico”, afirma, como ha vuelto a demostrar en su última función, haciendo de Virgen María en ‘Hacia ecos de lo sagrado’, un espectáculo apasionante, concebido en las ruinas de un monasterio cisterciense ubicado en Pelayos de la Presa (Madrid).
¿Tus inicios actorales se remontan a Orihuela?
Exacto, a mediados de los noventa, tras conocer a Alejandro. De inmediato sentí un flechazo -grandísimo- y quise hacer teatro con él, una buena manera de ligar (ríe). Me comentó que estaba estudiando Arte Dramático en Murcia y se me abrió un campo inesperado.
Estaba montando una obra de teatro junto a unos compañeros, ‘Las tres hermanas’, de Antón Chéjov y pedí participar. Noté que la actuación me apasionaba, al momento.
Una historia singular.
Hasta entonces había visto muy poco teatro. Acudir a ver una obra, de hecho, no me fascinaba, pero ensayarlo e interpretarlo por mí misma era otra cosa.
¿Poco después ya marchasteis a Madrid?
Me incorporé a la Escuela de Arte Dramático de Murcia, mientras Alejandro -que estaba en tercero- había hecho una audición para una obra de Miguel Narros y se había desplazado a Madrid. ¡Me contaba maravillas!
También me había dado cuenta que Murcia se quedaba pequeña para vivir de esta profesión, y en 1996 solicité un traslado de expediente, para poder finalizar los estudios en la capital.
Ya licenciada, realmente no has parado.
Me siento muy afortunada por ello, he tenido bastante continuidad, algo no habitual en esta profesión. He hecho sobre todo teatro, audiovisual cuando ha surgido, y curiosamente siempre muy vinculada a las compañías con las que empecé.
A veces pienso, ¿con quién querría trabajar? La respuesta es con los que ya lo he hecho, porque me he sentido tan cómoda…
¿Te consideras más actriz de teatro?
Sin duda, es lo que más hecho. El audiovisual me apasiona, igualmente, es mucho más inmediato: aprendes el texto, grabas y continuas. Tiene un vértigo distinto al teatro y te proporciona más visibilidad.
«Desde que lo pisé por primera vez, el teatro me da vértigo y respeto, es un sitio sagrado»
¿Qué sensaciones tienes sobre el escenario?
Desde que lo pisé por primera vez me da entre vértigo y respeto; son palabras mayores, es un sitio sagrado. Posee asimismo algo de ritual y místico, pues permite transformarte en otras vidas, otros personajes.
¿Los nervios los llevas o los camuflas?
Al ser puro nervio, vivo con ellos, pero el teatro me brinda la oportunidad de canalizarlos. Me templa bastante el escenario, donde soy capaz de retenerme: el teatro, en el fondo, tiene un poder transformador.
Entonces eres un tipo de actriz…
Comprometida, seria en el escenario y sumamente disciplinada. Intento que todo mi trabajo lleve mi sello, siempre desde la parte más humana y visceral, pensando en todo momento qué quiere contar el autor.
¿Sigues a pie juntillas lo que dice el director?
Soy muy bien mandada: hago lo que me digan. Pero sí es cierto que, en ocasiones, te imaginas una cosa y el director otra. E incluso, también me ha pasado, que no llego a entender lo que me pide, porque lo tengo tan claro, ¡y sufro!
¿La duda es una característica actoral?
Continuamente, a veces sin saber alcanzar aquello que el director te reclama. Es frustrante no saber dar con esa tecla.
«Al ser puro nervio, vivo con ellos, aunque es verdad que sobre el escenario logro canalizarlos»
Pero, pese a las dudas, doblemente premiada.
Lo de los premios es muy relativo. Obviamente no lo esperas y cuando te lo dan es una alegría enorme, porque además no hago un teatro comercial, tipo musicales, sino mucho más intimista.
Que se me reconozca por ‘Farsas y Églogas’ (2012), con un texto complicado, como Mejor Actriz Revelación, te ayuda a seguir hacia adelante, aunque opino que los premios es una cosa muy nuestra, del sector.
¿Cuáles han sido tus trabajos más relevantes?
En teatro, la mencionada ‘Farsas y Églogas’, de Lucas Fernández, y ‘Reikiavik’, de Juan Mayorga, un director que me fascina en muchísimos sentidos y con el que sueño volver a trabajar con él.
De igual modo, ‘Peribáñez y el Comendador de Ocaña’, de Lope de Vega, otra de las funciones que se quedan grabadas. Ya en audiovisual, ‘Acacias 38’, serie en la que hacía de monja, y ‘El método existencial’ (2015), un corto independiente dirigido por Dany Campos.