En una sociedad en constante cambio pero donde, sin embargo, al margen de la digitalización y la implantación de cierta tecnología, la educación parece modernizarse más lentamente que las necesidades del mercado laboral, la provincia de Alicante ha dado un paso al frente erigiéndose como ejemplo de que ofrecer una educación de calidad es posible con unos pocos cambios.
Dos centros educativos, el colegio Ciudad del Mar de Torrevieja y el IES Cotes Baixes de Alcoy, han recibido el reconocimiento de la Fundación Ashoka como Escuelas ‘Changemaker’. Una mención que apenas poseen veinte centros educativos en España y poco más de trescientos en todo el mundo.
Los incentivos para hacerse con este galardón son el fomento de una experiencia educativa basada potenciar a los alumnos a todos los niveles, pero especialmente a través de la innovación y potenciando la creación de los ‘líderes del cambio’ en el futuro.
«Queremos que los niños aprendan a través de la propia acción para que contacten con el aprendizaje» R. Recuero
Educar el ser y el saber
Para muchos no ha sido una sorpresa que el Colegio Ciudad del Mar haya sido seleccionado entre esos centros educativos que formarán parte de lo que Ashoka denomina como ‘agentes del cambio’. No en vano, tal y como reconoce el director de la escuela, Ricardo Recuero, “llevamos diez años sin usar libros de texto”, y dada la receptividad de las familias y el reciente reconocimiento, parecen no necesitarlos.
“Nos basamos en educar el ser, y a partir del ser, educar el saber. Para nosotros es importante que nuestros niños sean buenas personas, que desarrollen su personalidad, queremos que tengan pensamiento crítico, lógico, que sean personas ricas en valores y luego enriquecerles en aprendizaje a través de las experiencias que desarrollamos”, ha explicado Recuero.
Este proceso se realiza a través de actividades donde el niño hace, experimenta y practica. “La acción es mucho más importante que el contenido, queremos que aprendan a través de la propia acción. La dinámica del centro es potente y ágil para que contacten con el aprendizaje”.
Para ser seleccionados por Ashoka el centro tuvo que superar a otros trescientos candidatos
Combatiendo el aburrimiento
El sistema educativo español, basado en la memorización y la superación de pruebas o exámenes como muestra de aprendizaje, no tiene cabida en el centro torrevejense. En su lugar, el Ciudad del Mar ofrece ‘experiencias’, para que los niños conecten con lo que están viviendo y su aprendizaje quede vinculado a sus emociones.
Recuero indica que “no existe en Europa un sistema educativo con tanta densidad de contenido como el español, y si solo te dedicas a trabajar la memorística y el contenido el aprendizaje no es real”. En este sentido el docente señala que los niños tienen multitud de distracciones, especialmente con el auge de las nuevas tecnologías, y que la escuela tiene muy difícil combatir estos elementos, siendo fácil que el niño no conecte con el aprendizaje.
Ahí es donde entra la metodología aplicada, y cuyo buen uso ha propiciado el reconocimiento de Ashoka, superando a otros trescientos centros candidatos. “Nos encontramos con una gran cantidad de estímulos y la escuela no tiene medios para competir con estas constantes interacciones, es muy complicado”, indica Recuero, quién señala que “mientras no haya leyes que pongan al alumno en el centro del aprendizaje, todas fracasarán porque el niño de ahora no tiene nada que ver con el de hace diez años, ni tendrá nada que ver con el de dentro de cinco”.
Horarios globalizados
En el Ciudad del Mar no hay clase de inglés o matemáticas. “Damos todas las materias a la vez, de modo que los niños aprenden sin parcelaciones”, explica el director del centro. “La escuela tradicionalmente ha realizado una parcelación del aprendizaje que no es correcto, porque el cerebro aprende de manera global, y eso es lo que hacemos en nuestro colegio. Se hace todo a la vez en horario globalizado para mejorar el aprendizaje de los alumnos”.
“El año pasado realizamos un proyecto en el Parque Natural Lagunas de la Mata que abarcaba a todo el centro y mediante el que los niños se convirtieron en embajadores del paraje. Los alumnos conocieron la fauna y la flora, experimentaron, tocaron, plantaron, vieron cómo se reproducen las especies y, en conclusión, experimentaron el parque aprendiendo lengua, matemáticos o ciencia a través de un proyecto súper motivador y que les conecta en el tiempo”, explica Recuero.
«Los profesores son acompañantes del alumno y si se salen de la metodología los padres les recuerdan cual es la filosofía» R. Recuero
Un cambio imparable
El reconocimiento recibido no hace más que seguir motivando a que el camino emprendido con esta metodología de aprendizaje es el adecuado para los alumnos presentes y futuros. Una forma de acompañamiento que Recuero cree que es imparable. “Esto es un tsunami que nadie detiene, un cambio rotundo de la educación, una nueva transformación educativa en toda regla. Se está empezando a ver en muchos colegios, institutos y hasta en alguna universidad y quien se quede fuera estará anclado en el pasado”.
“Aquí el profesor es un acompañante, un guía, pero no es el que tiene el conocimiento solo para transmitirle al niño, y eso es lo que buscan los padres. Eso hace que el profesorado tenga un nivel de exigencia muy alto porque no es solo ya el que pone el centro si no las familias, que si detectan que un profesor se salé de la metodología le recuerdan qué filosofía deben seguir aquí”.