Comienza abril y con él se cumple más de un año de pandemia provocada por la covid-19. Un año en el que la incertidumbre, el miedo, el confinamiento, las mascarillas y el distanciamiento social han pasado a formar parte de nuestro día a día.
Desde el primer momento, el servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario del Vinalopó ha estado trabajando de forma ágil y coordinada con el objetivo de garantizar una atención sanitaria de máxima calidad.
Expectación e incertidumbre
Maria Isabel Pérez Soto, jefa del servicio, recuerda los días previos al decreto del Estado de Alarma como momentos de mucha expectación e incertidumbre, pero, sobre todo, de mucha responsabilidad. “Reuniones diarias, cambios de circuitos asistenciales, creación de nuevos protocolos que requerían de estudio y revisión de un gran número de artículos… Preventiva, urgencias, hospitalización a domicilio, neumología, medicina interna y cuidados intensivos de la mano de la dirección médica y enfermería fuimos todos uno, con un objetivo y un procedimiento común”.
El servicio de Medicina Interna recibió los primeros pacientes infectados con el Estado de Alarma lo que permitió que la incidencia de casos fuera muchísimo menor a como estaban en otros hospitales del grupo Ribera, como por ejemplo Torrejón. “Durante las siguientes semanas, agendamos reunión los sábados con dirección para ver las directrices de las Autoridades; los domingos reunión telemática con los jefes de urgencias, UCI, infecciosas, neumología y medicina interna para revisar las publicaciones más relevantes para decidir lo que tenía validez para aplicarlo al día siguiente en la planta de hospitalización”, recuerda.
«De pronto ponerse y quitarse el EPI ya no era un ensayo» M. I. Pérez
Primera ola
La incidencia durante la primera ola en la provincia fue baja gracias a lo cual el servicio pudo organizarlo todo. “Hubo mucha incertidumbre. Recuerdo mi primera guardia los primeros días que abrimos la planta de aislamiento. Si quieres organizar bien un servicio tienes que ser la primera en hacer las cosas. De pronto ponerse y quitarse el EPI ya no era un ensayo. El miedo da paso al coraje, a la profesionalidad, al compañerismo, a la humanidad… y ya no hay vuelta atrás”.
La forma de trabajar del servicio cambió. Se reforzaron las guardias y se hicieron grupos burbuja para disminuir el impacto de posibles contagios. “De las situaciones más duras y difíciles que vivimos y seguimos viviendo, además de los dramas familiares con varias personas afectadas, son los pacientes solos sin acompañamiento y las llamadas telefónicas para informar, quizá en esta última ola mucho más porque el número de pacientes se ha multiplicado”.
«De las situaciones más duras y difíciles que vivimos y seguimos viviendo son los pacientes solos, sin acompañamiento» M. I. Pérez
Tercera ola: tsunami
Después de cada pico asistencial, durante las desescaladas, el servicio ha mantenido el mismo sistema organizativo, pero a menor escala. “Nunca cerramos la planta de aislamiento y siempre hemos tenidos los EPIs disponibles. Durante el verano fue un goteo continuo de pacientes, y la segunda ola supuso una continuidad. La que ha llegado como un tsunami ha sido la tercera ola, aunque estábamos preparados”.
Maribel Pérez Soto no duda en afirmar rotunda que durante esta última ola la colaboración entre Medicina Interna con otras especialidades, tanto médicas como quirúrgicas no directamente implicadas en la asistencia de pacientes con infección por covid, ha sido excepcional.
La jefa de Medicina Interna asegura que este año ha aprendido que nada es seguro y que todo es posible
Garantizar la salud
“Es importante recordar que las consultas se suspenden por seguridad, tanto para los profesionales como para el paciente, pero también porque hubo que movilizar a todo el mundo, sobre todo personal de enfermería, para poder cubrir todos los turnos en hospitalización y en UCI que desde el minuto uno estuvo al 200%. Hemos hecho turnos de guardia y refuerzos dobles y triples, no solo médicos sino también enfermería, se ha colaborado con atención primaria en los rastreos y consultas telefónicas. Desde luego, nadie ha estado parado”.
La jefa de Medicina Interna asegura que este año ha aprendido que nada es seguro y que todo es posible, pero, sobre todo, a ser consciente de que forma parte de un gran equipo de profesionales que han dado y continúan dando todo por garantizar la salud y seguridad de los pacientes.
María Isabel Pérez Soto, jefa de Medicina Interna
Estudió Medicina en la Universidad de Alicante y se doctoró en Biología Adaptada en la Universidad Miguel Hernández de Elche en 2004.
Realizó su residencia en el servicio de Medicina Interna del Hospital General Universitario de Elche, donde ha desarrollado gran parte de su trayectoria profesional como internista y médico colaborador en la Unidad de Diabetes, médico adjunto al servicio de Urgencias y médico adjunto a la unidad de corta estancia.
Perteneció al Comité Ético de Ensayos Clínicos del Hospital General de Elche y fue médico enlace primaria-especializada, iniciando las primeras actividades asistenciales de medicina interna en los centros de salud. Hasta 2010 trabajó como adjunta al servicio de Medicina Interna del Hospital General de Elche, momento en el que se incorporó como adjunta al servicio de Medicina Interna del Hospital del Vinalopó, donde fue nombrada jefa de servicio.