La pérdida de audición perjudica hoy en día a 466 millones de personas en todo el mundo, y seguirá en aumento durante los próximos años, según datos de la Organización Mundial de la Salud. La misma organización estima que 1 de cada 10 personas sufrirá este problema en el año 2050 y que la cifra de afectados a escala mundial ascenderá a 900 millones.
Joan Francesc Horvath, responsable de Audiología de Óptica Universitaria, indica que la pérdida auditiva se puede dar cuando el umbral mínimo de audición supera el valor normal, que oscila entre los 0 y los 25 dB. La pérdida de audición puede presentar diferentes grados, que van de leve hasta profunda, siendo esta última cuando se igualan o superan los 91 dB, punto en que es difícil escuchar los sonidos incluso con amplificación.
Tipos de pérdida auditiva
Es necesario diferenciar los tipos de pérdida de audición para poder diagnosticar el tratamiento adecuado. Horvath explica que podemos distinguir entre la pérdida auditiva neurosensorial, que se da cuando el problema se origina en el oído interno, de modo que se ven afectadas la intensidad y la calidad con la que se percibe el sonido; la pérdida auditiva conductiva, que se produce cuando la afección se sitúa en el oído externo o medio, y la pérdida auditiva combinada o mixta, que trata con problemas tanto en el oído interno como en el externo.
En la pérdida auditiva neurosensorial se proponen soluciones auditivas, mientas que en la pérdida auditiva conductiva se aplica una solución médica o quirúrgica, y en la pérdida auditiva mixta se combinan los dos tipos de soluciones y tratamientos.
Causas de la pérdida de audición
Existe una creencia popular de que las personas de edad avanzada son las únicas que suelen tener problemas de audición. Es lo que conocemos como presbiacusia, pero en realidad, pueden presentarse a cualquier edad e incluso en niños, por lo que es conveniente conocer las causas y prevenir los daños al máximo.
A veces, la pérdida auditiva viene determinada por causas congénitas o se da poco tiempo después de nacer, cuando hay ciertas complicaciones que derivan en problemas auditivos graves. La mayoría de estas causas se producen durante el embarazo y el parto, ya sea por infecciones que sufre la madre, por el hecho de que el bebé nazca con poco peso o por el mal uso de algunos medicamentos ototóxicos, entre otros motivos.
Por otro lado, en algunas ocasiones las causas son adquiridas, dado que son muchos los factores que pueden afectar a la capacidad auditiva en el día a día. Uno de los motivos más conocidos y que se debe evitar, es la exposición a ruidos muy elevados, ya sea en el entorno laboral o en los momentos de ocio, como es el caso de escuchar música con los auriculares o en las discotecas a un volumen excesivamente alto y de manera prolongada. Por lo tanto, hay que evitar los ruidos o sonidos muy fuertes, ya sea eludiendo la exposición o con el uso de tapones para los oídos.
Además de los sonidos fuertes, entre las causas adquiridas también se encuentran algunas enfermedades. Horvath explica que “el sarampión, la meningitis o la enfermedad de Ménière son algunas de las enfermedades que pueden provocar daños en la audición, al igual que pueden hacerlo los medicamentos denominados ototóxicos o las infecciones del oído. También hay que considerar los traumatismos en el oído o craneoencefálicos, el envejecimiento y la obstrucción del conducto auditivo provocada mayoritariamente por la acumulación de cera”.
En la web de Óptica Universitaria hay disponible un test de audición, que nos puede orientar sobre si tenemos una pérdida auditiva o no, si bien no sustituye un estudio auditivo realizado por un profesional.