Afortunadamente la Medicina moderna ha avanzado tanto, que ya no recordamos cuándo brotó la última epidemia que se llevara decenas de vidas en Alicante. Sin embargo, en la antigüedad era un habitual de cualquier ciudad. Enfermedades como la peste negra, la viruela o la fiebre amarilla se llevaron incontables almas por todo el mundo.
En nuestra ciudad una de las últimas grandes plagas que arrasaron a la población fue el cólera de 1854. Una enfermedad de origen asiático que arribó a Europa a través de Londres a principios del siglo XIX, llegando unas décadas más tarde hasta España.
Muchas autoridades políticas y eclesiásticas huyeron de la ciudad
El cólera llega a Alicante
En aquella época las epidemias solían transmitirse por barco, a través de pasajeros o animales infectados que viajaban de una ciudad a otra. Alicante tuvo la suerte de librarse en gran medida del primer brote español de cólera ocurrido en 1834, pues éste entraría por Vigo.
Sin embargo, en 1854 afectó de lleno al Mediterráneo español. Solo en la ciudad de Alicante (por aquel entonces con una población de unos 30.000 habitantes) más de 15.000 personas se vieron contagiadas.
Muchos alicantinos huyeron a los pueblos de la provincia, lo cual no solo les resultó inútil para escapar de la enfermedad sino que encima contribuyeron a que se extendiera. Entre ellos algunos de los principales políticos alicantinos y también el entonces obispo Félix Herrero.
El gobernador Quijano proporcionó medicamentos y alimentos gratis a los afectados
Alimentos y medicinas gratis
En los momentos de mayor tensión afloran los cobardes, pero también los héroes. Éste último fue el caso de Trinitario Quijano, militar y político vasco que apenas unos días antes del brote había sido nombrado gobernador civil (cargo ahora llamado subdelegado de Gobierno) de Alicante.
Lejos de escapar del problema, Quijano se apresuró a organizar todo un dispositivo sanitario para combatir la enfermedad. Ordenó que en todas las cafeterías y horchaterías hubiera sacos de arroz sin contaminar para los enfermos y que todos los farmacéuticos facilitarán gratis todo tipo de medicamentos, siempre que los adquiridores aportaran receta médica firmada. El importe de toda esta comida y medicinas cayó en la cuenta del Gobierno Civil.
Además suspendió todos los impuestos a la compra de alimentos, y estableció guardias de médicos y practicantes en el Ayuntamiento para que operasen las 24 horas. Asimismo también hizo llamados, sin mucho éxito, a los políticos y sacerdotes fugados para que volvieran a la ciudad y cumplieran con su deber solidario hacia los afectados.
El cólera llegó a Alicante en 1854 y arrasó cerca de 2.000 vidas
La muerte de Quijano
Trino Quijano incluso se movió por otros pueblos de la provincia para visitar a los enfermos y proporcionarles comida, que en muchas ocasiones compraba de su propio bolsillo. Lo cierto es que se acercó demasiado a los pacientes, pues finalmente él también acabó cogiendo el cólera.
Durante aquellos infernales dos meses que duró la epidemia murieron cerca de 2.000 alicantinos y el gobernador civil sería uno de los últimos. El propio día de su muerte aún intentó viajar a Castalla, donde el brote se encontraba ya más activo que en Alicante, pero no pudo ni subirse a su caballo.
Ya en la cama, poco antes de fallecer, pronunció la frase: “Sé que voy a morir, pero muero contento porque sé que voy a ser el último”. Era un 15 de septiembre de 1854, Quijano tenía 46 años, y dejó este mundo con la conciencia bien tranquila y la satisfacción de haber erradicado el cólera de Alicante.
Un gobernador de 25 días
Quijano solo pudo ejercer el cargo de gobernador civil de Alicante durante 25 días, pero le bastaron para convertirse en un auténtico héroe local y provincial. La ciudad le construyó el Panteón de Quijano en su memoria, que todavía resplandece al costado de la Plaza de Toros.
El Ayuntamiento también quiso otorgar la distinción de ‘Hija Adoptiva de la ciudad’ a su hija Carolina e incluso (años más tarde) a su nieta Esperanza, a la cual Trino nunca llegaría a conocer.
Aún siendo natural de la pequeña localidad guipuzcoana de Guetaria, el gobernador Trinitario Quijano dio su vida por Alicante. Todo ello por el cumplimiento de sus responsabilidades políticas, algo que tantas veces echamos en falta antaño y en el presente. Este mes se cumplen 165 años de su heroica lucha contra el cólera, que nunca debemos dejar de recordar.