La realidad conocida, que no por ello debe ser aceptada, es que las leyes existen para el común de los mortales, y luego están ellos, los que viven por encima de la ley.
No se podría explicar de ningún otro modo que año tras año las quejas de los consumidores sean hacia los mismos sectores, y por los mismos temas, pero que no se adopte ninguna medida legal al respecto.
Un ´prestigioso` podio
El año pasado, último del que hay referencias, el pódium prácticamente lo monopolizaron la banca, las eléctricas y las compañías telefónicas. En concreto, entre las tres sumaron más del 80% de las reclamaciones según Facua. Pero no es una excepción, es una rutina que se repite año tras año.
Un ejemplo de ese poder es la vuelta que dan a las propias leyes. Estas compañías generan su propio ´Estado` en el que pueden ´imputarte` como deudor metiéndote en su lista de morosos, sin necesidad de demostrar nada, y automáticamente todas las empresas de ese particular ´Estado` te dejan de suministrar. Ya no puedes pedir un crédito, dar de alta un seguro o abrir una simple cuenta de ahorro en un banco. Y todo porque uno de los suyos dice, que no demuestra, que alguien le debe un dinero.
Esta medida de presión en completa unión no se permitiría a cualquier otro grupo, a los que automáticamente se les tacharía como opresores y se dictaminaría como una forma de hacer chantaje, que todos sabemos que oficiosamente así es, y desde el verdadero Estado, el de todos, se les diría que si tienen algo que reclamar vayan al juzgado y lo hagan, y demuestren, cumpliendo con ese principio básico, aunque más nostálgico que real, de que todo el mundo es inocente hasta que se demuestra su culpabilidad.
Supra-estado
Fuera de ese día a día el poder de este supra-estado lo hemos podido comprobar todos, el pasado mes, cuando el mismísimo Tribunal Supremo ha derrumbado su propio dictamen para pasar de dar la razón a los consumidores a dársela a la banca.
Y otro ejemplo de despotismo por parte de la banca se puede ver incluso a nivel local, donde familias con problemas luchan por afrontar un IBI y unas cuotas vecinales para no encontrarse con denuncias y embargos, y en cambio los bancos, que ´quitaron` las viviendas por impagos a sus propietarios, son los mayores deudores de IBI y cuotas vecinales sin que les ocurra nada.
Las normas ¿claras?
Incluso las leyes que se hacen favorecen sus actividades. Las normas del juego pueden ser claras y definidas, como lo es, por ejemplo, el código de circulación o cualquier otra norma que puede ser compleja, pero que no es necesario que nadie acepte de ex proceso porque está clara, incluyendo las excepciones que pueda tener.
En cambio, con la nueva ley de Protección de Datos a quien se beneficia es a los de siempre, pero con ese toque de gracia que hace parecer que es el ciudadano el verdadero beneficiado. Cobra importancia lo que se firma, cuando lo que te dan a firmar es incomprensible para el conjunto de la ciudadanía y está preparado por personas con un altísimo nivel, capaces de diseñar entramados que engañan incluso a la propia Hacienda Pública.
Si se quiere ayudar al ciudadano, ¿no es más lógico crear un verdadero código de actuación y evitar así malabarismos? En la carretera limitada a 90 km / h uno no puede ir a 120 km / h, se ponga como se ponga y lo quiera argumentar como lo quiera argumentar, porque la norma es clara, ¿por qué no se normalizan otras cosas?
Los partidos políticos están exentos
Eso sí, siempre hay un hueco en el que las normas se pueden quedar al margen. Lo que delimita la protección de datos, se supone que para salvaguardar al ciudadano de abusos, se lo van a poder saltar desde los partidos políticos, que sí van a poder usar la actividad de los usuarios de la redes sociales para personalizarles el mensaje y comunicar a cada uno lo que quiere oír.
Total, el programa y las promesas electorales son las únicas que luego se pueden incumplir sin las consecuencias legales que tendría cualquier otro incumplimiento. Es el mundo al revés, deber a Hacienda dicen que es más grave que otras deudas, porque es deber a todos los ciudadanos; en cambio engañar políticamente a todos es menos grave que un engaño entre particulares, que sí se puede denunciar.
SOS Nuestra Madre Loreto
No puedo acabar esta editorial sin reclamar coherencia con nuestros conciudadanos. Tenemos unas personas que en cumplimiento de sus obligaciones, y por dignidad humana, han rescatado a unos náufragos (olvidemos el motivo de sus naufragios, que parece que justifica un maltrato dependiendo de quién sea)
Es inconcebible que se les quiera mandar a una zona conflictiva y peligrosa, como es Líbano, y que el motivo en el que se ampare el Gobierno para tal incoherencia sea que son las normas europeas. ¿Qué ha pasado con las prioridades humanitarias? ¿O es que cuando ya se lleva unos meses gobernando el sistema jerarquizado va abduciendo y creando un sistema clientelar en la cumbre?
No es admisible, bajo ningún concepto, que nuestros marineros hayan estado totalmente desamparados de sus gobernantes y que pasaran los días sin recibir soluciones reales. Justo al cierre de esta edición llegó la solución de Malta y todo vuelve a la normalidad. Pero la respuesta ha sido incomprensiblemente e inaceptablemente tardía.