En pleno siglo XXI, en el que la mayoría de los ayuntamientos han firmado el Pacto de los Alcaldes para reducir el impacto de la contaminación en todos los ámbitos, se sigue especulando con los residuos. En ese sentido, quiero hacer una reflexión de hacia dónde nos conduce esta política de complacencia y cuál debería ser el camino que, en mi opinión, debería prosperar en la eliminación de residuos.
Las plantas de transferencia son un costoso parche cuyo fin es el de transferir el problema de un lugar a otro para acabar en un vertedero, porque esa es la parte en la que se busca el mayor ahorro. Es más de lo mismo, más contaminación, más ocupación de espacio, más caramelitos duces que con el tiempo se convierten en amargos.
Es muy difícil encontrar a personas con gran capacidad profesional y técnica a las que se pueda convencer para que entren en política
Quinto contenedor
Es muy difícil encontrar a personas con gran capacidad profesional y técnica a las que se pueda convencer para que entren en política, por eso, los políticos de hoy en día son tan rabiosamente incompetentes. Sin embargo, algunos sopesan posibilidades diferentes, quizá por tener mayor sensibilidad a la protección medioambiental como legado de futuro. Los residuos, sea cual sea su naturaleza, deben desparecer en su máxima expresión.
Con la llegada del quinto contenedor, resulta fundamental la implicación de los ayuntamientos en la separación en origen, proporcionando a los ciudadanos las herramientas necesarias para cumplir con ese requisito básico. Todo ello, asociado a una campaña de educación en colegios y de información en medios. En todo este proceso es necesaria una inversión económica y técnica.
Sólo si se consigue con éxito cumplir con un programa de selección de residuos, habremos logrado reducir en cerca de un 70 por ciento el impacto de rechazo en su última fase. La implicación de todos en este proceso dependerá de los ayuntamientos y su política medioambiental.
Cada ciudad debería tener su propia planta de reciclaje y compostaje
Plantas de reciclaje
Una vez la basura se deposite en contenedores con mecanismos de vaciado eficiente, habremos llegado a la segunda fase del proceso, el reciclado. A mi juicio, todo ese dinero que con el tiempo se perderá y que sólo crea crispación entre ciudades depositarias de plantas de transferencia y las que transfieren sus residuos, debería de servir para que, cada ciudad, tuviera su propia planta de reciclaje y compostaje, lo cual, incluso les proporcionaría un beneficio económico en el resultado final de los productos reciclados.
De lo que se trata es de crear un espacio estructural de procesos de reciclaje y reutilización de residuos hasta lograr el mínimo de rechazo. Hoy por hoy, existen ciudades cuyo rechazo ronda el 15 por ciento. Es una propuesta de futuro y una apuesta por la sostenibilidad, pero, sobre todo, es una forma de revertir el daño que estamos causando y dejar un legado para que los que vienen detrás continúen trabajando por un mundo mejor.