El objetivo es evaluar el grado de parasitación de los perros así como el riesgo real en los jardines alicantinos, contrastar que las mascotas cuidadas no son una amenaza y justificar cambios regulatorios como la desparasitación obligatoria o la rebaja del IVA a los servicios veterinarios
El Departamento de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia y el Colegio de Veterinarios de Alicante (Icoval) han acordado acometer un estudio sobre la prevalencia de parásitos gastrointestinales en los perros de esta provincia. La investigación, que se irá repitiendo cada año, analizará los resultados de las analíticas de heces de dos grupos de canes: perros controlados, con cuidados veterinarios y perros no controlados, procedentes de protectoras. Junto a ello, se incluirá un tercer ámbito de estudio: la recogida de excrementos y de muestras de tierra de parques y jardines públicos donde los niños y perros pueden convivir y donde existe la posibilidad de detectar formas infectivas de estos parásitos, muchos de los cuales pueden transmitirse a las personas. La intención de Icoval es comparar los resultados entre una y otra población y evaluar la presencia de estos parásitos en espacios públicos como los citados para acreditar así que en aquellos animales con atención veterinaria y casi siempre desparasitados tienen una menor prevalencia y suponen un menor riesgo en términos de salud pública. “Pretendemos poner en valor el trabajo de los veterinarios como profesionales sanitarios y dar más argumentos científicos que avalen cambios regulatorios necesarios, como obligar a una desparasitación periódica adecuada de nuestras mascotas o rebajar el IVA del 21% que afecta a nuestros servicios. Los servicios de otros profesionales sanitarios están exentos de este impuesto porque la salud pública no puede ser un bien de lujo”, explica el presidente de Icoval, Gonzalo Moreno del Val.
Según la propuesta ya acordada, el proyecto pretende vigilar tres grandes grupos de parásitos intestinales: los protozoos (Coccidios, Cristosporidios, giardias…); los cestodos (helmintos planos conocidos como tenias) y los nematodos (ascáridos y ancilostomas, principalmente). Dado que muchos de ellos -aunque no todos- son causantes de zoonosis (es decir, que pueden afectar no solo a los animales sino también a las personas que conviven con ellos) la comunidad científica ya ha realizado estudios semejantes –que acreditan la conveniencia de una mejor desparasitación- pero ninguno de ellos se había realizado en la provincia de Alicante ni se había proyectado con esta intencionalidad y método. En la mayoría de los casos esta transmisión se produce por la ingestión de formas parasitarias infectivas presentes en el medio (sobre todo por contacto de las manos sucias con la boca) y cuyo origen está en los excrementos de perros parasitados, hecho muy frecuente cuando no se llevan a cabo unas buenas medidas higiénicas y que por ello suele afectar en muchos casos a los niños, especialmente cuando juegan en parques o jardines con suelos de tierra o arena.
Concretamente, el objetivo del artículo científico que también dará lugar será conocer la prevalencia de los parásitos gastrointestinales en perros de la provincia de Alicante, llevar a cabo su identificación específica y determinar la intensidad de parasitación que presentan, así como analizar las zonas de riesgo para las personas, como los parques y jardines. Para ello se tomarán 200 muestras de heces de cada uno de los dos tipos de poblaciones designadas: los perros ‘cuidados’ que en mayor o menor medida visitan clínicas, consultorios u hospitales veterinarios y aquellos otros abandonados, que habitan en centros de recogida. Además, en el primer ámbito –los canes controlados- se perseguirá escoger clínicas ubicadas en zonas periurbanas o en pequeños pueblos cercanos a la capital, con el fin de contrastar si existe un gradiente de parasitación en función de si el perro vive en el centro de ciudad -en un piso- o en zona más rural o periurbana –próxima al campo, quizá con menor control del propietario y mayor riesgo de infección por contacto con otras especies animales…-.
De igual manera y con la intención de establecer nuevos filtros con los que sacar conclusiones más útiles en el ámbito de la salud pública, para el primer grupo citado (los perros ‘controlados), está previsto que para cada animal muestreado se recojan una serie de datos: sexo, edad, raza, si es o no mestizo, si se desparasita, con qué principio activo y cada cuánto, si es una hembra nulípara o ya ha parido y cuántas veces lo ha hecho, si viven niños o ancianos en la casa, si tiene el hábito de dormir en la cama del propietario, qué tipo de alimentación recibe…). En cuanto al segundo grupo, se recogerá la misma información pero buscando siempre los perros de reciente ingreso (en la protectora) y detallando, además, una descripción de la zona donde el animal fue capturado.
Una vez recogidas las heces se procederá a su análisis parasitológico por diferentes técnicas coprológicas para la detección de formas parasitarias en general (observación directa, concentración por flotación y por sedimentación). “Pretendemos hacer una foto fija el primer año y repetir el estudio en años posteriores para obtener una serie de datos objetivos que permitan relacionar la actividad de nuestros veterinarios clínicos con circunstancias externas que vayan surgiendo como cargas impositivas, cambios legislativos o incluso en las ordenanzas de parques y jardines, como la habilitación de espacios específicos para perros”, explica el responsable colegial.