Entrevista > Philip Spires / Sociedad de Conciertos de Música Clásica de l’Alfàs del Pi (Wakefield -Reino Unido-, 1952)
Philip Spires representa, en cierta medida, el tópico del gentleman inglés. Su tono de voz suave, su verbo educado al extremo y, sobre todo, una cultura general que emana de cada una de sus palabras convierte una conversación con él en todo un desafío intelectual.
Spires preside la Sociedad de Conciertos de Música Clásica de l’Alfàs del Pi. Con todos estos datos, el lector seguramente se haya hecho una imagen muy definida en la mente sobre nuestro entrevistado y no diferirá mucho de un hombre estirado, pedante y, casi, con levita y monóculo.
Philip Spires es todo lo contrario. Es un tipo cercano con el que cualquier conversación, por larga que pueda ser, se hace corta. Su trabajo le llevó a vivir en distintos y exóticos lugares del mundo y ahora, ya jubilado, ha recalado en l’Alfàs del Pi donde puso en marcha la asociación que sigue presidiendo.
La Sociedad de Conciertos de Música Clásica nació hace doce años. ¿Cómo comenzó esta aventura?
Originalmente colaborábamos con Vicente Orts, en la Finca Senyoret, con unos conciertos de verano que reunían a una pequeña cantidad de personas y a unos pocos músicos. En aquellos días teníamos la ayuda de una entidad bancaria. No era mucho, pero organizábamos dos o tres conciertos en el mes de agosto.
Entonces, Joaquín Palorames, vicepresidente y director artístico de la asociación, también organizaba conciertos en colaboración con algunos ayuntamientos, especialmente en l’Alfàs del Pi. Fue él quien pensó en poner en marcha un programa de conciertos de pago a través de una membresía por parte de los asociados ya que pensaba que podía ser un modelo que funcionaría en un lugar como l’Alfàs.
«Celebramos nuestro primer concierto el día del incendio forestal de La Nucía. Íbamos a comenzar y no había suministro eléctrico»
Sé que el día de su puesta de largo las cosas no salieron muy bien. ¿Qué sucedió?
(Ríe) Fue el día del incendio forestal de La Nucía. Íbamos a comenzar el concierto y no había suministro eléctrico, lo que nos obligó a arrancar tarde. Pero, desde entonces, hemos realizado unos 250 conciertos.
Ustedes han traído a l’Alfàs del Pi a artistas de todo el mundo sin olvidarse tampoco de los músicos de la zona. ¿Qué es lo más complicado a la hora de organizar un programa anual de conciertos?
¡Lo más complicado para mi es lidiar con Joaquín! Él es el director artístico y discutimos qué artistas queremos invitar. Lo bueno es que él tiene sus propios contactos y, a través de ellos, podemos llegar a la mayor parte de los músicos que queremos traer. Además, hay músicos que nos contactan directamente ofreciéndonos su repertorio y sus conciertos.
También contamos con distintos lugares para organizar los conciertos. Por ello, si contamos con un músico al que no conocemos muy bien, podemos, por ejemplo, probar su recital en el Forum Mare Nostrum antes de programarlo en la Casa de Cultura al año siguiente.
Su trabajo a la hora de contar con músicos de fama internacional es impresionante. ¿Desde dónde han sido capaces de traer concertistas?
Hemos tenido artistas que han venido, obviamente, de España; pero también de Italia, Alemania, Francia, Croacia, Serbia, Polonia, Rusia, Reino Unido, Irlanda, Bélgica, Estados Unidos, Albania, Bulgaria… ¡de muchísimos sitios!
Nuestros conciertos son, en cierta medida, fiel reflejo de la sociedad internacional y multicultural de l’Alfàs del Pi. Es una sensación que me encanta, porque yo me considero, por encima de todo, un ciudadano del mundo y, en segundo lugar, un habitante de un lugar concreto. Soy un absoluto convencido de que cuanta más interacción tengamos, mejor.
