El Centro Comercial L’Aljub, gestionado por CBRE, comparte desde el 15 de septiembre la exposición ‘Naturaleza descifrada’. Una muestra que abre la V Edición del Programa de Arte Digital SMTH, comisariada por CBO Art Agency y con Led&Go como patrocinador principal. La muestra se podrá disfrutar hasta el 15 de diciembre, en el espacio artístico de L’Aljub, en la pantalla gigante habilitada para mostrarla diariamente. Una propuesta artística que invita a mirar el mundo natural desde otra perspectiva y que está incluida dentro del ‘Showasis’, que es el espacio expositivo de arte digital del centro comercial.
Además, esta iniciativa forma parte del proyecto ‘Destino 2030’ de L’Aljub. Un programa de sostenibilidad y compromiso, basado en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. Esta vez fomentando la cultura y el acceso equitativo al arte, a través del objetivo número 4 promoviendo una ‘Educación de calidad’.
En un entorno dominado por pantallas y datos, ‘Naturaleza Descifrada’ propone una pausa visual: una experiencia que combina arte digital y reflexión ecológica para reconectar con aquello que a menudo pasa desapercibido en nuestro día a día. A través de las obras de MONOMO, Irene Molina, MAREO, Sares, Chino Moya y Urticae. La muestra plantea preguntas sobre cómo nos relacionamos con la naturaleza y de qué manera la tecnología puede ayudarnos a entenderla mejor.
En conjunto, las obras invitan a detenerse y observar con otros ojos la relación entre tecnología y naturaleza. Lejos de proponer respuestas cerradas, la exposición abre un espacio de contemplación donde lo digital se convierte en una herramienta para volver a sentir lo esencial. A través de paisajes generativos, formas orgánicas y procesos artificiales, la exposición nos recuerda que comprender la naturaleza no es solo analizarla, sino también reconectar emocionalmente con ella en un tiempo marcado por la velocidad y la desconexión.
La obra “Fractalis” de MONOMO presenta la exposición y nos transporta al interior de nuestros pensamientos con un viaje infinito, perdiendo así el concepto de principio y final. Haciéndote dudar de tu propia identidad como espectador.
“Hirsute” de Irene Molina nos propone un entorno en el que los organismos han desarrollado estructuras de pelo como estrategia de resistencia digital. Mostrando una evolución a través de lo piloso y convirtiéndose en arquitectura, defensa y territorio.
“Monolito” de Mareo nace como extensión de la serie Portales y de la exploración de la grieta como símbolo central en su obra. En esta pieza, la fractura es el eje principal del lenguaje visual. Conectando dimensiones a través de la luz que atraviesa las grietas, representando estas como heridas de la naturaleza y convirtiéndolas en un símbolo de resiliencia, dando pie al camino de la transformación.
“Aura” del artista Sares explora el anhelo a través de estructuras abstractas inspiradas en la flora y en la intensidad emocional. La obra convierte el impulso interno en formas orgánicas y propone un viaje entre lo latente y lo manifiesto, revelando cómo el deseo se transforma en movimiento, creación y esencia del ser.
Por otro lado, “Hybridatas” de Chino Moya presenta retratos de criaturas cibernéticas formadas por materia sintética, plantas y tejido animal, situadas en paisajes hiperrealistas que cuestionan los límites entre lo orgánico y lo artificial. La serie propone un horizonte de conciencia híbrida y compartida, donde la inteligencia artificial despierta empatía y abre la puerta a nuevas formas de integración emocional y espiritual entre lo digital y lo físico.
Y, por último, “Ládano” de Urticae. Construida alrededor del fuego -interés derivado de los últimos incendios forestales de escala masiva- y enfocándola de forma observacional y especulativa. La obra examina como actúan diferentes agentes frente al fuego. Convirtiendo estas interacciones en recursos formales y narrativos que permiten proyectar escenarios futuros y haciendo reflexionar al espectador sobre la temporalidad del desastre.
Este conjunto de obras hace de puente entre el espectador y su comprensión de la naturaleza, reflexionando sobre la responsabilidad colectiva de proteger aquello que conocemos.