El pasado 11 de septiembre se cumplieron cincuenta años de uno de los principales hitos culturales y arqueológicos sucedidos en nuestra localidad. El descubrimiento del mosaico romano de la calle Constitución, ocurrido de forma totalmente fortuita, cambió la percepción que se tenía entonces de los antiguos pobladores de Petrer, al tiempo que puso de manifiesto la importancia que tuvo el asentamiento que existía en esa zona y que con el tiempo se vino a llamar Villa Petraria.
Tras el hallazgo de la pieza, que en realidad fueron dos, se despertó un enorme interés tanto entre los propios vecinos, para los que fue todo un acontecimiento, como para los expertos de la provincia y los medios de comunicación, que dieron amplia cuenta de la noticia.
Sorpresa bajo tierra
Aquel 11 de septiembre de 1975 no iba a ser un día como otro cualquiera. La tranquilidad que se vivía entonces en una localidad como la nuestra, que en esa época contaba con una población que apenas llegaba a los 20.000 habitantes, se vio sacudida por un suceso del todo inesperado.
Esa mañana, la calle 18 de Julio (hoy Constitución), a espaldas del ayuntamiento, se encontraba en obras de pavimentación. Las fuertes lluvias caídas durante la jornada habían paralizado momentáneamente los trabajos y provocado un pequeño deslizamiento de tierra, que dejó al descubierto un fragmento de piso formado por teselas policromadas que nada tenía que ver con lo que allí se estaba haciendo.
Fue hallado el 11 de septiembre de 1975 en la antigua calle 18 de Julio
Tesoro oculto
Un vecino que pasaba casualmente por allí, Andrés Vicedo, se dio cuenta de ese extraño trozo de calzada, y comprendiendo que podía tratarse de algo significativo, lo comunicó a las autoridades locales, las cuales, tras un primer vistazo, lo identificaron con restos de la época romana.
En medio de un gran revuelo ciudadano y bajo la atenta mirada del Grupo Arqueológico Petrelense, siempre pendiente de cualquier vestigio antiguo que apareciera en el término municipal y que ya tenía a varios de sus miembros desplazados a la zona cero, se comunicó el hallazgo al director del Museo Arqueológico de Villena, José María Soler, quien muy interesado vino personalmente a Petrer a contemplar el descubrimiento.
Soler corroboró que, en efecto, se trataba de un mosaico romano, así que se puso en contacto con Enrique Llobregat, director del Museo Arqueológico Provincial de Alicante, que llegó unos días después para examinar las particularidades de tan singular hallazgo.
Las dos piezas abarcan una superficie total de casi ocho metros cuadrados
Dos fragmentos
Sin perder el más mínimo tiempo, ese mismo día comenzaron las excavaciones para destapar el resto del pavimento, comprobándose que formaba parte de un mosaico de grandes dimensiones que, como más tarde se constató, había sido fabricado con la técnica romana conocida como ‘opus tessellatum’ y realizado con decoración geométrica formado por octógonos entrelazados cuyas teselas eran de color blanco, rojo, negro y amarillo.
También, se descubrió una segunda porción que en su origen formaba parte de la misma pieza y que estaba separada de la anterior por la zanja del alcantarillado, aunque en este caso presentaba un dibujo diferente. Ambos lienzos se encontraban algo ennegrecidos y cubiertos por una capa de ceniza, posiblemente como consecuencia de haberse producido un incendio.
Los primeros estudios situaron el mosaico como correspondiente a las habitaciones interiores de una casa o villa romana de cierta riqueza, y ante la imposibilidad de dejarlo en su emplazamiento original al ser un lugar de tránsito frecuente, se decidió arrancarlo del suelo. Una vez separado por medio de un complejo sistema de extracción, se procedió a restaurarlo, labor que recayó en el experto saguntino Facundo Roca.
Se puede visitar en el Museo Dámaso Navarro
Casi ocho metros cuadrados
El más pequeño de los fragmentos presentaba unas dimensiones de 1,08 x 2,84 metros, mientras el mayor alcanzaba una longitud máxima de 4,20 metros por una anchura en su base de 1,96 metros. Se calcula que en total la superficie conservada es de 7,91 metros cuadrados, aunque a buen seguro en sus orígenes sería mucho mayor. Por su diseño y características, se ha datado entre mediados del siglo IV d.C. y la primera mitad del siglo V d.C.
Durante el proceso de excavación también se documentó una pileta y varios muros de mampostería junto a diversos elementos como tejas, ladrillos, fragmentos cerámicos y de vidrio y monedas del periodo romano.
Una vez restaurado, ambos paneles se colocaron en la subida a la planta superior del ayuntamiento, donde estuvieron expuestos durante casi veinte años. Posteriormente, en 1995 se decidió su traslado al edificio de la biblioteca municipal en la plaza de Baix, donde en 1999 se abrió el Museo Dámaso Navarro, colocándose en la amplia pared que desciende al sótano.
Destino definitivo
La conversión en 2018 de estas instalaciones en la Oficina de Turismo, motivaron otra mudanza al actual museo en la calle La Fuente. Antes de su depósito definitivo, fue cuidadosamente desmontado y llevado a Alicante como pieza central de la exposición ‘Petrer, Arqueología y Museo’ que se pudo visitar en el Museo Arqueológico de Alicante (MARQ) entre febrero y mayo de ese mismo año.
Allí, fue magníficamente restaurado y, tras ser estudiado nuevamente por los expertos del museo alicantino, se concluyó que el mosaico estaría colocado en un patio circular de la parte de la residencia de los dueños de la villa. Finalizada la exposición, regresó al Dámaso Navarro, donde reposa desde entonces convertido orgullosamente en la pieza más importante de la colección permanente.
Con el tiempo aparecerían nuevos restos. Entre ellos, y como más relevantes, los encontrados durante la reforma de la plaza de Baix en 2021, relacionados con el mismo complejo de Villa Petraria al que pertenece el mosaico polícromo de 1975. Su estudio y datación permitió conocer la importancia cultural e histórica que aquel asentamiento residencial tuvo en el conjunto de la provincia a lo largo de los siglos.