Entrevista > Pepe Mendoza / Enólogo Bodegas Mendoza
Como tantas otras cosas, el origen del vino hay que buscarlo en el inicio de los tiempos. Aunque hasta hace poco se creía que las primeras evidencias, encontradas en la región que hoy en día ocupan Irak e Irán, de producción vinícola en el neolítico databan del año 5400 a.C. recientemente se han descubierto restos de una antiquísima bodega en la actual Georgia que se remontan al 8000 antes de nuestra era.
Mucho han cambiado los caldos desde aquellos inicios. Los romanos, que invadieron cultural y militarmente todo el mundo conocido, expandieron el vino por todos los territorios que iban ocupando, pero incluso aquella cultura, tan avanzada para su época, nada podría hacer, si hablamos de la calidad y los gustos actuales, hoy en día.
El vino, como tantas otras cosas, se ha transformado a lo largo de miles de años hasta convertirse en parte fundamental de nuestras vidas. Pocos entenderán, en pleno siglo XXI, una buena mesa sin la presencia de esta bebida. Unido ya a una cultura hedonista (del griego ‘hēdoné’, que significa placer), su elaboración y consumo alcanza hoy en día, también en la provincia de Alicante, cotas cualitativas nunca antes vistas.
El salto cualitativo de los vinos alicantinos
En ese sentido, es remarcable el enorme salto cualitativo dado por los vinos alicantinos en el último cuarto de siglo. Enfocados históricamente a una producción a granel, bodegueros como Enrique Mendoza y su hijo, Pepe Mendoza, han conseguido, en un periodo de tiempo relativamente pequeño, situar a la enología alicantina entre las más reconocidas del mundo.
Pepe Mendoza, segunda generación al frente de Bodegas Mendoza, dirige desde l’Alfàs del Pi una empresa familiar que tocó el firmamento vitivinícola al colocar su Las Quebradas y su Estrecho con 95 puntos en la reputadísima Guía Parker, en la que una puntuación de más de 90 puntos es sinónimo de la perfección más absoluta.
Ahora, Mendoza arranca un nuevo proyecto con su Casa Agrícola, un proyecto con el que pretende ensalzar el valor de las variedades autóctonas y una producción más artesanal y local sin dejar de lado su buen hacer al frente de la que siempre será su ‘casa madre’. Ya en el sprint final de la vendimia, este enamorado de su trabajo, habla con su pasión y cariño habitual de su vida: el vino.
«La gente ya entiende nuestro mensaje»
Con Casa Agrícola arranca un nuevo proyecto paralelo a Bodegas Mendoza. ¿En qué consiste exactamente?
Yo lidero el equipo familiar de Bodegas Enrique Mendoza con una producción de entre 700.000 y 800.000 botellas establecidos ya en casi 30 países. Es una bodega que se ha asentado durante 30 años y, por ello, arranco un pequeño proyecto con mi mujer, mucho más personal, que se llama Pepe Mendoza Casa Agrícola. Aquí sólo trabajamos con variedades autóctonas, vinos de producción natural, muy poco intervenidos. Son vinos sin calificación, sin filtración.
«Después de 30 años en el mercado hay un gran interés por los vinos mediterráneos»
Desde Bodegas Enrique Mendoza han sido protagonistas del gran salto cualitativo de los vinos de Alicante. ¿Cómo considera que ha evolucionado el prestigio de estos caldos en los últimos 30 años?
Después de 30 años en el mercado hay un gran interés por los vinos mediterráneos. Antes, el romero, el tomillo, de lavanda… esas notas tan mediterráneas, el mercado no las conocía, pero ahora es el propio mercado el que las busca. Ya es mucho más fácil que la gente entienda el mensaje del monte mediterráneo.
