Elisa Ortega / Enferma de lupus y beneficiaria de una vivienda social (Ciudad Real, 16-Agosto-1955)
Elisa Ortega acaba de ganar una dura y larga batalla contra la Administración. Después de dos décadas de promesas incumplidas, al fin ha conseguido ser beneficiaria de una vivienda social.
Durante todo este tiempo, Elisa ha vivido un auténtico calvario subsistiendo en precarias habitaciones, sufriendo malos tratos y terminando en una residencia de ancianos en la que asegura haber pasado “los peores meses de mi vida”. En AQUÍ en Alicante queremos hacernos eco de su indignante historia.
¿Por qué no puedes trabajar?
Padezco lupus desde 1996. Es una enfermedad degenerativa por la que pierdes las defensas. Yo tengo de tres tipos: sol, reuma y órganos.
Esto me ha provocado muchas enfermedades desde entonces como cuatro neumonías. Me han dado varias medicaciones que han resultado muy nocivas. Una pastilla casi me manda al otro barrio. Otra me creaba líquido en la pleura.
«A pesar del informe de mi médico, la Generalitat tardó varios años en reconocerme que no podía trabajar»
Mi propio médico me firmó un informe que decía que no podía trabajar, pero tuve la mala suerte de que en aquel momento estaba en el paro y no pude pedir la baja laboral.
¿Recibes algún tipo de ayuda económica?
Estuve cuatro años sin recibir nada. A pesar del informe de mi médico, un tribunal de la Generalitat dictaminó que estaba para trabajar. Evidentemente recurrí esa decisión pero me tocó una abogada de oficio que se perdió totalmente.
Elisa tan solo cobra una exigua pensión mensual de 360 euros
Durante esos años vivía sobre todo de Cáritas, y pidiendo créditos al banco esperando poder pagarlos en el futuro cuando me dieran la razón. Hasta el año 2000 no me reconocieron que no estaba para trabajar, y me asignaron una pensión no contributiva de 360 euros. Es lo que sigo cobrando desde entonces.
¿Podías vivir al menos en el domicilio de tus padres?
No siempre. Durante aquella época sufrí malos tratos de mi hermano, y aunque le pusieron una orden de alejamiento no sirvió de nada. Me tocó ir alquilando habitaciones, lógicamente muy baratas, y estar huyendo de él.
«He estado 12 años malviviendo en habitaciones particulares, donde me ha pasado de todo»
Así he estado unos 12 años, de habitación en habitación. Me ha pasado de todo. Una señora de 83 años me tenía en una habitación a 40 grados, porque en su paranoia decía que la estaba envenenando. Estaba muerta de miedo, llegué a poner la cama al lado de la puerta para que no entrara. Otra vez me tocó una borracha que me agredía. También he tenido inquilinos que me subían el precio repentinamente. He tenido que mudarme no sé cuantas veces.
Mi enfermedad necesita tranquilidad y estabilidad. He tenido todo lo contrario, y se me ha acelerado muy rápido por culpa de todo esto.
¿No pediste una vivienda social?
Infinidad de veces. Primero me dijeron en Servicios Sociales que no daba el perfil, que solo eran para mayores de 65 años o estudiantes. A principios del año pasado se agotó mi paciencia y me puse en huelga de hambre enfrente del Ayuntamiento. Gracias a eso logré que la concejala de Acción Social, Sofía Morales, se comprometiera al fin a buscarme un piso.
Me mandaron a una pensión como “solución provisional”. Tuve que pagármela yo, y como no me decían nada a los pocos días ya me había gastado todo el dinero del mes. Al final me vi en la calle, y me dio un ataque de ansiedad por el que acabé en el hospital.
Fui también varias veces a la Delegación de la Generalitat, donde me prometieron una vivienda que nunca me dieron. Total que al final me derivaron a la Residencia de Mayores de la Florida que me costaba 140 euros al mes y donde yo era la residente más joven.
¿Y cómo fue esta solución?
Han sido diez de los meses más horribles de mi vida. Quizás en su día ésta fuera una buena residencia, pero hoy es el peor de los geriátricos.
(En las siguientes páginas se puede leer el testimonio de Elisa sobre lo que ha vivido y visto dentro de esta residencia)
Por tanto, continuaste reclamando un piso…
Si, en aquel momento llegó el Partido Popular al gobierno municipal y abordé al alcalde Luis Barcalá en una procesión de Semana Santa. Sabía que tenía que contarle mi caso así, porque Gabriel Echávarri nunca me quiso recibir por los cauces oficiales. Me aseguró que me ayudaría, pero pasaron los meses y no se pusieron en contacto conmigo.
Entonces decidí volver a ponerme en huelga de hambre en el Ayuntamiento. Casualidad que vi a Barcala, y entonces él mismo me acompañó a Servicios Sociales. Por supuesto, el recibimiento fue totalmente distinto al que me tenían acostumbrada. Se disculparon por todo, y me prometieron una vivienda. Me dieron la razón sobre que yo no debería estar viviendo en una Residencia para Mayores.
Aún tuve que ponerme en huelga de hambre una vez más, la cuarta en mi vida, para que me asignaran por fin un piso. En diciembre me dieron las llaves.
¿Crees que sin la huelga de hambre no lo hubieras conseguido?
Seguro que no. Pero era muy fuerte para ellos verme allí delante del Ayuntamiento con mi cartelito. Si me hubiera pasado algo por desnutrición habría atraído la atención de muchos medios. He tenido que llegar a ese extremo para que se me reconocieran mis derechos constitucionales.
¿Qué tal el piso?
Estoy realmente muy contenta. Mi problema ahora es el dinero. Esta vivienda no es gratis, me cobran 130 euros al mes más otros 30 de comunidad. Además tengo que amueblarlo, así como pagar la luz y el agua.
«Ya tengo el piso pero aún no me puedo permitir tener agua corriente o una nevera»
Me he gastado el poco dinero que tenía en la cama. Menos mal que varios amigos me han prestado ropa, sábanas y hasta un televisor. Aún no puedo permitirme tener agua corriente ni una nevera. Voy a la fuente más cercana tirando de garrafas y me compro cada día la comida diaria.
¿No puedes pedir ayudas económicas?
Aún no puedo, porque todavía no estoy empadronada en este piso. Oficialmente sigo residiendo en la Residencia de La Florida. El Ayuntamiento me ha dicho que me solucionará lo del padrón el 15 de febrero. A partir de ese día pediré todas las ayudas que pueda, incluyendo los bonos sociales para el agua y la electricidad.
Después de todo este brutal y deshumanizado laberinto burocrático en el que has vivido, ¿estás satisfecha con este final feliz?
Si. Al fin me vuelvo a sentir persona humana.
Aún con todo lo que la Administración me ha hecho pasar, si me gustaría agradecerle todos los esfuerzos sinceros que siempre me ha brindado el Síndic de Greulles. Le escribí muchas cartas y ha tratado de ayudarme varias veces solicitando a Ayuntamiento y Generalitat una solución. Además quiero agradecer al Ayuntamiento que al final me haya dado una vivienda digna, aunque le haya costado tanto.
Ahora solo quiero que se conozca mi historia, que la gente sepa que podemos conseguir que se respeten nuestros derechos si peleamos por ello. Y también que sepan lo que ocurre en la Residencia de Ancianos de la Florida, porque los residentes que aún siguen allí no se merecen lo que viven cada día. Yo preferiría quitarme la vida antes que volver ahí.