Altamente atraído por las películas de Bruce Lee -entre ellas la notable ‘Operación Dragón’ (1973)- el madrileño Javier de la Horra se apasionó a las artes marciales orientales, “con quince o dieciséis años”, recuerda.
Quiso saber quién era ese americano de origen chino. Como tantos otros comenzó con el taekwondo, hasta que unos profesores, “que pasaban por allí”, le captaron para hacer kung-fu. “Vestían de negro, se parecían a los de las películas que veía, y no lo dudé”.
Había descubierto su vocación, apuntándose a clases, primero en Madrid, “aunque casi de inmediato me trasladé a Ávila”. Vino a la zona de Alicante en 1990, para trabajar como informático, y también porque la ciudad castellana se le había quedado pequeña.
Sus primeros maestros
“Me traje conmigo el kung-fu”, confiesa, preguntando de inmediato ¿quién lo daba por aquí? No tardó en conocer a sus maestros, destacando José Luis Sala (Pepe), todo un referente en la Comunitat Valenciana, vinculado perennemente al centro de la península.
Otros fueron ‘Robertón’ y Gaspar García, gran impulsor de este arte marcial en toda Europa. El siguiente paso -casi necesario- fue fundar una sociedad y dar clases en la Universidad de Alicante, en San Vicente, con Ángel Navarrete como instructor.
Javier está convencido, por otro lado, que el kung-fu -el origen del resto de artes marciales orientales- sirve para un sinfín de ámbitos, como el laboral o el académico. “Te ayuda a superar retos: la concentración se convierte en energía”, argumenta.
El kung-fu ayuda en numerosos ámbitos de la vida, «pues la concentración se transforma en energía»
Long Men Pai
En la traducción, Escuela Puerta del Dragón, Long Men Pai Kung-Fu abrió en 2012 como la segunda sección de la ya existente en la UA. “De los 190 tipos de kung-fu, nosotros comenzamos dando el Choy Lee Fut, ampliando ahora al Shaolin”, apunta Javier, responsable igualmente del contacto con las asociaciones chinas.
Les gusta diferenciarse de otros por su seriedad y profesionalidad. “Clubes de kung-fu hay muchos, la mayoría excelentes, pero nunca han querido profesionalizar el tema del arte marcial”, considera De la Horra. En Long Men Pai sí quisieron hacerlo, “dándonos de alta en las distintas federaciones”.
También llevaron a cabo cursos de profesorado, incluso a nivel nacional, “y logramos los cinturones negros, para que todos los profesores tuviéramos la máxima categoría”. Se precisan entre ocho y diez años para ser cinturón negro, “siempre dependiendo de las horas que entrenes”.
De los 190 tipos de kung-fu que existen comenzaron con el Choy Lee Fut, ampliando ahora al Shaolin
Principios filosóficos
El kung-fu, nos aclara Javier, mantiene una estrecha relación con la religión budista. “Fueron unos monjes budistas del Himalaya quienes, mientras meditaban, quisieron hacer ejercicio para desentumecer las piernas”, asevera.
Sucedieron años después una serie de guerras y comprobaron que esta disciplina les ayudaba a defenderse. “Debemos distinguir nuevamente entre dos kung-fu; el competitivo (deporte) y el filosófico, un pensamiento totalmente válido”.
Literalmente kung-fu significa habilidad, pues no es un deporte agresivo, “pese a que muchos piensen que sí, confundidos por el cine”. Lo primero es defendernos, buscando el bien, “inicialmente con uno mismo”.
Se diferencian de otros clubes que han querido profesionalizarse, dándose de alta en varias federaciones
Respeto bidireccional
Para Javier, “el maestro es como un padre”, te acompaña en este camino llamado vida y te ayuda a defenderte de ti y de todo lo demás. “El respeto hacia el maestro es tan grande… El mío es Pepe y siempre que llama me pongo a su disposición”, remarca.
La disciplina, imprescindible en el kung-fu, resulta básica para los adolescentes actuales, “muchos de ellos desorientados”. Les ayuda infinito, como ha comprobado desde que imparte clases, 2015. “Fue Pepe el que me comunicó que debía aprender a dar clases, a ser un ejemplo a seguir”.
“El respeto es del maestro al alumno, y por deferencia va hacia las dos direcciones”, nos sorprende. Es habitual que se encuentre con chicos más problemáticos, “tienen más energía y buscamos transformarla en aquello en lo que puede ser bueno”. No siempre funciona, advierte, debido a que muchos vienen a pegar, “y el kung-fu es un arte hecho para la defensa”.
Clases y concursos
Con algo más de cincuenta alumnos, las clases de Long Men Pai Kung-Fu, como mencionábamos, se dividen en dos secciones (San Vicente y Alicante). “Primero les dábamos a los universitarios, por eso quisimos abrir una nueva delegación, para el resto de los adolescentes”, expresa, orgulloso.
Participan de la misma forma en eventos, tanto deportivos como tradicionales. Para los primeros cuentan con seis o siete cinturones negros, quienes lideran a los alumnos en campeonatos autonómicos que ellos mismos generan. “Nuestro nivel es acorde a cómo se entrena”, matiza.
A continuación “llevamos la cultura china allá donde vamos”, mediante espectáculos de tradición local, folclore o Danza del León en teatro. “Nos han llegado a contratar en Galicia”, concluye Javier, ansioso por mostrar su arte por todo el país.