Entrevista > Diego Coello / Presidente de la Associació Local de Comerciants i Empresaris d’Altea (ALCEA)
Diego Coello es fotógrafo y, por ello, tiene el ojo y el instinto entrenados para captar el momento adecuado e inmortalizarlo. Ese don para detectar lo efímero en sólo unos segundos puede haberle venido muy bien durante estos complicados meses de pandemia para, como presidente de la Associació Local de Comerciants i Empresaris d’Altea (ALCEA), fijar sus desvelos y esfuerzos en la resolución de aquellas cuestiones que, aunque a primera vista pudieran parecer menos urgentes, son las importantes para un sector fundamental de la economía local.
Coello y el resto de comerciantes y empresarios alteanos navegan por este 2020 pandémico, tratando de capear un temporal que no cesa y que con cada nuevo envite parece minar, un poco más, la resistencia de la nave. Pese a ello, el colectivo no se desanima y mira al futuro con realismo, pero también con una fundada esperanza.
¿Cómo eran las perspectivas del comercio alteano antes de que se decretara el primer estado de alarma en España?
Es importante aclarar que en Altea tenemos distintas zonas comerciales bastante diferenciadas. No es lo mismo el paseo Marítimo que la avenida Jaume I o el casco antiguo. Hay más, pero no cabe duda de que esas tres áreas tienen unas perspectivas diferentes.
Si nos centramos en el pequeño comercio, esperábamos, como siempre, un aumento de ventas a partir de la festividad de San José. En Altea, como en toda la zona, los meses malos siempre han sido enero y febrero.
«Nuestro objetivo como asociación es convertirnos en el puente de unión entre el comerciante y la Administración»
Una festividad, San José, que prácticamente coincidió con el inicio del confinamiento.
Se cerró todo, efectivamente. Fue un momento de profunda preocupación por parte de todos los comerciantes. Nosotros, como asociación, hemos mantenido un contacto constante con el Ayuntamiento a través de la concejalía de Comercio. Tenemos que ser el puente de unión entre el comerciante y la Administración.
En ese sentido, nos centramos en trasladar a esos organismos las necesidades que íbamos detectando y, a la vez, comunicar a nuestros asociados qué es lo que nos pueden ofrecer las distintas administraciones.
¿Hasta qué punto les pilló con el pie cambiado aquella situación?
Nosotros habíamos empezado ya a preparar las distintas campañas que íbamos a desarrollar a lo largo del año. Hablamos de acciones, cursos, encuentros… Tal y como he comentado antes, somos conscientes de las distintas realidades que se viven en cada una de las zonas comerciales del municipio y, por ello, nuestra intención era la de mantener reuniones zonales para pulsar la opinión de cada uno de los empresarios y comerciantes.
Como bien ha dicho, en Altea existe un variado catálogo de empresas y comercios. ¿Están todos bien representados en ALCEA?
Nos falta captar a algunos sectores como puede ser el de la venta de vehículos o las empresas grandes. Es un camino que, como decía, teníamos intención de seguir recorriendo, pero la pandemia lo ha paralizado todo. Somos muy conscientes de que debemos conocer la opinión de los socios, pero también de aquellos que no lo son porque sí forman parte del tejido comercial y empresarial de Altea.
Me ha dicho que una de las primeras cosas que hicieron fue mantener contactos con las administraciones públicas. Teniendo en cuenta que en un colectivo con tantas casuísticas diferentes debido a las muchas actividades distintas que desarrollan, ¿cuáles fueron sus principales peticiones y qué han conseguido?
Efectivamente, no tenemos una inquietud común como, por poner un ejemplo, sí se puede tener en el sector de la hostelería con las tasas de ocupación de la vía pública; pero sí tenemos cosas en común como la tasa de la basura, el IBI… De todo ello se habló y durante la pandemia el Alcalde lo reconoció.
Nuestra principal preocupación, a día 14 de marzo, cuando nos dicen que nos tenemos que confinar sin fecha de vuelta a la actividad, era ver que la economía se podía ir al traste. Todos somos pequeños comerciantes y autónomos, con la obligación de pagar nuestras obligaciones fiscales tengamos o no tengamos actividad. Por todo ello, lo que se necesitaba en ese instante era una ayuda económica.
«Tras el desconfinamiento nuestra principal preocupación era cómo darle confianza al cliente para que volviera»
¿Esa preocupación y esas necesidades cambiaron con el tiempo?
Cuando se acercaba el momento de la desescalada era cómo encontrar la forma de darle confianza al cliente desde el mismo instante en que tuviéramos la tienda de nuevo abierta. Teníamos un gran problema porque no disponíamos en aquel momento de guantes, mascarillas, geles… estábamos perdidos.
De nuevo, nos enfrentábamos a problemas distintos dependiendo de la actividad. Los comercios de ropa, por ejemplo, no sabían cómo iban a tener que trabajar a la hora de permitir probar las prendas a los clientes. Nosotros, desde ALCEA, una vez más tratamos de ir solventando todas esas dudas.
Y ante toda esta situación, ¿recibieron respuestas positivas por parte de la administración?
Creo que, gracias a nuestra sugerencia, el Ayuntamiento nos ayudó a organizar los ‘webinars’ sectoriales para que los empresarios pudieran estar enterados de los procesos y protocolos que íbamos a tener que seguir tras la reapertura. Fueron muy interesantes y todo un éxito. Además, destinamos nuestra subvención anual de 3.000 euros a la adquisición de material de protección.
En aquellos momentos todavía era muy complicado conseguir ese tipo de material ante el desabastecimiento generalizado que sufrimos. ¿Pudieron reunir una cantidad suficiente?
