Entre estos factores se encuentra la sobrepesca que afecta al 93% de las poblaciones de peces, la contaminación por los residuos generados del turismo que visita la costa o las distintas islas que alberga (solamente el plástico genera un 36,8% y las colillas de los cigarros el 30,6% del total); y, por supuesto, otros animales que también están en peligro y han sufrido la repercusión de esas malas prácticas marinas son los propios corales. El problema reside en que solo el 7% de este espacio natural está protegido.
Una impresionante instantánea de las aguas del mar Mediterráneo
Su importancia se puede ver en el siguiente vídeo de la Universidad de Granada:
La pesca recreativa, y en concreto los sedales que se utilizan, está esquilmando a especies tan vistosas como el coral candelabro (Dendrophyllia ramea). Esta especie de coral que se extiende por aguas mediterráneas y atlánticas tiene su espacio más representativo en la Punta de la Mona en Granada. Aparece como especie en el Libro Rojo de Invertebrados Amenazados de Andalucía y dentro del World Register of Marine Species.
Pero no solamente este tipo de coral está siendo objeto de la aniquilación debido sobre todo a las actividades humanas, sino que se le pueden sumar otras especies de aguas frías y profundas, como el coral bambú, el coral árbolamarillo o el coral cresta de gallo; que se han convertido en especies amenazadas en un corto espacio de tiempo. De ahí, que se haya tenido que establecer una protección legal concreta en todo el mar Mediterráneo.
La pesca recreativa está favoreciendo la extinción de algunas especies de corales
El coral bambú (Isidella elongata), se le puede considerar como una especie endémica del Mediterráneo. Su decadencia la están sufriendo aquellas especies que habitualmente habitan o crían entre sus ramas o brazos; como por ejemplo, las gambas o la merluza. En torno al 80% de su población ha sucumbido.
El coral árbol amarillo (Dendrophyllia cornigera) también tiene que soportar las embestidas de los instrumentos pesqueros, y por eso, debido a su pronta extinción se le ha considerado como especie vulnerable.
Y finalmente, la población del coral cresta de gallo (Desmophyllum dianthus) ha decaído en gran medida en los últimos 70 años.
Si desaparecen todas estas especies de corales y otras más, la biodiversidad que mora en las aguas mediterráneas tenderá a su propia extinción. Al ser las condiciones medioambientales diferentes, los seres vivos que viven allí tendrán que adaptarse o morirán.