Además, en los mercados internacionales las grandes zonas como Ribera, Rioja, Burdeos… están muy implantadas, por lo que es más posible que un ‘sumiller’, si tiene 30 burdeos en carta no ponga 31 y nos dé oportunidades a otros vinos como el nuestro, los canarios, lo mallorquines o los del Priorat, que damos matices diferentes.
Cuando decide crear un vino, ¿qué parte hay de ciencia y qué parte hay de arte o corazón?
Depende de dónde te muevas. Para un vino como La Tremenda buscamos un acercamiento al consumidor. Que pueda entender de forma fácil el mensaje. Vinos como El Estrecho o Las Quebradas son vinos que, por el tipo de viñas que usamos, no dan mucho juego a acercarse a un gusto muy general. Son así y no se pueden ni queremos cambiarlas.
Creo que hay que combinar al 50% la parte científica con la del hombre. Es muy importante, porque somos nosotros los que damos sentido a esa fruta y los que comprendemos que la viña tiene una expresión e intentamos no tocársela.
«Cualquier persona comprende de vinos porque todos sabemos lo que nos gusta y no nos gusta»
«Si no hay pasión y alma se ve en el vino»
¿Cómo está en estos momentos la salud del mercado vitivinícola español? Se podría decir que con actividades como el ‘Mendoza Wine Experience’ y otras similares, han conseguido alejar el mundo del vino de la concepción elitista de hace no tantos años para acercarlo más a la sociedad en general.
Hay un terreno enorme en el mundo del vino. Intentamos acercarnos a la gente joven con discursos más frescos. Queremos hacer que cualquier aficionado pueda comprender de lo que estamos hablando. El vino da placer y, por ello, cualquier persona comprende de vinos porque todos sabemos lo que nos gusta y no nos gusta.
He de confesarle que siempre me ha llamado la atención la extrema pasión y cariño que transmite en su discurso hacia lo que hace. En definitiva, habla usted un lenguaje que entendemos todos. ¿Es algo inconsciente o tiene que hacer un esfuerzo para conseguirlo?
En mí, es muy natural. Los enólogos adecuamos el discurso en función del interlocutor. Si estás hablando con un experto como Robert Parker sabes lo que está buscando. Para un discurso más suave tienes que adecuarte. Lo que sí está claro es que si no hay pasión no hay alma y si no hay alma es algo que en los vinos se ve.
¿Qué ha significado para ustedes meter esos dos vinos tan arriba en la Guía Parker?
Llevamos, en ese sentido, cinco o seis años muy constantes siendo la bodega mejor valorada de la Comunitat Valenciana en la Guía Parker en cuanto a tintos. Eso nos da una mirada internacional potente porque significa que no es algo que digamos nosotros o el consumidor. Hay una crítica avalando ese trabajo. Así, hemos podido entrar a países donde nos hubiera costado mucho más tiempo acceder como Noruega o Japón.
«En l’Alfàs los vinos se afinan mejor»
Con las viñas principalmente en Villena, ¿qué aporta tener la bodega en l’Alfàs del Pi a sus vinos?
Es muy positivo porque las viñas se crían mejor en Villena, pero los vinos se afinan mejor en l’Alfàs porque la temperatura no es tan dura. Los inviernos aquí son más suaves y los vinos se afinan mucho mejor aquí. Además, para todo el tema del enoturismo, estar en l’Alfàs del Pi significa estar muy cerca de todo el negocio turístico.
Tiene usted tres hijos. ¿Está ya en marcha la tercera generación?
(Ríe) Los tres han vivido el vino siempre detrás de mi. Han estado en las fincas, en los viñedos, en la bodega… Ahora están ayudando en la creación de este nuevo proyecto familiar. Yo les abro las puertas. Es verdad que les gusta y hay interés, pero ellos deben hacer lo que realmente les gusta.
«Mi padre es una persona con una inteligencia natural enorme; supo comprender los cambios que propuse»
En ese sentido, ¿cómo recuerda la transición cuando tomó el relevo de su padre?
