Volvemos al interior de València, de nuevo a la comarca de Los Serranos, para conocer la Ruta del Acueducto Romano de la Peña Cortada, uno de los recorridos más bellos de la provincia, pues esconde tesoros muy bien conservados de la arquitectura civil romana.
De hecho, este acueducto fue considerado el mayor de la península Ibérica, superando al de Segovia: alcanzaba 98,6 kilómetros, la distancia que separa la comarca con la capital. Con el paso del tiempo el trazado se convirtió en el origen de las acequias de la huerta valenciana.
En una ruta de dificultad media-baja les proponemos descubrir un monumento en un más que aceptable estado, una imponente peña cortada, túneles iluminados por luz natural -excavados en roca- y una estrecha rambla que proporciona un amplio caudal en época de lluvias.
En su momento el acueducto casi alcanzaba los cien kilómetros, la distancia que separa Los Serranos de València
Un inicio impactante
Desde la recomendable Chelva llegamos al municipio de Calles, a orillas del río Tuéjar, siguiendo las indicaciones de ‘Acueducto Peña Cortada’. Una vez en el aparcamiento, completamos una pequeña ascensión hacia el Puente del Barranco de la Cueva del Gato, la otra denominación del acueducto romano.
Se trata de un lugar impresionante, a solo quinientos metros del inicio de la ruta, como apunta el propio Ayuntamiento. “Su buen estado de conservación, junto al espectacular entorno agreste, hacen que su panorámica sea realmente impactante”, exponen.
El actual puente, de tres arcos de medio punto, dispone de 36 metros de longitud. Permitía conducir el agua, salvando el estrecho barranco, aunque para ello se tuvo que elevar a más de treinta metros sobre el lecho del mismo.
La Peña Cortada
Atravesado el puente nos topamos con el gran corte de la montaña que da nombre a los veintiocho kilómetros del yacimiento, la Peña Cortada. A resaltar que, durante la construcción del acueducto, los romanos superaron un enorme problema para conseguir su objetivo, que no era otro que el agua siguiera su curso: una roca de más de veinticinco metros.
Llevaron a cabo entonces un gran corte vertical en la roca, tallado a mano, con una altura de veinticinco metros, una longitud de cincuenta metros y una anchura de 1,30 metros. Podían haber ejecutado galerías simples para atravesar la montaña, pero estaba la necesidad de piedra para levantar el puente y que no se produjeran desprendimientos.
Fueron numerosos los arquitectos y artesanos que colaboraron en la obra, trabajando con remarcable precisión. La roca finalmente se talló por completo, dejando en el centro una gran columna de tres metros de ancho, que ejercía de contrafuerte y evitaba que las paredes se plegaran entre sí.
Los romanos superaron un enorme problema para conseguir su objetivo, una roca de más de veinticinco metros
Túneles (o galerías)
Llegamos a uno de los momentos más esperados, el comienzo de los túneles (o galerías) y canalizaciones de la Peña Cortada, técnica común en numerosas obras hidráulicas romanas. “Se cortaron a mano, con martillo y cincel: por ello estos túneles tienen la altura media de un artesano romano”, argumentan desde el consistorio de Calles.
A lo largo de este tramo de túneles se hicieron tres ventanas irregulares -en la parte más larga- a modo de respiraderos. Aportaban luz a los trabajadores que los construyeron, además de desescombrar los restos tallados y airear la conducción del agua.
Con posterioridad han sido alterados, al ser empleados como refugio en años siguientes a la Guerra Civil Española o por pastores trashumantes. Asimismo, se aprecian galerías a cielo abierto que unen los distintos túneles.
Uno de los puntos más esperados del recorrido son los túneles o galerías, cortados a mano con martillo y cincel
Rambla de Alcotas
Proseguimos la senda hasta el desvío de la cima de Torre Castro, muy próximo al corral-cueva del Tío Celestín, que atravesamos por dentro. Las vistas del valle que brinda este ruinoso lugar son dignas de contemplar y después fotografiar.
Acto seguido, con sumo cuidado bajamos la ladera y continuamos para descubrir, ya de regreso, la Rambla de Alcotas, zona encajonada en la que un puente salva el cauce del barranco. Como no podía ser de otra forma, la panorámica vuelve a ser espectacular.
Estamos en un punto ya visitado, el de las canalizaciones de la Peña Cortada, antes de alcanzar el coche. En la ruta, en parte circular, pasamos una vez más por el corte de la montaña y el Puente del Barranco de la Cueva del Gato.
Una variante más sencilla
En el caso de ir acompañados de menores, existe la posibilidad de disfrutar de una ruta familiar, más directa y sencilla, que igualmente nos permite conocer los tramos más importantes y mejor preservados del yacimiento.
Es un camino de ida y vuelta, directo por la Rambla de Alcotas, observando otros monumentos, como la Ermita de Santa Quintería. Unos metros más adelante, tras situarnos en el barranco de Alcotas, tomamos los escalones de piedra, cruzamos la pasarela y continuamos el ascenso hasta el mirador de la rambla.