Siempre he sido defensor de la sanidad pública como concepto general de atención en un país, vaya eso por delante, pero eso no está reñido con poder criticar lo que se considera que no funciona correctamente.
Público y servicio
Un servicio público debe ser esas dos cosas: público y servicio. Es decir, está pagado por todos, por eso es público; y da un servicio, que para nada debe ser defectuoso ya que no es una ONG, donde tampoco tendría porque ser un mal servicio y sino mejor no darlo, sino que son profesionales perfectamente cualificados, formados muchos de ellos en universidades públicas, que también pagamos todos, y en un trabajo en el que están al servicio del ciudadano.
¿En qué momento se pierden estos conceptos de vista? Pues no lo sé, pero se pierden, y muy especialmente en la Sanidad.
Falta de información
Nadie entendería que cuando un niño tiene un problema la escuela le diera una información, que evidentemente seguramente no entiende, y le manden para su casa, sin saber si quiera si hay alguien en esa casa y en ese momento. Los padres pondrían el ´grito en el cielo` con toda la razón. Lo normal es que se informe a los padres o tutores y para eso existen precisamente una serie de horarios y sistemas previstos.
La Sanidad en cambio funciona de otra forma. Cuando uno entra en un hospital puede, en muchos casos, que no sea consciente ni de lo que le pasa, ni que esté en perfecto estado de conocimiento como para poder tomar decisiones o enterarse de lo que le dicen. Los familiares son en ese momento un punto esencial.
Pero es curioso las pocas opciones que uno tiene para hablar con el médico en cuestión. Si es fin de semana no está, salvo alguna urgencia que además posiblemente atienda otro especialista diferente al problema del paciente, y si es a diario posiblemente pase por las habitaciones el médico o médica residente, que es como si no pasara nadie porque no toma absolutamente ni la más pequeña decisión.
¿Para qué sirven los residentes?
Por ejemplo: una persona que lleve tiempo tumbada, que ya se encuentre bien y necesite levantarse porque, como a todo el mundo, 24 horas un día y otro en esa postura hace que le duela todo e incluso le salgan llagas en algunas partes, nadie podrá decir que se puede levantar un rato salvo el médico/a. Ni el medico/a residente, ni por supuesto ningún enfermero, auxiliar, etc.
Es evidente, o al menos así lo creo yo, que la salud es lo más importante que tenemos. Por eso cuando a algún ser querido se le ingresa en cierta forma el mundo se ralentiza, y uno quiere darle todos los cuidados. Pero también quiere saber, necesita conocer que está pasando, por qué y qué posibles soluciones existen.
Falta de empatía
La empatía en todo esto es nula. En un hospital te pueden mirar mal si no te quedas toda la noche esperando para que no se acabe el suero o cosas similares, que es trabajo de las personas que cobran por ello, pero en cambio el médico no se preocupa lo más mínimo de informarte… O te pasas las 24 horas del día por si pasa en algún momento, o cuando pase pasó y te quedas sin saber nada.
Seguramente esos médicos no tengan ese problema cuando les ocurra a algún ser querido suyo, porque llamarán al médico que les esté atendiendo y entre ellos se darán todo tipo de información, faltaría más, pero es que el resto de los ciudadanos nos merecemos otro trato.
5.000 euros anuales por familia
El año pasado, último del que se tienen datos, la Sanidad costó a todos los españoles 75.435,4 millones de euros, lo que representa el 15,14% del gasto público total. Eso supone que a cada español (incluyendo todas las personas censadas desde los 0 años) nos cuesta 1.617 euros al año, o lo que es lo mismo, que cada familia media de tres personas paga casi 5.000 euros al año por mantener la Sanidad.
Por hacer una comparativa, la factura media de electricidad, que nos da un servicio importante diario ya que todo funciona con este tipo de suministro, supone a un hogar de tres personas unos 110 euros al mes, lo que equivale a 1.320 euros al año, es decir casi una cuarta parte de lo que nos cuesta el sistema de salud público. En cambio, sí pedimos que nos atiendan y exigimos respuestas (no siempre con éxito, eso también es cierto).
Sistema cuestionable
Pero en un hospital cuando entras, seas paciente o ´paciente` (acompañante) eres un cero a la izquierda. Tienes que esperar a que alguien se digne en decirte algo, y no se te ocurra moverte del sitio. Encima no lo consigues porque solo puede el médico y eso sí, no protestes porque encima te miran mal… ´ojo, el médico es sagrado, no eres nadie para cuestionar`.
Por eso yo solo pido un poco de empatía, que los médicos informen a los pacientes o sus familiares sin necesidad de pasarse las horas como si su vida no tuviera otro sentido que esperar a su ´excelencia`, y que encima el no hacerlo, o no poder hacerlo por el motivo que sea (el esperar esas horas) te convierta a ti en la mala persona.
Hagamos reflexión porque este servicio público sabemos que es público por lo que nos cuesta, pero lo de servicio es cuestionable o al menos francamente mejorable. No es normal aprovecharse de las personas en su momento más vulnerable, o al menos eso no es lo que se espera de la atención de los servidores públicos.