Los cambios generacionales siempre implican cambios. Yo venía de trabajar en Nueva Zelanda, Chile, Argentina… cargado de ideas. Todas esas ideas, al principio, parecen siempre muy drásticas, pero mi padre es una persona que tiene una inteligencia natural enorme y poco a poco se le fueron demostrando las cosas y él supo verlas.
«En Pepe Mendoza Casa Agrícola tengo un pequeño laboratorio para errar»
«Queremos ser el refugio de variedades perdidas»
Con Pepe Mendoza Casa Agrícola abre ahora un camino paralelo al de la propia bodega.
Eso es. En casa estamos trabajando de forma muy tradicional y en Casa Agrícola tengo un pequeño laboratorio para errar. Busco un sitio donde poder trabajar e investigar con variedades autóctonas, extintas o casi perdidas.
En pequeñas producciones me permito el lujo de arriesgar mucho. Vinos con poca filtración o que tengan un pequeño velo pueden no ser aceptados por el mercado más clásico, pero con lo que propongo en este proyecto la gente lo entiende perfectamente. También estoy trabajando con ánforas.
En relación a las viñas, ¿qué diferencias hay entre las de Bodegas Enrique Mendoza y Casa Agrícola?
Tenemos una viña en Sierra Salinas, que se llama Viña del Veneno, de donde sacamos casi todo nuestro monastrell y tenemos doce hectáreas donde trabajamos con una variedad casi extinta, la giró, que en todo el mundo sólo quedan 150 hectáreas. Trabajamos con moscateles muy viejos y viñas sin riego. La viña más joven que tengo tiene 50 años, por lo que trabajamos de forma muy purista y artesana.
Ciñéndonos a este proyecto personal, cuando se mete en la cama por la noche y sueña hasta dónde quiere llegar con él, ¿a qué aspira?
¡Hombre! Buscamos ser un referente de la tradición y el respeto de los vinos valencianos. Ser el refugio de esas variedades que se están perdiendo por la masificación de otras. Ser una especie de arca de Noé donde todo eso no se pierda.
«La hostelería ya muestra nuestros vinos con orgullo»
«Tenemos variedades únicas que nos hacen diferentes»
Tengo la sensación de que en esta región gastronomía y vino no han ido siempre de la mano, pero que es algo que está cambiando. ¿Considera que es así?
Eso, efectivamente, ha pasado porque en el mundo del vino somos muy jóvenes en cuanto a objetivo cualitativo. Llevamos 20 o 25 años haciendo un gran trabajo, pero la hostelería se está dando cuenta. Yo me siento muy reforzado y apoyado. Era un camino que no se podía imponer, sino que había que recorrerlo poco a poco.
Hasta los 70 hemos sido muy granelistas. Éramos especialistas en hacer un vino normal, pero no buscábamos la alta calidad. Ese es el trabajo en el que estamos enfocados en esos últimos 25 años. Ahora es algo que se entiende y ya se muestran nuestros vinos con orgullo.
«Los próximos 25 años van a ser importantísimos para acabar de enfocarnos como zona de alto nivel»
¿Queda mucho espacio para la mejora?
Los próximos 25 años van a ser importantísimos para acabar de enfocarnos como zona de alto nivel. Tenemos un potencial climatológico y de suelos impresionante. Tenemos variedades únicas que nos hacen diferentes. Estos próximos años deben servir para terminar de afianzarnos.
Acaba de usar la expresión ‘potencial climatológico’. ¿Cómo afectará el cambio climático a los vinos de Alicante?
No hay duda que nos afectará a todos, pero la Comunitat Valenciana es una zona de foresta y campo acostumbrada a padecer. Los cultivos de secano están acostumbrados a periodos prolongados sin lluvia. Las tradiciones antiguas de no irrigación se comportan muy bien porque están acostumbradas. Lo sufrirán más en Francia, donde están acostumbrados a 4.000 litros anuales.