Se repartieron 100 máscaras faciales, 200 mascarillas FFP2, 1.400 guantes de látex y 275 litros de gel hidroalcohólico a cada asociado. He de decir que fue un ejemplo de colaboración entre los propios comerciantes y empresarios de Altea, porque desde ALCEA cuando tenemos que adquirir cualquier bien lo hacemos en los comercios del municipio.
En ese sentido, debo agradecer a todos esos empresarios alteanos que nos dieron el material a precio de coste, lo que nos situó en una posición de ventaja para poder abrir las puertas de nuestro negocio de forma segura.
«Ha habido comercios que se han puesto manos a la obra y muchos han comenzado a vender online durante la pandemia»
Una de las cuestiones que ha puesto de relieve esta nueva situación fue la falta de desarrollo que, en general, se había realizado del comercio online por parte del comercio de proximidad. ¿Han tenido que ‘ponerse las pilas’ en ese sentido?
Es cierto. Ha habido comercios que se han puesto manos a la obra y muchos de ellos han comenzado a vender online durante la pandemia. Sobre todo, empresas dedicadas a la venta de bienes de primera necesidad, que pronto supieron dar nuevos servicios como el reparto a domicilio; pero también otros sectores que, sin tener las puertas abiertas, siguieron vendiendo online. No cabe duda de que esto es el futuro.
¿Cree que puede ser un arma de doble filo que ponga en riesgo el modelo tradicional del comercio de proximidad y les acerque al impersonal de las grandes superficies?
No creo que vaya a terminar con la venta directa, porque eso es, también, lo bonito de nuestra actividad. La lucha de los comercios de proximidad con las grandes superficies comerciales periféricas es grande, y es entendible que la gente vaya a ellos porque es verdad que tienen ciertas comodidades, pero creo que Altea se puede considerar un gran centro comercial.
«La gente debe tomar conciencia de que el dinero que se gasta en las empresas del pueblo, se queda en el pueblo»
De hecho, varias asociaciones han expresado su optimismo por el hecho de que esta pandemia ha provocado el regreso de los clientes a ese comercio de proximidad que ustedes representan. ¿Está de acuerdo con ese diagnóstico?
Es así. Incluso hemos hecho campañas para potenciar ese efecto. Queremos lanzar el mensaje para que la gente tome conciencia de que el dinero que se gasta en los comercios y empresas del pueblo, se queda en el pueblo, con todos los beneficios que ello conlleva.
Con estas campañas hemos podido comprobar que hay gente, sobre todo jóvenes, que compraban en Amazon y otras plataformas parecidas, que se han propuesto ayudar al comercio local. Además, se han dado cuenta de que, en realidad, la diferencia de precio es, muchas veces, casi inexistente.
Pero cambiar hábitos no es algo tan sencillo.
No, en absoluto. Es una batalla difícil, pero en ello estamos. Sobre todo, como he dicho, lanzando mensajes de concienciación y dejando claro que comprar en los comercios de tu pueblo y de tu barrio supone un importante beneficio en la economía de las familias. La economía del comercio de proximidad es un bumerán que siempre vuelve. Es una carrera de fondo.
Visto desde el momento actual, ¿cómo se ha comportado el comercio local desde la reapertura en comparación con las expectativas que pudieran haber tenido durante el confinamiento?
Es verdad que en Altea, por los comentarios que a mi me han llegado, ha habido bastante mejor venta de lo que pensábamos que iba a haber. Siempre, claro está, hablando en líneas generales. Ahora nos toca preparar la temporada de cara a Navidad, ya estamos preparando la campaña del ‘Black Friday’… queremos promover que el comercio desarrolle actividad y siempre en contacto con el Ayuntamiento para que también desarrolle las suyas.
Una de las acciones que desarrolló el Ayuntamiento este verano, para tratar de promover la actividad comercial, ha sido la semipeatonalización de ciertas calles. ¿Cómo lo valoran?
Hay zonas, como la calle San Pedro o el casco antiguo, en las que ha funcionado muy bien; pero en otras áreas, como la avenida Jaume I, no ha tenido el mismo éxito. Incluso, diría que en la zona del casco antiguo funcionó demasiado bien porque había muchísima gente por esas calles y llegamos a tener miedo de que la situación pudiera crear contagios.
«Todas las experiencias que hemos vivido este año nos deben de servir para aprender y mejorar»
Por lo tanto, ¿cuál es la conclusión general?
Lo que dijimos al Ayuntamiento es que si peatonalizaban la avenida Jaume I hicieran actividades. Que promovieran el teatro en la calle, conciertos… para que todo eso actuara como foco de atracción de la gente. Eso no se hizo. Sólo se realizó el concierto de verano de la Filarmónica Ateanense y ese día sí hubo gente.
Así lo hemos trasladado al Consejo Local de Comercio y Turismo, para que de cara a 2021 preparen las cosas de otra manera. El coronavirus no se va a ir y, por lo tanto, todas las experiencias que hemos vivido este año nos deben de servir para aprender y mejorar.
«Es imprescindible que exista un servicio de transporte público fácil de usar porque las calles de Altea no son las de una gran ciudad»
Más allá de las peatonalizaciones concretas el mundo vive en un periodo en el que parece que la movilidad urbana está cambiando profundamente. ¿Cómo ven el futuro en ese sentido para que ese cambio no perjudique al comercio?
Es algo que ya hemos planteado al Ayuntamiento. Es imprescindible que exista un servicio de transporte público fácil de usar. Las calles de Altea no son las de una gran ciudad. En lugar de tener un microbús para 20 personas tendríamos que tener una flota de furgonetas para 7 o 9 personas con un recorrido circular.
Y, muy importante, con una frecuencia adecuada. No puede ser que tengamos un autobús que va a Altea La Vieja, Altea, l’Alfàs y l’Albir cada dos horas.