Todos conocemos hoy en día al complejo Las Cigarreras como uno de los principales ejes culturales de la ciudad de Alicante. Durante el pasado verano se han celebrado aquí multitud de eventos tan variados como conciertos de jazz, festivales de cine, exposiciones artísticas, etc.
Ahora bien, no todos saben la historia que se esconde detrás de este curioso nombre. En su día las cigarreras fueron unas mujeres alicantinas pioneras en su entrada en el mundo laboral que lucharon por conseguir mayor igualdad y mejores condiciones de trabajo.
El edificio fue construido por la Iglesia y funcionó como asilo para pobres durante los primeros años
Un asilo para pobres
El origen de este relato data en el siglo XVIII, cuando el Obispado decide construir un nuevo gran asilo en el barrio de San Antón sobre una ermita ya existente. En este lugar se proporcionaron alimentos, cobijo y atención médica a los más necesitados durante décadas.
A finales del mismo siglo la Iglesia tomó la polémica decisión de vender la mitad de este edificio a una empresa pública. En concreto fue a la Renta de Tabaco, que ya tenía otras fábricas funcionando en Sevilla y Cádiz. Por aquel entonces el gobierno español poseía el monopolio del tabaco en todo el país, no existían empresas privadas tabacaleras, por lo que en realidad su venta funcionaba más bien como un impuesto suplementario.
Fue necesaria una remodelación bastante importante del inmueble para convertirlo en una fábrica. Las obras fueron dirigidas por el arquitecto local Antonio Jover, padre del futuro arquitecto Emilio Jover que varias décadas más tarde construiría el Teatro Principal y la Plaza de Toros.
En los tiempos de mayor esplendor, las cigarreras llegaron a ser más de 5.500 mujeres
La fábrica y las cigarreras
La nueva Fábrica de Tabaco de Alicante abrió sus puertas en 1801. La gran mayoría de sus nuevos empleados fueron mujeres, pues en aquella época era mano de obra más barata que la masculina. Muchas vivían en los barrios de alrededores, como San Antón, el Casco Antiguo o el Raval Roig. Ellas fueron conocidas como ‘las cigarreras’.
Pasaron los años y las cigarreras se multiplicaron. A mediados del siglo XIX ya eran 4.000 trabajadoras y en su momento de más esplendor estuvieron cerca de alcanzar las 6.000. El mayor susto se lo llevaron el 20 de mayo de 1844, cuando gran parte del edificio fue destruido por un accidente con las máquinas. A pesar del enorme incendio producido no hubo ninguna vida que lamentar, lo cual fue considerado por muchos como un milagro de la Santa Faz.
Las cigarreras fundaron el sindicato ‘La Feminista’ en los años 30, que luego pasó a llamarse la Unión Tabacalera
Lucha sindical
Sin embargo, los mayores problemas laborales estaban aún por llegar. Con la entrada del siglo XX la empresa incorporó nueva maquinaria para modernizar la Tabacalera y de paso reducir también la plantilla. Aquello no fue bien visto por las cigarreras, que en 1908 atacaron y destruyeron una remesa de máquinas recién compradas.
Las peleas entre trabajadoras y patronal no cesaron, al igual que los despidos. En 1920 ya eran solo 2.400 cigarreras en plantilla. Finalmente acabaron fundando un sindicato propio para agruparse, primero llamado ‘La Feminista’ y más adelante la Unión Tabacalera.
Una de las principales conquistas que lograron fue la construcción de un edificio sindical propio, donde montaron una guardería y escuela para que estuvieran atendidos sus hijos mientras que cumplían con su jornada laboral.
Declive y cierre
Con el Franquismo, la lucha sindical prácticamente desapareció. El sindicato fue absorbido y su sede incautada por el gobierno. Años más tarde la Fábrica de Tabacos se privatizó, para ser vendida a la empresa británica Imperial Tobacco.
En 2003 apenas quedaban ya dos centenares de cigarreras. La compañía decidió abandonar el histórico edificio, tras 202 años fabricando cigarros aquí, y trasladarse al polígono de Las Atalayas. Tan solo seis años más tarde la fábrica fue cerrada definitivamente. El último cigarro elaborado en Alicante se realizó en diciembre de 2009.
Aquel fue el final de más de dos siglos de historia para una empresa que en su día fue una de las pujantes de Alicante y España. Un lugar que dio de trabajo a miles de mujeres, en una época en la que apenas gozaban de acceso al mercado laboral.
El tabaco que se elaboró en esta fábrica a lo largo de dos siglos siempre fue evolucionando según los gustos de la época. Quizás los más famosos fueran los puros Farias de Alicante.