«Traemos artistas con la calidad suficiente como para haber tocado en algunos de los escenarios más importantes del mundo»
L’Alfàs del Pi no deja de ser un pequeño municipio fuera del circuito de los grandes escenarios de la música clásica. ¿Es complicado convencer a los músicos para que vengan a tocar aquí?
No, en absoluto. No estamos en las grandes ligas, es verdad. Debemos ser realistas y sabemos que no vamos a poder contar con Lang Lang, así que nos centramos en lo que nos podemos permitir y ahí sí que somos capaces de atraer a muy buenos músicos. Artistas con la calidad suficiente como para haber tocado en algunos de los escenarios más importantes de ciudades como Ginebra, París, Nueva York, Viena, etc.
En nuestro caso, muchos de los músicos con los que contamos vienen de Italia por una cuestión de relaciones históricas. Algunos son muy conocidos y otros menos, pero eso es la música. Debes estar abierto a escuchar lo que te ofrecen y lo que te llevas es esa experiencia.
«Algunas veces hemos pedido a un músico que cambie alguna pieza, pero solo ha servido para que no cambiara absolutamente nada»
Una vez han cerrado el acuerdo con el músico, ¿quién propone o decide el repertorio que tocará en su visita a l’Alfàs?
Una vez me crucé con un pianista, cuando dirigía una asociación en otro lugar del mundo, al que le pregunté cuántas piezas podía tocar sin necesidad de ensayar demasiado y me dio que unas mil. Eso es algo extraordinario. Normalmente, los músicos llegan con un repertorio y lo que hacen es repetirlo en cada una de sus actuaciones.
Lo más habitual, por lo tanto, es que cuando hablamos con ellos nos digan “voy a ir con este programa”. Algunas veces les hemos pedido que cambien alguna pieza, pero sólo ha servido para que, llegado el momento del concierto, no cambiaran absolutamente nada.
«La música clásica es percibida como algo elitista. Rechazo esas etiquetas de forma enérgica y categórica»
¿Cree que es acertado el término de música culta para referirse a la música clásica? ¿No supone etiquetarla de una forma elitista que podría espantar a buena parte del público?
Entiendo lo que dices. En inglés, por ejemplo, no tenemos ese sinónimo, pero la música clásica también es percibida como algo elitista dirigida a la clase media-alta en adelante. Rechazo esas etiquetas de forma enérgica y categórica. Pero voy más allá: odio el término ‘música clásica’. Sé lo suficiente de música como para saber que el periodo clásico comenzó alrededor de 1720 y acabó en 1800.
Supongo que su propia colección de música será enorme.
Arranca en el siglo X y termina en una grabación de una pieza que se compuso la pasada semana. Tengo 32.000 piezas musicales en mi colección en más de 2.000 discos. No quiero repetirme, pero muy pocas de todas esas grabaciones podrían ser consideradas música clásica. Son, principalmente, música moderna y es imposible de clasificar.
Pero esas etiquetas, de una u otra forma, se han impuesto en casi todas las expresiones artísticas.
Así es. Si lo comparamos, por ejemplo, con las artes visuales, tenemos el periodo clásico, pero también el romanticismo, el barroco, el rococó, el renacimiento o el gótico. Y luego, tienes la era moderna, que arrancó entre 1880 y 1900. Mi opinión sobre todos los movimientos en el mundo del arte se resume con un dicho muy conocido en inglés: “el que paga al gaitero compone la pieza”.
Es la gente que paga el arte la que decide su estilo. Desde 1880 o 1890 el arte ha sido más la expresión de un gusto individual, de algo que va a ser patrocinado por un benefactor. Ese es el motivo por el que tenemos esa explosión de diferentes estilos.
Entonces, ¿a qué nos referimos con el término música clásica?
Hoy en día, en pleno 2020, se puede referir a un cuarteto de cuerda, pero también a una grabación, como la que me llegó el otro día, de alguien creando un ritmo tirando granos de arena sobre una mesa para explorar sus efectos sonoros. La clave, para mi, es que el mercado no sea el principal objetivo que marque lo que el artista está intentando hacer. Eso es todo.
