Entrevista> Antonio Rocamora / Ex párroco de la Iglesia de San Bartolomé (Granja de Rocamora, 21-agosto-1935)
Un cuarto de siglo dan para mucho y Antonio Rocamora los ha exprimido muy bien. Su extensa hoja de servicios como párroco de San Bartolomé incluye, entre otras actuaciones, la creación de la casa de la catequesis, la casa de acogida de Cáritas o diferentes reformas llevadas a cabo en la iglesia.
A pesar de no haber nacido aquí, Don Antonio dice sentirse un ciudadano más de Petrer y agradece las muestras de afecto que cada día le brindan sus vecinos, esas que le han llevado a identificarse totalmente con el pueblo, apoyando y participando activamente en todas las celebraciones significativas que se han desarrollado en estos últimos 25 años. Desde entonces, y a pesar de haberse jubilado, este párroco de 83 años ha preferido no volver a su lugar de origen y quedarse a vivir entre nosotros.
«Pienso que se ha valorado que me haya quedado a vivir en Petrer para ser nombrado Hijo Adoptivo»
¿Qué significa para usted el nombramiento por parte del Ayuntamiento de Hijo Adoptivo de Petrer?
Lo recibo con alegría. Hay en Petrer personas que no han nacido aquí como yo, y se merecen también ser hijos adoptivos porque han hecho algo por el pueblo. Yo no he hecho tanto, pero han valorado que me haya quedado a vivir aquí.
Siempre he estado muy involucrado en las fiestas, he salido donde me han invitado, en Moros y Cristianos, en las Carasses, me he implicado en las actividades de Petrer. Quería que la iglesia no se mantuviera al margen de lo que ocurría en el pueblo.
«Siempre me he involucrado en las principales actividades que se han desarrollado en el pueblo»
Tras su jubilación, usted ha decidido no regresar a su localidad de nacimiento. ¿Por qué se ha quedado a vivir en Petrer?
Pensé en irme a mi pueblo, pero es pequeñito y no tengo familia allí. Podría haber ido a Elche que es donde está mi familia, mis hermanos, mis sobrinos, pero les voy a dar que hacer. Por eso decidí quedarme. Aquí estoy bien atendido, hay una persona que me cuida en cuestión de comidas y de limpieza. Salgo a la calle y conozco a todo el mundo, les saludo, me saludan, y eso hace mucho.
En 1992 llegó usted a Petrer para hacerse cargo de la parroquia de San Bartolomé. ¿Fue bien recibido?
Cuando vengo a la parroquia, mi antecesor solo había estado un año, y noté que eso a la gente no le gustaba. Invité al alcalde de aquel momento a participar conmigo en la primera misa que yo celebré aquí. Estuve desde el primer momento muy unido a las cosas del pueblo y me encontré un Petrer acogedor que me recibió con agrado, abierto a mí, y yo también me abrí a ellos.
Su última misa como sacerdote fue en septiembre de 2016. ¿Qué recuerdos tiene de aquélla fecha?
Fue el 4 de septiembre, con 55 años de sacerdote. Acudió muchísima gente a la parroquia, incluso personas que me conocen bien a las que yo nunca había visto por la iglesia, somos amigos y vinieron ese día.
Usted también ha impulsado la creación de la casa de la catequesis, la casa de acogida para emigrantes, obras benéficas, ha restaurado la iglesia…
Había un solar enfrente de la puerta lateral de la iglesia, donde está la casa ahora. Con la venta de unas tierras que pertenecían a esta parroquia y la aportación de algunas personas, construimos la casa de la catequesis. En su sótano hay una habitación de acogida de Cáritas, para personas que lo necesitan, y arriba se construyó un salón de actos y 18 aulas para catequesis de los niños.
En la iglesia hicimos dos reformas, una en la segunda mitad de los años 90, donde se actuó en el exterior de la iglesia, campanarios, tejado, cúpula, etc. y hace unos 6 años arreglamos el interior, dándole otro aspecto menos oscuro.
¿Cuál es el mejor y el peor recuerdo de sus 24 años como sacerdote en Petrer?
Yo peor no he tenido ninguno, no me he disgustado con nadie y no sé si alguien se habrá disgustado conmigo. Un momento difícil fue cuando en la última reforma que hicimos, algunas de las personas que tienen familiares enterrados aquí dentro de la iglesia desde la Guerra Civil, querían que pusiéramos sus nombres en una lápida. Otros me decían que había que borrar toda señal de aquello. Yo hablé con ambos bandos y decidí dejarlo todo tal y como estaba, sin añadir ni quitar nada.
Un buen recuerdo fue la celebración de mis bodas de oro en 2011, me hicieron un video en el que salían mis hermanos, mi pueblo, los lugares por donde yo había estado ejerciendo el sacerdocio. También mi despedida como párroco fue un buen momento.
«Mi tiempo libre lo empleo en leer y en estar más con la gente»
¿En qué emplea ahora su tiempo? ¿Cómo es la vida de un sacerdote jubilado, si es que un sacerdote se jubila?
Los sacerdotes no nos jubilamos porque tenemos que estar en la parroquia, atendiendo o haciendo lo que nos digan. Responsabilidad ninguna. Yo hago lo que me dice Don Antonio Verdú, el párroco actual: entierros, reuniones, celebro la misa, etc. Mi tiempo libre lo aprovecho para leer más, alguna partida al dominó, estoy más con la gente. Desocupado no estoy.
Por último, quería que me contara cómo ve la situación actual de la iglesia, si está cien por cien de acuerdo con su doctrina.
Yo noto que hay menos participación, los domingos o sábados la gente acude menos a la parroquia. La sociedad en la que estamos está siendo un poco más fría, vamos secularizándonos, alejándonos de Dios. Los jóvenes no están del lado de la Iglesia. Pienso que vamos camino de las primeras comunidades, aquellos primeros cristianos que se reunían en sus casas y celebraban allí la eucaristía.