En cualquier caso, los artistas también deben de pagar sus facturas y eso lo consiguen siguiendo las demandas del mercado.
Antes me has preguntado sobre el término música culta. Es algo que contrasta con la música que se crea para el mercado. Este te marca una serie de patrones a los que te tienes que amoldar y a la gente no le produce ningún tipo de sorpresa. Cualquier cosa que sorprenda a la gente, que no resulte familiar, crea automáticamente una reacción. A veces, al público no le gusta que se le presenten cosas que no le resultan familiares.
«Para que podamos apreciar algo el público debe cooperar quedando libre de prejuicios»
Si uno hace el experimento de escuchar cierto tipo de música, como por ejemplo el rock, y dar marcha atrás en el tiempo, verá que cada nuevo estilo de música entronca con un movimiento anterior y que no es difícil llegar a la llamada música clásica desde cualquier propuesta. ¿Por qué cree que eso no es algo mucho más evidente y que cuesta tanto que el público se acerque a ella?
De nuevo, falta de familiaridad. En esta sociedad es imposible, y eso es algo que en l’Alfàs del Pi sí que se ha conseguido en cierta medida, escapar de la música pop y su influencia. Oirás música pop en cualquier tienda, en cualquier calle, en los medios de comunicación… Te la están metiendo a todas horas. Es una fijación de consumo.
Si la gente se familiarizara de la misma manera, por ejemplo, con Chopin, también lo reconocerían. Hace poco escribí que para que podamos apreciar algo el público debe cooperar en el proceso y debe quedar libre de prejuicios. Eso es lo que mucha gente hace con la música clásica: prejuzgarla.
Disculpe la osadía, pero Puccini fue, seguramente, uno de los grandes artistas pop de su era. Al fin y al cabo escribía pensando en el mercado y en conseguir un nuevo ‘hit’. ¿No cree que es injusto prejuzgar la música pop de esa forma?
Eso que dices es muy interesante. Si repasas la biografía de Puccini descubrirás que fue prohibido…
Sólo por ciertos sectores, los más conservadores de su época. Sus obras llenaban los auditorios y él era inmensamente popular y rico.
Así es. Schubert apenas tuvo éxito durante mucho tiempo porque lo que proponía era nuevo y la gente no lo aceptó. Puccini era muy accesible, pero también hubo otros compositores de ópera como Leoš Janáček, conocido como el Puccini checo, que tuvieron un mayor legado sobre la ópera que vino después. Puccini, en ese sentido, fue una vía muerta.
Pero, volviendo a tu pregunta original, también rechazo, aunque lo he usado antes, el término de música pop. No es popular. Más del 90% de los discos pop que se publican no producen ningún beneficio porque no son populares. Lo correcto, por lo tanto, sería decir música populista.
Volvamos al ámbito local. ¿La mayoría del público de sus conciertos está formado por residentes extranjeros?
No. Nuestro público, te lo aseguro, refleja fielmente la sociedad alfasina, es decir, está formada al 50% por españoles y extranjeros. Y todo, con dos excepciones llamativas: no conseguimos que vengan muchos ingleses y tampoco, y esto me duele más, mucha gente joven.
«Es lógico que los jóvenes no vengan a nuestros conciertos. Están en una edad en la que lo que quieren es socializar»
¿A qué cree que se debe?
Mira, durante un tiempo viví en Brunéi. Allí todas las chicas jóvenes de origen chino tocaban el piano, pero nunca vimos a ninguna en nuestros conciertos. Creo que es algo lógico. Un concierto de música clásica implica estar dos horas en un sitio sentado y escuchando música y los jóvenes están en una edad en la que lo que quieren es socializar.
Pero sí van al cine.
Sí, pero eso lo haces con tus amigos e, incluso, puedes cuchichear con ellos sobre lo que estás viendo. Si eso lo haces en un concierto de música clásica la gente comenzará a quejarse y a decirte que te calles.